La Maestra Del Amor

Templadamente turbulento

Un domingo en la tarde salí de mi casa a dar un paseo ¡Imposible desaprovechar estas tardes de invierno cuando el sol se refleja en la más blanca de las nieves!

Llevaba conmigo un libro y encontré una banca cerca del parque y tomé asiento.

A escasos metros de mí, divisé a una compañera de colegio. ¡Habíamos estudiado juntos la secundaria!

Seguía siendo una morena hermosa. Siempre la admiré.  De un brinco me levanté de la banca y me acerqué con la mejor de mis sonrisas a saludarle.

Ahora es toda una profesional: una psicóloga. Me agradó ver cuán segura era, que no había perdido ni una gota de lo inteligente que era. Eso sí, diferente de mi personalidad pues era una mujer muy introvertida.

Esa tarde terminamos mi paseo invernal juntos. Reímos recordando viejas aventuras, maestros y travesuras. La invité por un café y charlamos hasta entrada la noche en que ambos debíamos ya volver a casa.

Hubo mucho atracción por parte de los dos. Era indudable. La acompañé a casa, pues vivía muy cerca de donde estábamos, aunque yo sabía a mí me tocaría pedir un taxi.

Le pedí su número de teléfono. Me sentía un niño de nuevo. ¡Qué emoción!

A los pocos días de ese encuentro empezamos a salir. Después de varias citas y negarme repetidamente un beso, logré robarle uno.

Ella sí que mantenía las tradiciones de nuestra crianza en escuela de monjes y frailes. Decidimos darnos la oportunidad de tener una relación.

Ella era diferente  a mi maestra y la doctora. Era una mujer que brillaba con su sabiduría, podíamos pasar horas hablando sin aburrirnos porque siempre teníamos tema de que hablar. ¡Hablábamos mucho!

Cuando callábamos, era porque hacíamos el amor. Me desnudaba el alma con sus caricias, con su forma de tocarme, sabía dónde era el punto donde me hacía explotar.

Satisfizo todos mis caprichos aunque muchas veces hizo cosas que le incomodaban sólo para que yo me sintiera bien.

No me sentía en confianza. Sentía que no podía ser yo mismo. Y que ella cediera en tantas cosas de sí misma por “hacerme feliz” no me gustaba. Esto hizo que tomara la decisión de terminar la relación.

Me dolió acabar con esta historia. ¿Por qué el amor es tan complicado? Dicen que uno no debe estar con la persona que uno ama, sino con la persona que lo ama uno.

 Ella era esa persona, pero tampoco podía vivir toda mi vida en una relación en la cual yo no me sentía feliz. De verdad, me dolió romperle el corazón.

Sé que en este momento me lo debe estar agradeciendo. A los pocos meses de haber terminado la relación, pasada una nueva primavera, me enteré que había salido con otra persona

¡Se casaron empezando el otoño! Ahora,  ya tenía un hijo y supe que ella era feliz. Tampoco le fue tan mal después de todo.




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