La Maestra Del Amor

Que sume y multiplique, no más restas

La mujer que llegó a balancear mi vida, a sacarme este déficit que estaba. No lo creí posible, pero ella me planteaba salir de mis pérdidas. Las de hacía mucho tiempo.

Ella, la que llegó a tomar mis activos y darle mucho valor. Sin duda disminuyó mis pasivos. No me había dado cuenta que se habían crecido de una forma impresionante y desmedida.

Ella, la que llegó a darle valor a mi patrimonio. Entre sonrisas y caricias llegó reducir los costos de mis tristezas y aumentar las ganancias de mis alegrías.

Me encantaba. Había llegado el momento en que no la esperaba, pero cuando se iba, me hacía falta.

El que se va no hace falta y que llega no estorba. Y yo necesitaba de su compañía.

 Una mujer madura, una mujer que había destrozado y remendado su etapa  de amor y soledad igual que yo había hecho con la mía.

Ella, una mujer que en su momento buscaba una persona que le brindara una estabilidad emocional y con la cual pudieran salir adelante como pareja. Una relación donde el sexo no fuera tan importante.

 Una relación donde no dependías del otro para ser feliz. No era codependencia, era querer. ¡La diferencia que hace querer quedarte a saber que no quieres hacerlo!

Para la doctora, las relaciones eran sexo puro. Ella tenía la mezcla de la doctora y la psicóloga, ardiente en la cama e interesante como el prólogo de un libro.

De un momento a otro las cosas fueron cambiando. ¡No podía pasarme esto de nuevo! Sentía que ella no se sentía a gusto.

Era como si yo estuviera en el papel de la psicóloga. Mi más grande activo ya se estaba depreciando.

Para mi contadora ya no tenía un valor significativo, estaba en bancarrota. Su corazón había dejado de producir amor para mí, era la hora de volver a decir adiós otra vez.

Le acompañé a la puerta de mi casa, le di un abrazo fuerte, le besé la mejilla y en mi corazón, pedí por su felicidad. Esperé desde la puerta su partida. La vi adentrarse en su automóvil, arrancar e irse.

Entré y cerré la puerta. Cerré la puerta. Eso duele. El frío que se instalaría por el invierno, también se instalaría en mí.

Permanecería en mí indistintamente de las estaciones que cambiaran fuera a la intemperie.




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