La Maestra Del Amor

La tormenta invernal más grande

Una preciosa mañana, de un dulce Abril, decidió pasar por mi casa.

Ella pensaba con la razón. Su razón era más fuerte que los argumentos que tenía en su corazón. Su corazón hacía mucho tiempo había dejado de ser mío.

Yo era ya un bello recuerdo y los recuerdos están guardados en un cofre que se llama pasado. No se mezcla con el presente.

Pasó antes de ir a la iglesia. Ella quería salir de la duda y creo que lo hizo.

La vi parada con su vestido blanco, en el caminillo que cortaba el jardín rodeada de todas las flores que Don Julián, mi jardinero, cuidaba con tanta delicadeza. ¡Qué bonita se miraba en su vestido de novia!

Yo hubiese querido salir corriendo tras ella y entrar dramáticamente a la iglesia. Llegar en el momento exacto donde el sacerdote dijera, -“…si hay alguien que quiera impedir esta boda, que lo haga ahora o que calle para siempre…”-. Callaré por siempre mi inmenso amor.

 No lo hice, porque la amo y la respeto. Además, ella en su última nota, muy claro lo había dicho. “No me busques”.

Así de intenso, profundo y puro como era mi amor por ella, tenía que dejarla ir. Ella merecía ser feliz y hacer su vida con otra persona, con una historia sin sufrimiento y dolor.

Ver a mi maestra del amor, vestida como siempre la imaginé, sabiendo que ella era correspondida, que ella estaba enamorada, que ella había encontrado el amor.

Saber que caminaría por ese pasillo con su hermosa sonrisa, enfocada en el hombre parado en el altar… con la diferencia que yo no sería el que estaría a su lado.

¿Cuál fue el día más triste de mi vida? Ese día fue el más triste de mi vida.




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