1.1 Peligro en las calles: el primer enfrentamiento

La oscuridad que envolvía las calles se convertía en un testigo invisible de los pensamientos de Iván, que se mezclaban con el ritmo de la ciudad. Su corazón latía al compás del bullicio de la vida nocturna, marcando el momento en que la realidad se transformaba en un laberinto cruel. Desde las sombras llegaban gritos, risas y golpes sordos que rompían el silencio, creando una sinfonía de miedo. Era un mundo donde cada día se convertía en una lucha por la supervivencia y el peligro acechaba a cada paso.

Iván caminaba por la calle soñando con una vida mejor, con escapar de esa realidad despiadada. Pero cuanto más imaginaba otra existencia, más fuerte se sentía atraído por lo que lo rodeaba. Era un territorio donde la fuerza y el poder dominaban todo, donde incluso el paso más pequeño podía conducir a consecuencias fatales.

De pronto, su atención fue captada por las luces intermitentes de los coches policiales que se acercaban. El corazón de Iván empezó a latir con más fuerza. Sabía que en esa parte de la ciudad la policía no solo patrullaba: cazaba. Cuando los vehículos se detuvieron y varios agentes descendieron de ellos, Iván sintió cómo el miedo lo envolvía. Era su primer enfrentamiento con las fuerzas del orden, y no sabía qué esperar.

Los policías comenzaron a revisar a las personas que se encontraban cerca. Iván, sintiendo cómo la adrenalina inundaba su cuerpo, decidió que no podía quedarse allí. Se dio la vuelta para huir, pero en ese instante uno de los agentes lo vio.
—¡Alto! —resonó una voz cargada de autoridad y agresividad.
Iván se quedó paralizado, como si sus pies se hubieran clavado al suelo.

Un conflicto interno estalló en su mente. Quería correr, pero el miedo a las consecuencias lo obligaba a permanecer inmóvil. El policía se acercaba, y Iván sentía cómo su corazón se detenía. Era el momento en que su vida podía cambiar para siempre. No tenía la experiencia necesaria para saber cómo actuar en una situación así, y eso lo aterraba aún más.

Cuando el agente se acercó, Iván notó cómo lo observaba atentamente, como si intentara leer sus pensamientos. Surgió la sensación de que toda su historia, todos sus sueños y temores, quedaban expuestos ante aquel desconocido. Iván sintió cómo el peso de la realidad caía sobre sus hombros. Comprendió que ya no podía vivir en ilusiones: ese era su momento de verdad.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el policía, con una voz que sonó como un trueno.
Iván intentó encontrar palabras, pero se le quedaron atrapadas en la garganta. En ese instante entendió que sus sueños de huir de la realidad se habían convertido en un recuerdo lejano. El peligro estaba allí, justo frente a él, y no podía evitarlo.

Pero de repente, desde la multitud, aparecieron sus nuevos amigos. Se lanzaron hacia adelante para defenderlo; sus voces se mezclaron en un solo coro que llamaba a la acción.
—¡Déjenlo en paz! —gritaban.
Iván sintió cómo su corazón se llenaba de esperanza. Aquellas personas se habían convertido no solo en compañeros, sino en un apoyo dentro de esa realidad brutal.

Los policías, al ver el respaldo que tenía Iván, retrocedieron. Ese momento se convirtió en el catalizador de un cambio en su vida. Iván comprendió que, a pesar del miedo y el peligro, no estaba solo. Sus nuevos amigos le abrieron las puertas a un mundo donde la confianza y la traición caminaban de la mano, donde cada decisión tenía un precio. Era el comienzo de su camino hacia lo desconocido, un camino que conducía a la oscuridad, pero también a oportunidades que jamás había imaginado.