La oscuridad que lentamente engullía la ciudad se hacía cada vez más profunda, y con cada nuevo día Iván sentía cómo la tensión en el aire crecía. Los competidores, que antes permanecían en las sombras, ahora salían a la superficie, buscando conquistar el territorio que su clan empezaba a considerar suyo. Las calles, donde hasta hace poco reinaba su poder, se transformaban en arenas para nuevas batallas, y cada uno de sus amigos comenzaba a mostrar sus verdaderos motivos.
Iván estaba de pie al borde del techo de un viejo almacén, observando la ciudad nocturna. Su corazón latía al ritmo de la adrenalina mientras recordaba los primeros días, cuando apenas comenzaban a formar su clan. Todo parecía más sencillo entonces: la lucha por sobrevivir, la amistad que se había convertido en hermandad. Pero ahora, ante la creciente amenaza, comprendía que la confianza entre ellos empezaba a resquebrajarse.
—No pueden simplemente tomar nuestro territorio —dijo Serguéi, su voz resonando apagada en el silencio de la noche—. Debemos mostrarles que no nos rendiremos sin pelear.
Iván asintió, pero en su interior maduraba la duda. ¿Realmente estaban preparados para esto? ¿Podrían soportar la presión que se acercaba sin cesar?
Durante varios días, sus enemigos, el clan de la «Estrella Negra», habían atacado sus territorios. Al principio eran provocaciones pequeñas: grafitis en las paredes, amenazas en las calles. Pero ahora todo había cambiado. Las batallas se volvían cada vez más violentas, y Iván sentía crecer el miedo en su interior. Sabía que una derrota podía convertirse en catalizador para nuevos comienzos, pero ¿y si esos nuevos comienzos traían la destrucción de todo lo que habían construido?
—Debemos reunir a todos —afirmó Iván, girándose hacia sus amigos—. Esto no es solo nuestra batalla. Es la batalla por nuestras vidas.
Sus palabras encendieron un fuego en los corazones de sus compañeros, pero al mismo tiempo, cada uno tenía su propia verdad, sus propios miedos. Alguno de ellos podría traicionar, y eso era algo que Iván no podía ignorar.
14
Esa noche se reunieron en un viejo garaje, donde el olor a gasolina se mezclaba con la tensión en el aire. Cada uno sabía que no era solo una reunión estratégica; era la última esperanza. Iván observaba los rostros de sus amigos, intentando leer sus pensamientos. ¿Estaban preparados para lo que se avecinaba? ¿Podrían mantenerse unidos cuando la oscuridad alrededor se volvía más densa?
Durante la discusión sobre el plan de ataque, Iván notó que uno de sus amigos, Alexéi, evitaba la mirada. En sus ojos se leía la preocupación, y eso provocó inquietud en Iván. ¿Podría ser que Alexéi ya comenzara a dudar de su causa? Ese momento se convirtió en un punto de inflexión para Iván: comprendió que la lucha por el poder podía convertir amigos en enemigos.
Cuando el plan estuvo listo, Iván sintió cómo la determinación crecía dentro de él. Salieron al combate, pero en su corazón permanecía la inquietud. ¿Podrían soportar la presión? ¿Podría mantener a su equipo, a su familia, cuando cada paso podía significar una pérdida?
La batalla comenzó de manera abrupta. Los fuertes sonidos de disparos y gritos llenaron las calles cuando los dos clanes se enfrentaron en un brutal choque. Iván sentía la adrenalina recorrer su cuerpo, pero sus pensamientos se concentraban en una sola cosa: ¿podría salvar a sus amigos? ¿Podría ser el líder que su padre había querido que fuera?
Con cada golpe, con cada disparo, Iván comprendía que no era solo una batalla por territorio. Era una batalla por sus almas, por su lugar en un mundo donde la confianza era un lujo y la pérdida, una parte inevitable de la vida. Y mientras luchaban, sabía que no todos regresarían a casa. Y eso se convirtió en otra dura lección en su cruel mundo.