La mafia de amarte

Capitulo Uno


Una marca para siempre.


Daniel reía internamente, acababa de hacer el peor acto que se le pudo haber ocurrido.
Y además había caído frente a la chica que más deseaba tener a su lado.
Y no, está vez no era amor a primera vista, Daniel había estado enamorado de Juliet desde hace dos años y lo había mantenido en secreto, sus amigos rieron al verlo preguntarle su nombre, ya que prácticamente sabía todo de ella, pero no podía saludarla y decir su nombre completo.
Era muy sociable ya que no le gustaba ser tímido, y está vez encontró la oportunidad perfecta para acercarse a Juliet.
Por otro lado, Juliet se encontraba recostada en el sofá con un té de manzanilla en sus manos.
Su teléfono comenzó a sonar y está vez era Dalia, Juliet le quería decir que este día faltaría a clases ya que se sentía muy mal.
— Cariño, te estoy esperando en la banca de siempre ¿Dónde estás? – dijo algo alterada Dalia.
— Disculpa, hoy no iré a la escuela me siento de lo peor.
— ¿Y ahora por qué?
— Creo que me hicieron daño los burritos de ayer con extra queso.
Dalia soltó una carcajada.
— Eso te pasa por comer a montones.
— Lo se lo sé, aproposito quería preguntarte sí ¿Le pasaste mi dirección a Daniel?
— ¡Que! ¿Yo? ¡Jamás! ¿Por qué lo dices?
— Lo que pasa es que vino a las dos de la mañana a escalar por mi balcón.
— Yo no dije nada.
— Estás segura no conozco a nadie más que tú qué sepa dónde vivo.
— ¿Juliet me escuchas? Se está entrecortando mejor te llamo después, chao – dijo haciendo ruidos con su boca.
— ¡Dalia! – gritó Juliet.
La llamada terminó y Juliet volvió a concentrarse en la televisión, está vez no trabajaría en investigar a Daniel, se sentía muy mal.
Subió a su recamara con la esperanza de encontrar alguna pastilla que la ayudara y en vez de eso se topo nuevamente con el ruido de los botes.
Juliet se asomó sigilosamente, de alguna manera le alegraba la presencia de Daniel y aún no sabía porque.
Está vez logró subir y Juliet se apartó de la puerta de su balcón.
Un pequeño “Toc toc” se escuchó a lo largo de la habitación.
Juliet meditaba si dejarlo pasar o no, cuando entonces comenzó a hablar.
— Se que estás allí, Dalia me dijo que te sentías mal ¿Todo bien?
En ese momento le invadieron unas profundas ganas de asesinar a Dalia, ahora sabía quién era su informante.
Finalmente no tuvo otra opción más que abrir.
—Sabes Romeo, tengo una puerta – le dijo Juliet en tono burlón.
— Lo sé, pero me gusta hacer esto, le da un toque especial.
Juliet sonrió tratando de evitar la risa.
— Sí como no, ahora tendrás el romanticismo de Shakespeare.
— No exactamente, sino el romanticismo de Broker.
— ¿A qué debo tú visita?
— Bueno, quise venir a ver si te encontrabas bien y a pasar el rato, creeme prefiero todo antes que la escuela.
— Que dramático, sabes que te acabo de conocer ¿Verdad?
— Sí, pero siento que coincidimos en muchas cosas, que tal si me cuentas más de ti.
La pregunta lo había hecho reír a sus adentros, el ya sabía absolutamente todo de ella, pero quería tener tema de conversación.
— Pues que te digo, soy una adolescente de 17 años, mis hobbies son andar en bicicleta, escuchar música y admito que algunas veces se me sale el lado cursi, ¿Qué hay de ti?
Daniel se quedó callado, no sabía que responder, estaba frente a frente con el amor de su vida, al menos eso piensa él.
— 17 años, amo andar en patines, me gusta dibujar y leer una que otra novela dramática, y soy experto en el romanticismo, te lo advierto de una vez.
Juliet escuchaba atentamente su charla que hasta por ratos se le olvidaba que estaba enferma.
Después de una hora de conocerse un poco más llegó un momento bastante incómodo.
— Cuéntame un secreto, y yo haré lo mismo – propuso Daniel.
Juliet se puso nerviosa tan solo en pensar en su mayor secreto.
Así que decidió contarle uno mucho menos personal.
— Bueno uno de mis secretos es que soy adicta a los bolígrafos, ya que literal me la paso mordiendolos – Daniel la miró y sonrió, lo sabía perfectamente.
— De acuerdo, eso para nada es vergonzoso yo lo hago de vez en cuando, me toca a mi, uno de mis mayores secretos que en verdad me avergüenza es que me tatué el nombre de mi ex novia.
— ¡No es cierto! 
Juliet estalló a carcajadas, no se la terminaba de creer, esa marca la tendría para siempre al igual que le recuerdo.
— Si no me crees mira – Daniel se levantó la camisa y en su abdomen estaba tatuado el nombre de “Laura”.
Juliet miraba impresionada, eso en verdad era una estupidez pero muy divertida.
Le sorprendía la confianza que había tenido en ella para contarle algo tan privado 
De vez en cuando le regalaba una sonrisa en señal de que escuchaba.
Era la primera vez que hablaba así con un chico.
Y aún más raro, su próxima víctima, después de ese momento bebieron un poco de té mientras charlaban un poco más.
Juliet estaba algo sonrojada, Daniel había tenido la confianza de mostrarle su abdomen y Juliet lo tocó sintiendo una seguridad inmensa.
Después de un rato subieron nuevamente a su habitación, Juliet había olvidado que había dejado el arma bajo su almohada.
Y Daniel se dirigía a su cama para tomar una de ellas y precisamente esa.
Juliet al ver que estaba muy cerca no supo reaccionar y se abalanzó hacía él tirandolo en la cama quedando muy cerca de besarlo.
El sorprendido la miró y sonrió, 
— Julieta que atrevida eres, pero está vez no caeré en tu juego.
Juliet pudo respirar y el alma le volvió al cuerpo, era un chico completamente diferente cualquier otro se hubiera apresurado a besarla y Daniel no lo hizo simplemente se mantuvo tranquilo.
Juliet aprovecho una distracción y escondió el arma en su pantalón.
Se retiró con el pretexto de que hiba al baño y la escondió dentro del retrete.
Se sentó sobre él y comenzó a meditar, el dolor regreso, sin duda Daniel le hacía olvidar eso y está vez estaba sola, al mirar su reloj vió que ya era tarde y tenía que tomar un baño para relajarse, sin embargo no lo haría con Daniel presente.
Salió del baño y regreso a la habitación el se encontraba tranquilamente jugueteando con una pelota que portaba.
— Julieta, creo que es hora de irme, mi padre se enojará si no estoy en la casa enseguida, además mis estúpidos guardaespaldas me esperan afuera – señaló Daniel levantándose de la cama.
Así que sus guardaespaldas se mantenían afuera, eso era un punto en su contra, había pensado asesinarlo mientras estuviera en su casa, pero ahora no lo podría hacer.
— De acuerdo, gracias por venir me alegraste el día – dijo sonriendo levemente Juliet.
Daniel se acercó peligrosamente a Juliet, ella se tensó pero no hizo ningún movimiento.
Daniel colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja para después sonreír y salir de la habitación, nuevamente por el balcón.
Juliet pudo sacar el aire retenido, ¿Por qué ese chico generaba tantos sentimientos en ella?
No quería tomarle cariño, no sería buena idea.
Mientras tanto Daniel subía a su auto en la parte trasera.
Había ganado un punto más a su favor, pudo estar frente a frente con ella y la había pasado maravilloso, quería que ese momento durará por siempre.
Y así se retiró con una sonrisa triunfal en su rostro.
Ambos comenzaban a encariñarse y solo tenían un día de charla, aunque no para Daniel.
El había soñado con Juliet cada noche y ahora por fin se había acercado a ella.
Ella era muy diferente y eso volvía loco a Daniel, pero está vez nadie asegura que estén juntos por siempre, ¿La sangre de Daniel se derramará?...




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