Un mes después ...
Melany Russo
Mentiría si dijera que estoy lista para despedir a Cecilio, mi cerebro aún no asimila su partida.
Las palabras se quedan cortas, al dolor interno que me provoca su perdida, describir el sentimiento se me es imposible, es aquel vacío inexplicable que sientes en el pecho.
Saber que cuando vaya a su antigua propiedad, él no me abrirá la puerta con un abrazo confortador y con una sonrisa que a pesar de estar en la peor situación te trasmite paz.
Me acerco a su ataúd bajo la mirada de las mafias aliadas a los imperios.
— Perdón, debí hacer algo para evitarlo, espero y me perdones.— Me disculpo a pesar de que no me puede oír.— No alcanzaran las palabras para describir lo que fuiste para mí, perdón por darte tan poco cuando me lo diste todo, abuelo.— dejo caer varias lágrimas.
—Bichito, comenzará la ceremonia.— Jackson se me acerca y me abrasa por detrás.
Me limpio las lágrimas y voy con Jackson tomado de la mano, nos sentamos con Nick y Sam.
No es un enigma el hecho de que sin él a mi lado no tendría las fuerzas suficientes para poder estar aquí, tampoco puedo negar que el apoyo que me ha dado Nick y Sam también ha sido parte crucial para que no vuelva a caer en la RRF.
No demuestres tus debilidades.
Aquella frase que tanto me decía, suena en mi cabeza.
La ceremonia comienza, el encargado, inicia a describir un poco de la vida de mi abuelo.
Se siente algo extraño estar aquí, cuando estuve en su primer funeral, tenía la certeza de que él estaba a salvo en una locación que solo yo conocía, cuanto desearía que este fuera el mismo caso.
Lo único que tengo por seguro, es que cuando todo esto termine, haré pagar a Lizzy, se metió con lo más importante para mí, tocó a una persona intocable para mí, pagará por su traición y por lo de Cecilio.
Vuelvo de mis pensamientos, al Jackson apretar su agarre en mi mano.
El dirigente del acto, da por terminada la ceremonia, todos nos levantamos, Jackson me pasa una pistola, todos comenzamos a disparar al cielo, en conmemoración del mejor líder de imperio.
Todos se acercan al ataúd, a despedirse por última vez.
Jackson, Nick, Sam y los demás miembros de mi imperio, nos acercamos en donde será depositado el ataúd.
¿No resucitará?
¿En serio lo voy a perder de esta forma?
Bajan el ataúd por completo y siento que mis piernas pierden sus fuerzas, Jackson me sostiene.
—Todo estará bien, te lo prometo.— me abrasa fuerte, apegándome a él.
¿En serio estaré bien?
¿En algún momento me perdonaré por dejar que esto pasara?
No lo creo.
—Debemos irnos.— Jack me toma por la cintura y me saca del lugar, atrás de nosotros vienen Nick y Sam.
Cuando salimos, saco las llaves del Bugatti Centodieci, subo al hiperdeportivo del lado del piloto y Jackson del copiloto.
Enciendo los motores y acelero lo más que puedo, agradezco el hecho de que la carretera esté algo despejada, ya que a la velocidad que voy no creo que me daría tiempo a frenar si algo se atraviesa.
—Conduces como si nos quisieras matar.— dice al ver el tablero que marca 200 km/h.
—Puedo manejarlo.— digo y solo asiente.
En unos minutos llegamos a su mansión en la playa, estaciono el coche y tiempo después llegan Sam y Nick.
Jackson y yo vamos al área de torturas, abro la puerta y sale un ambiente lleno de dolor.
—¿Cómo les fue en el funeral?—Pregunta Lizzy desde que me ve.
—Pero miren a quien tenemos aquí, a la adicta.— ríe Lombardo.
Cierro la puerta detrás de mí, Jackson se sienta en una esquina apartándose para que yo pueda tomar mi venganza.
—¿A caso no hablas? ¿O la RRF te dejo sin habla?— intentan provocar.
No les des ese poder, Melany.
Escucho la voz de Cecilio en mi cabeza.
Saco dos dosis de MR y dos de RRF, las dos únicas dosis que quedan. Las preparo juntando una de cada una para crear una droga letal.
Tomo diez agujas, comienzo a lanzarlas con fuerza a los ojos de Flenter y Lombardo haciendo que estas se incrusten en ellos, ambos intentan reprimir el dolor, pero se les es imposible. Luego comienzo a lanzarlas en lugares claves que le puedan proporcionar dolor, pero no que le produzcan la muerte.
—¿Es lo mejor que tienes?— dice Flenter con los ojos llenos de sangre.
Les conecto el desfibrilador, recordando mi tortura, solo que a diferencia de ellos, no iniciaré suave. Lo cargo al 85% y mando las ondas, sus cuerpos se alzan bruscamente para luego bajar de un golpe, lo subo a 100% de su carga repitiendo la acción.
Ambos están por desmayarse, pero no se los permitiré, les disparo a ambos en ambas piernas, haciendo que recuperen la conciencia.
—¿Qué sucede? ¿Ya están cansados? Sí, acabamos de empezar.
Tomo una navaja y con todo el tiempo del mundo me dispongo a arrancar sus pieles, evitan quejarse, pero les es imposible aún más cuando termino y les vierto una mezcla de alcohol y sal.
Tengo que admitirlo, sus gritos solo me motivan a seguir.
—¡Maldita puta!—exclama Lizzy.
—Debieron pensarlo antes de traicionar a los imperios.
—Lo dices por qué no sabes lo que es crecer bajo la sombra de alguien, tener que hacer todo lo posible para poder resaltar, no has sufrido ni lo más mínimo, Melany Russo, te mereces sufrir, mereces estar en las ruinas.— dice entre el dolor.
Tomo una navaja y me acerco a ella, saco su lengua, la corto, hace un intento de grito, pero lo detengo cuando se la entro y se la hago tragar.
—Tienes razón, no sé lo que es estar bajo la sombra de alguien, porque nadie ha podido ni podrá hacerme menos, eso es algo con lo que se nace Lizzy, cuando eres líder por naturaleza.
Vuelvo a la mesa en donde deje las dosis, tomo ambas jeringas, la primera se la inyecto a Lizzy y la segunda a Lombardo. Rápidamente, comienza a hacer efecto, la sangre comienza a brotar de su piel, causándoles un dolo inimaginable.