Melany Russo
—Debe de haber una explicación, Jackson te ama.—Dice tratando de dar una explicación o más bien tratando de buscar una.
También quiero buscar una, pero es que no la hay, no existe.
—Sí, claro. —digo con sarcasmo— Hay una maldita explicación del porqué demonios en esta maldita imagen aparece con otra.—observo bien la imagen y sonrío de manera sarcástica.— con la perra de Kate.
—Bien, es cierto, todo indica lo que paso.
—Sam. —lo miro— te juro que trato de pensar en que hay una explicación, pero una imagen habla más que mil palabras. Ni siquiera me ha llamado, eso quiere decir que si yo no me enteraba él no me lo hubiera dicho. — dejo el teléfono en el escritorio.— joder, Sam no sé qué hacer.
—Debes hablar con él.—me sugiere.
—¿Crees que no lo sé? Pero ahora si hablo con él, fácilmente el imperio Romanov se queda sin líder.
Realmente no sé en qué pensar, esto me jode. Esta era una de las razones por las que no quería involucrarme con alguien, especialmente con Jackson. Las cosas son evidentes: fui una tonta por haber creído en sus malditas mentiras.
Pasó años con Kate, ¿por qué no pensé que él no se habría enamorado de ella? Solo fui un juguete el cual utilizo como remplazo.
¿Por qué jugo conmigo así? Estoy harta de siempre dar todo de mí y que los demás me cambien o me traicionen.
—Sam, volveré en una hora, no quiero que me mandes a seguir o me rastrees.— me levanto de mi silla.
—¿A dónde vas?
—Tranquilo que no iré a matar a nadie.
Salgo de mi oficina, paso por mi almacén de armas y tomo una, luego voy al estacionamiento y tomo las llaves del Bugatti Chiron subo al coche y enciendo los motores, salgo del estacionamiento lo más rápido posible, en el trayecto compro unos cigarrillos, los guardo y conduzco hasta llegar al campo de tiro.
Ya cuando llego me estaciono, coloco la caja en mis bolsillos, entro y agradezco que este vacío. Saco un cigarrillo y lo enciendo, lo coloco en mis labios y lo aspiro, tomo mi arma y comienzo a disparar hacia los blancos.
En cada bala que sale de mi arma se van algunos sentimientos.
¿Por qué las decepciones amorosas duelen tanto?
Disparo.
¿Por qué demonio nos aferramos tanto emocionalmente hacia las personas?
Disparo.
¿Por qué demonios tenemos que amar?
Sigo disparando mientras fumo.
Luego de unos minutos dejo todo de golpe, ya que un fuerte dolor de cabeza me azota, todo me da vueltas y veo borroso.
¡Malditas secuelas de RRF!
Mi teléfono suena y por el tono de llamada sé que es Cecilio, no contesto, pero vuelve a llamar.
—¿Sucede algo? — pregunto desde qué tomo la llamada.
—No, todo está bien, cariño. ¿Por qué no tomaste mi primera llamada?
El dolor de cabeza aumenta.
—No escuche el timbre.
—¿Estás bien? Te escucho algo extraña.
—S-sí, estoy bien.— trato de convencerlo.
—Puedes contarme lo que sea lo sabes.
—Estoy bien solo es que me duele un poco la cabeza, es normal.
—Entiendo, trata de relajarte, el efecto debe de pasar.
—Sí, gracias, ¿Hablamos luego?
—Sí, cuídate.
Aparte de lidiar con mi maldito dolor emocional también tengo que soportar este dolor de mierda.
Tomo asiento en una de las sillas y enciendo otro cigarrillo y me lo fumo.
Talvez esto me mantiene sin pensamientos sobre Jackson y esa perra de Kate.
Jackson Romanov
No sé qué demonios hacía en esa habitación, es decir, nunca entro allí, es extraño, ya que no recuerdo haber entrado ahí.
Talvez la mente me está fallando, después de todo he estado muy ocupado con las discusiones con la Alemana.
Salgo de la mansión hacia el jardín y Sam y Nick están creo que bebiendo o no sé, realmente ni me importa, sigo de largo y voy a la zona de control, subo las escaleras y cuando llego todos me miran y se inclinan ante mí.
—Contáctenme con el líder de la Alemana.
Acatan mi orden y en cuestión de segundos, tratan de comunicarme con mi único problema hasta el momento.
—Romanov.— saluda el líder Alemán.
—Henry.—lo miro atreves de la pantalla.— Tu mafia se pasa por el culo, las leyes de mi imperio, veo que se les ha olvidado quién es el jodido jefe aquí.
—¿Qué te puedo decir? Hay algunos rebeldes que no respetan las tradiciones, y mucho menos los tres pilares.— responde.
—¿Entonces me estás afirmando el hecho de que no tienes control sobre tus hombres? Porque eso es lo que claramente parece.
No dice nada, por lo tanto, vuelvo a hablar.
—Me lo suponía... te diré las cosas una última vez antes de que todo se vaya a la mierda con la Alemana y yo decida hundirla.— cruzo mis brazos.— Controla a tu patética mafia, ni la Mafia negra, roja y mucho menos el imperio Romanov va a seguir tolerando su patético comportamiento impulsivo. Soy Jackson Romanov y eso bien lo sabes, por lo tanto, este es mi último aviso para que le indiques a tus mugrosos hombres que a la Bratva se le respeta.
—Lo entiendo perfectamente bien, Romanov, pero...
Lo interrumpo.
—Creo que no me has entendido. No estoy pidiendo tu opinión o tu punto de vista. Esto es simple, o arreglas la Alemana en cuatro días o la Alemana deja de existir. Acabe con el linaje Flenter en horas, el cual era uno de los imperios, así que no me costara nada acabar con una estúpida mafia de mierda que está mal manejada. ¿Entendido?
—Sí, Romanov.
—Recuerda... nada escapa de mi vista, ahora vete a trabajar.
Mis hombres cortan la comunicación.
Miro a todos y les digo.
—Vigilan cada uno de sus movimientos y si ven que al segundo día no tiene ni la mitad logrado, le explotan su base central de armas.
Todos asienten y yo me retiro y vuelvo a cruzar la mansión y vuelvo a mi oficina, me siento en mi silla y enciendo la laptop viendo algunas noticias para así estar al día con algunos movimientos que dan las organizaciones internacionales de seguridad que tengo compradas, cuando confirmo que todo va bien dejo la laptop y tomo mi teléfono para hablar con mi mujer.