La magia de las Mariposas

Capitulo 2. Los días del ayer

   Las cinco seguían en el gimnasio, intentando asimilar lo que acababa de pasar, no mucho pueden contar que un amigo o amiga volvió para hablarles.

Todas estaban tan metidas en sus pensamientos que nadie hablaba.

   —¿Os acordáis de lo que hacíamos un día como hoy? —preguntó SinB rompiendo el silencio. —Cuando íbamos juntas a clase.

   —En clase de gimnasia hacíamos de las nuestras, Yerin siempre estaba en medio, era la primera que llamaban la atención—dijo Umji animándose.

   —Cuando el profesor nos castigaba, todavía me acuerdo del dolor en los brazos—dijo Yuju. —Aunque eso no lo echo de menos, en realidad, nos pasó hace poco a SinB y a mí.

   —Es verdad, con ese profesor que no hacía más que llamar la atención a cualquiera.

   —¿Estáis seguras que no armasteis uno de vuestros planes? —dijo Sowon levantando las dos cejas. Todas empezaron a reír.

   Esos momentos eran los que contaban, Eunha lo tenía muy presente.

   —Los almuerzos eran e mejor momento—dijo Eunha. —Podíamos estar hablando de todo en una media hora.

   —Se nos hacía muy corta, pero si, era la mejor media hora del día en el instituto. Y aún lo sigue siendo, no olvidemos que nos graduamos en pocas semanas, todavía no lo estamos—dijo Yuju.

   —¿Cuantas semanas quedan? ¿Eh? Te lo diré con los dedos—SinB levantó dos dedos. —Dos, bueno no, una y tres días, no llega ni dos semanas—dijo mientras le pasaba la mano por encima de la cabeza, revoloteando su cabello.

   —¡Oye! ¡Mis trenzas! SinB te divierte esto ¿verdad?

   —No podéis estaros quietas ¿verdad? —Eunha reía mientras lo decía, en su interior no quería que esos momentos terminaran.

   —También teníamos los momentos con el calor encima—dijo Sowon. —Recuerdo que nos fuimos a dormir a casa de mi abuela y nos aburrimos ese día, el calor no nos dejaba hacer las cosas que queríamos hacer.

   —Es verdad—dijo Eunha. —Pero ese día SinB se encargó de eso, tuvimos que pedirle ropa seca a tu abuela porque aquí la señorita nos mojó a todas con la manguera.

   —Venga—le dio un golpe de codo. —Admite que te gusto, os divertisteis con el agua, no digáis que no—contestó riendo.

   —¿Y las veces que Yuju nos intentaba asustar con historias de miedo? —dijo Umji. —Esa noche no pude dormir—dijo acordándose con una leve sonrisa.

   —Esos días nunca se nos olvidaran…—dijo Sowon mirando al techo, había varias lámparas colgando. —Las noches de verano eran las mejores, comíamos sandia y…—se paró por un instante. —Los helados, comíamos montones y montones de helados de frutas en esa heladería.

   —Hablando de esa heladería, cerca de ahí había una tienda de antigüedades ¿verdad? —dijo Umji no muy segura de lo que decía.

   Eunha empezó a recordar algo, un momento que lo tenía muy olvidado al parecer, pero volvió a su mente como un rayo de luz.

   Era unos días antes del incidente con el puente, estaban saliendo del instituto cuando pasaron por la heladería por excelencia.

   —¿Queréis un helado? —preguntó Sowon. Como de costumbre Yerin empezó a saltar de felicidad dando entender que, si quería, en ese momento era la chica más feliz del mundo.

   —Helados de frutas para todas—dijo Yuju saliendo de la tienda junto con Sowon. Una llevaba sabor de fresa, otra de kiwi, de coco, piña, plátano y melocotón.

   El día se iba, pero el calor seguía presente entre ellas, ese día caminaron por un camino diferente al que acostumbraban a ir; un camino con apenas unas luces que acompañaban a la luna llena, sin ninguna nube cerca.

   Era un camino no tan largo como pensaban, cerca de donde caminaban había una tienda, descuidada y vieja, pero tenía algo especial, algo magnético que las atraía, como si fuera el mismo destino o una fuerza sobrehumana que las animaba a entrar.

   —Que misteriosa—dijo Umji acercándose a la ventana, estaba medio rota y no tenía luces en su interior. Su curiosidad fue más allá al tocar un cristal medio roto el cual cayó haciendo eco. —Lo siento—dijo tapándose la boca.

   —Esperemos que no hubiera nadie dentro—dijo SinB alejándose de la puerta, en ese preciso instante una luz se encendió acompañada de una voz anciana y malhumorada. Las chicas intentaron huir, pero para ser una anciana, la señora llegó sorprendentemente rápida a la puerta de entrada.

   —¿¡Qué queréis!? ¿Esas son horas de llamar? —la anciana llevaba un camisón violeta y unas zapatillas de seda del mismo color. Las chicas se quedaron mirándose entre ellas, no era tan tarde ¿verdad?

   —Lo sentimos mucho, señora—dijo Sowon tremendamente preocupada por lo que les pudiese pasar. La señora echó un vistazo al exterior de su tienda y descubrió a una de ellas, Umji, cerca de la ventana rota.

   —¡Tú! ¿Qué has hecho!? ¡Mi ventana! —La señora empezó a gritar que parecía que la estaban robando, y ahí se levantó otra mujer, esta era joven y parecía tranquila y calmada a comparación con la anciana.

   —Mamá, ¿qué pasa? — dijo abriendo la puerta, estaba medio dormida y se refregaba los ojos como prueba.

   —Ay Mina, ¡mira lo que nos han hecho! Nos han roto las ventanas, esa panda de gamberras.

   << ¡Señora!>> pensó Yerin abriendo los ojos como platos. —Nosotras no hemos sido. Ya estaban así cuando llegamos.

   —Si seguro, ya es la tercera vez que nos rompen el cristal, esta vez lo pagáis vosotras—las demás se pusieron a la defensiva con el tema, y no era para menos ya que las acusaba falsamente.

   —Esto ha sido un malentendido—dijo Sowon intentando tranquilizar a la mujer. —¿Qué le parece si le ayudamos a recoger los cristales rotos?

   —¿Qué? —Las demás no querían, no estaban de acuerdo, ¿por qué lo tenían que hacer ellas? —Eres demasiado altruista ¿lo sabes? —le dijo SinB al pasar delante de Sowon.

   No querían, pero al final las convenció para hacer algo caritativo por lo menos, aunque no haya sido su culpa, Sowon se sentía mal por la anciana, por lo que les pidió por favor que la ayudasen.




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