La magia mas poderosa

Pétalos

Justo como pensé no pasaron ni siquiera dos minutos para cuando Hinie estaba completamente vuelta loca gritando y volando por todos lados por la inconmensurable felicidad que sentía.

  • ¡Oye! – Le grité intentando calmarla.
  • ¿Qué? – Respondió con una voz que se alejaba y acercaba por volar alrededor sin un rumbo fijo.
  • ¡Ven, baja! – Le grite de nuevo. – Hay algo que quiero mostrarte…

Por la curiosidad que sentía por aquello que quería que mirara, bajo y podía verse en sus manos como le temblaban por la felicidad que tenía, le dije que me siguiera pero que tuviera algo de paciencia pues el viaje sería algo largo. Ella en vez de aceptar mis palabras me tomo por debajo de los brazos y comenzó a intentar volar cargándome, y bastante diferente a lo que pensé… No pudo cargar con mi peso con facilidad, no soy exageradamente pesado pero ahora entiendo que las hadas la fuerza mágica que poseen carecen de ella físicamente, apenas y pudo levantarse del suelo unos centímetros agitando sus alas con mucha fuerza y causando una polvareda en el suelo por el aire que lanzaba.

  • ¡Es imposible! – Dijo soltándome bruscamente y dejándose caer al suelo completamente exhausta.
  • No pensé que las hadas fueran tan débiles físicamente… - Aseveré mirándola fijamente.
  • No lo somos… - Replicó ella mirándose a sí misma, como si estuviese lastimada.
  • ¿Estás bien? – Pregunté.
  • Eso creo… - Claro que no sonaba convencida, pero por más que la miraba no veía algo extraño en ella, la veía exactamente igual. – Podemos cargar con facilidad a un orco… - Continuó. – Un humano que pesa menos de la mitad que uno de ellos debería ser un paseo por el parque, pero parece ser que mi fuerza se ha ido.
  • Quizás sea porque has salido de la ciudadela…  - Esta era una opción, pero me parecía curioso. – Pero me dijeron que el poder de las hadas era contenido dentro de la ciudadela… ¿No se supone que estando aquí afuera deberías estar sintiéndote con mucho más fuerza?
  • Supongo que tiene algo que ver el hecho de que te hayas convertido en el contenedor de la magia… Pero bueno, alegrémonos que no has muerto a causa de esa cantidad exagerada de magia que debiste haber obtenido y que claramente el cuerpo de un humano no puede soportar.

Mientras avanzábamos la conversación fue poco a poco terminando, mas no porque así lo hubiéramos querido, simplemente Hinie estaba tan absorta mirando todo aquello que nunca pudo mirar más que en retratos pintados de artistas ambulantes, llego incluso a volar tan alto que ya no pude verla y regresar a la tierra firme con unos ojos que no demostraban algo que no fuera un enorme enamoramiento por aquella esta tierra, y para esto hay que aclarar que la zona circundante a las hadas es realmente bella.

Antes de que llegáramos al sitio que quería mostrarle le dije que cerrara los ojos, ella desconfiando un poco se negó, pero basto con insistirle unas cuantas veces diciéndole: “Quiero que lo veas estando allí, para que sea una sorpresa”  para que cediera a cerrarlos y permitirme guiarla; aprovechando que podía volar le dije que flotara un poco para que no sintiera con sus pies el suelo y la sorpresa fuera completa (además de que si lo hacía, sin dudas sabría dónde estábamos) Pasamos algunos minutos más avanzando de esa forma y ella estaba algo impaciente preguntando como niño pequeño insistentemente: “¿Ya llegamos?” y yo contestándole la misma cantidad de veces que ella preguntaba: “No, aun no; pero pronto.” Al estar finalmente en el lugar y antes de pedirle que abriera los ojos le dije que bajara lentamente hasta el suelo y que no dijera una sola palabra por lo que sus pies sintieran, ella confundida hizo caso y movía los dedos de sus pies sintiendo el suelo (estoy seguro que ya sabe dónde estamos, pensé.) En su rostro se dibujó una sonrisa, esperando pacientemente (ahora sí) a que le dijera que ya podía abrirlos. “Abre tus ojos” Le dije a la vez que me hacía a un lado; al abrirlos un extraño acontecimiento comenzó a ocurrir, sus ojos se clavaron en toda la extensión del gigantesco campo floral en donde estábamos y el suelo comenzó a moverse ligeramente, era como si estuviera ocurriendo un temblor pero se sentía diferente, después vi como sus manos temblaban y fue aquí cuando me di cuenta de que era ella quien estaba ocasionando esto.

  • ¡Mira eso! – Gritó con todas sus fuerzas y a diferencia de otras veces ahora no voló para mirar toda el área desde arriba, en cambio comenzó a caminar acariciando con sus manos cada una de las flores que podía.

Mientras más caminaba aquel temblor se hacía más fuerte (sin llegar a ser “peligroso”, pero sintiéndose cada vez mas) Las flores que tocaba se arrancaban de sus tallos y los pétalos se separaban girando todos en torno a un mismo sitio de una forma muy peculiar, pero ella no se daba cuenta de ello; como yo no pensé que esto fuera peligroso, pues sabía que lo estaba haciendo ella no se lo hice saber, al menos no hasta que aquellos pétalos ya siendo muchos tomaron la forma de un gigantesco hombrecillo.

  • ¡Hinie! – Grité a lo lejos, estando ella muy delante.
  • … - Ella no respondió y solo giro la cabeza mirándome a mi señalando con mi mano a aquella “criatura” formada por los pétalos de todas las flores.
  • ¿Qué haces? – Le pregunté sin dejar de señalar a aquella cosa.
  • No soy yo… - Dijo ella secamente y corrió hacia donde yo estaba.

Aquella gigantesca criatura simplemente se limitó a observarnos, o eso creo… Pues no tenía ojos, pero giraba su cuerpo hacia donde estábamos.

  • No creo que sea malvado… - Dijo Hinie, alejándose un poco de mí y avanzando hacia donde aquella cosa se encontraba (a quizás 100 metros de donde estábamos nosotros)
  • Espera. – Le dije tomándola del brazo. – Déjame ir, aún no sabemos que sucede con tu magia y creo que es preferible que vaya yo que no tengo a tu que podrías causar un desastre…



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En el texto hay: amor, magia, retos

Editado: 26.03.2021

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