Geinia.
Durante esa noche no pude conciliar el sueño, aquello que ese Elfo dijo me dejo pensativo, esa chica llama mi atención… ¿pero cómo pareja? y aun y si fuera así, ¿Qué probabilidades tiene un simple humano para enamorar al ser más hermoso del planeta?
- ¿Tampoco puedes dormir? – Preguntó Hinie a mi espalda flotando levemente.
- No… - Respondí con algo de vergüenza y sin poder mirarla a los ojos.
- ¿Por qué no me miras?, ¿Te he ofendido o herido de alguna manera? – Su voz parecía dolida, por el pensamiento de que quizás fui lastimado por algo que ella hizo.
- ¡No, no! – Repliqué velozmente agitando rápidamente mis manos. - ¡No has hecho algo como eso!, es solo que… - Hice una pausa y caí en la cuenta de que no es algo que quisiera decirle… El rechazo seria evidente. – Descuida, es nada. Pero tú no me has hecho algo, sino todo lo contrario, es cómodo tenerte cerca.
- Me alegra oír eso. – Agregó en un tono relajado y contento. - ¡Oh mira! – Gritó señalando hacia el cielo. – Hoy Geinia alumbra el cielo; es hermosa, ¿no?
- Si lo es… - Contesté yo mirando fijamente a Geinia que se encontraba exactamente a la mitad del cielo resplandeciendo con esa tonalidad rosada característica y de incandescencia variante.
Hinie se sentó al lado mío y poso su cabeza sobre mi hombro y sin darse cuenta cayo rendida por el cansancio y permaneció dormida.
- ¿Es esto una prueba? – Pregunté al cielo, dirigiendo mi voz a Geinia. – Soy solo un humano y, ¿Por qué hacer que me enamore de alguien como ella? A sabiendas de que esto es imposible… Es cierto que Niod me ha dado una posible respuesta… pero, ¿es la correcta?
Ante mis preguntas Geinia no respondía… Quizás estaba esperando demasiado de una roca por encima de nuestro planeta, una roca que no posee una consciencia real y que las leyendas son solo eso… leyendas. No sé por qué quise seguir mirando a Geinia y tras unos minutos la luz de ella se comenzó a unificar en algo que fue bajando hacia el suelo donde me encontraba, tomo la forma de una mujer muy alta y demasiado linda, tanto que era como si fuera un hada más, salvo que no poseía las características alas de ellas y tampoco rasgos de alguna otra raza…
- ¿Geinia? – Pregunté temeroso.
- … - No respondió, o al menos no con voz pues su cabeza asintió.
Posteriormente comenzó a caminar hacia nosotros y con su mano acaricio la mejilla de Hinie, quien sonrió como si su propia madre estuviera protegiéndole el sueño, al terminar de acariciarla me miró fijamente y me señalo con su mano extendida y después a Hinie.
- ¿Me estás diciendo que puedo estar con ella? – Pregunté.
- … - Geinia negó con la cabeza y regreso su mano señalándome a mí y una vez más a Hinie.
- ¿Qué si quiero estar con ella? – Pregunté ahora mirando a Hinie.
- … - Geinia asintió.
- No lo sé… - Si lo sabía, pero me aterraba que Geinia lo tomara como una ofensa pues como he repetido muchas veces, soy un humano.
- … - Geinia ladeo la cabeza en son de incredulidad y repitió el movimiento una vez más.
- ¡De acuerdo! – Grité desesperado, despertando a Hinie, pero sin darme cuenta pues ella solo abrió los ojos y no se movió. – Si quiero… Pero me aterra que sea rechazado pues las reglas son absolutas… Un humano y un hada no pueden estar juntos… Los humanos somos seres corruptos mientras que las hadas son lo más puro del universo, es impensable que algo como eso suceda…
- ¿Lo es? – Preguntó la voz de Hinie.
- … - Yo me quede completamente congelado, mi sangre se sentía realmente espesa y mi cuerpo comenzó a sentir un escalofrió que lo recorrió desde la punta de los pies hasta el cabello más largo de mi cabeza, no sabía que responder y de hecho actué como si estuviera muerto de pie, pues no hice el mas mínimo movimiento o sonido, ¡No sabía que hacer!
- … - Geinia parecía estarse riendo pues sus gestos corporales así lo insinuaban…
- ¿Hay algo malo con los humanos o conque nosotras y ustedes no puedan amarse? – Preguntó ella alejándose un poco de mí, y sosteniendo mi cuerpo con la palma de sus manos. – No lo considero así… - Al decir esto último en su voz pudo verse reflejado un tono de tristeza bastante profundo…
- Son las reglas… - Dije yo, sin poder mirarla.
- ¿Entonces esa es la razón por la que no puedes mirarme? – Ella buscaba mi mirada pero por inercia la evitaba una y otra vez. - ¡Mírame! – Gritó sosteniéndome la cara con ambas manos. - ¿Qué tiene de malo que un hada y un humano se amen?
- ¡No tiene algo de malo! – Dije yo fuertemente mirándola y sosteniéndole sus manos. - ¡No lo tiene!, pero somos muy diferentes… Ustedes son seres perfectos, nosotros solo somos humanos… Ni siquiera podemos poseer magia pues ella. – Señalando a Geinia. – Nos la negó según las leyendas.
- … - En ese momento Geinia negó con la cabeza, dando a entender que ella no negó la magia a los humanos.
- ¿No nos negaste eso? – Pregunté. – ¿entonces no eres tu quien otorga la magia?
- … - Geinia asintió, de su luz comenzó a salir un pequeño hilo que se acercaba a mí, este hilo al intentar enredarme fue como si mi propio cuerpo lo rechazara e incluso sentí algo de dolor, mas no algo tan elevado.
- Entiendo… - Agregue. – ¿Somos los humanos mismos quienes por alguna razón rechazamos esa habilidad?
- … - Geinia asintió una vez más.
Fue aquí cuando lo comprendí, la razón por la cual los humanos y hadas u otras razas mágicas no pueden estar juntos. Los cuerpos de los humanos rechazan la magia y es por ello que el romance entre nosotros y otras especies está prohibido pues seguramente podría desencadenar en la muerte para nosotros mismos…
- ¿Lo que dijo el elfo es verdad?, ¿Que tú puedes darnos magia si logro derrotar a cada uno de los diferentes guerreros de las otras razas?
- … - La cabeza de Geinia se movía hacia arriba y hacia abajo… Era un sí.