La magia mas poderosa

Olvidar.

Intenté por varias horas preguntar a las personas sobre aquellos rufianes que habían hurtado mi arma y en casi todas las ocasiones recibí la misma respuesta que era la misma persona apuntando hacia el oeste, un poco convencido con esta acción emprendí marcha hacia el sitio en cuestión, en realidad no sabía a donde tenía que llegar o que es lo que debía buscar, pero al menos tengo una pista muy importante: mi arma.

Es imposible que haya dos en este mundo no importa que hayan otros herreros con mi misma habilidad o incuso mayor, no puedo recordar los rostros de esos animales, pero puedo recordar a la perfección cada detalle de mi propia arma… Caminando fui notando que con cada paso el ambiente se iba tornando más y más “apagado” y lúgubre, aquellos sonidos de felicidad y gente despreocupada se iban alejando más y más y con el pasar de la distancia únicamente se veían personas en la pobreza extrema que me miraban con odio aun y sin conocerme.

  • Disculpe… - Dije a un hombre mayor que me observaba con menos odio que los demás.
  • ¡Muérete! – Dijo aquel anciano sacando un tenedor de su bolsillo e intentando clavármelo en el pecho.

No insistí y decidí mejor mantener mi distancia con las personas de este lugar… o la siguiente podría dar en el blanco y terminar conmigo; unos pasos más al centro de este pequeño “pueblo” dentro del otro y todo era caos, las personas discutían entre sí por un pedazo de pan, algunas otras se golpeaban con desesperación por un poco de agua y pocas más llamaban a la puerta de algún sitio que parecía estar atrancado por dentro para impedir el paso, afortunadamente todos ellos estaban más interesados en sus propios asuntos que en mí mismo, por lo que podría decir que en ese mini pueblo yo era un simple fantasma invisible y del cual no habría de que preocuparse, o eso creí…

  • ¿Qué tenemos aquí? – Dijo una voz rasposa a mi derecha.
  • ¡Carne! – Dijo otra a mi izquierda.
  • No tengo alimento conmigo… - Dije sin voltear a mirarles.
  • No ha entendido hermano. – Le dijo el sujeto de la derecha al de la izquierda.
  • No te preocupes hermano, seguramente lo hará una vez este dentro del fuego.

Al terminar de hablar ambos comenzaron a reír, tras unos segundos se detuvieron abruptamente y el que estaba a la derecha tomó mi brazo con fuerza, apenas hacerlo golpee con mi mano libre al de la izquierda haciéndolo un poco hacia atrás y gracias a que estaban ligeramente hambrientos (no se desde cuándo) mi fuerza física era mayor que la suya por lo que quitarme de encima al que me sostenía no fue del todo complicado logrando empujarlo algunos metros y haciendo que cayera, sin darme cuenta aquel al que había golpeado primero se irguió y mordió mi antebrazo con fuerza haciéndome gritar de dolor, lo golpee en la cabeza para que me soltara pero no lo hizo, y aprovechando la situación el otro hizo lo mismo pero dirigiéndose hacia mi pierna, la mordió y del dolor me hicieron caer, se posaron encima de mí y con su peso impidieron que me moviera, uno solo no era problema, pero el peso de ambos ya era mucho para mí solo…

  • Una buena cena siempre da pelea hermano… - Dijo el que me había mordido la pierna lamiendo la sangre que tenía embarrada en su cara.
  • Así es hermano, eso siempre les da un sazón riquísimo… - Agregó el otro limpiándose la cara con sus manos para posteriormente lamerla también.
  • ¿Cómo lo llevaremos hermano?, ¡es jugosamente pesado! – Añadió el que me había mordido la pierna.
  • Hemos de dormirlo… ¿No? – Pregunto el otro de los hermanos.
  • ¡Si, si, si! – respondió con emoción.
  • Apenas me suelte uno de ustedes, ¡Haré pedazos al otro! – Dije muy molesto.
  • ¡uy!, ¡Hermano mira sigue peleando! – El tipo que me había mordido la pierna parecía estar ligeramente más loco que el otro… - ¡Déjame dormirlo!, ¡Ándale, ándale!
  • ¡Espera! – Agregó el hermano más “sereno” – Sabes que no puedes hacerlo…
  • ¡Hermano! – Grito furico el tipo más loco. - ¡HERMANO! – Agregó mientras se golpeaba la cabeza.

En cuanto se comenzó a golpear la cabeza vi mi oportunidad pues la fuerza que aplicaba sobre mi fue menor lo que me permitió desequilibrarlo y derribarlo, una vez en el suelo mover al otro de los hermanos me fue más sencillo, comencé a levantarme apoyando mi peso sobre el hermano más sereno y golpeando fuertemente en la cabeza al hermano loco logrando noquearlo.

  • ¡Hermano! – Grito desesperadamente el tipo sereno. -  ¿Qué le has hecho? ¡Monstruo!
  • Lo dormí. – Respondí burlándome un poco. - ¿Qué les sucede a ustedes dos?
  • El hambre cambia la mente más que el odio… - Dijo el seriamente… - Simplemente queremos comer y si miras a tu alrededor de todas las personas eres el más “rellenito” de todos, nos pareciste ligeramente suculento…
  • Están enfermos… - Agregué.
  • Lo estarías también si fueras nosotros. – Al terminar de hablar sonrió de una forma macabra demostrando unos dientes completamente putrefactos y lengua negra.

No sentí necesidad de golpearlo, simplemente me levanté y camine sin darle la espalda y ahora volteando a ver hacia todos lados, por si algún otro loco como estos saliera…

  • No cualquiera perdona a una persona inferior a sí mismo. – Dijo una voz a lo lejos.
  • ¿Quién dijo eso? – Dije mirando a todos lados.
  • ¡Por acá! – Agregó la voz que sonaba desde una azotea. Giré mi cabeza y aquel sujeto de antes que quería que me entrenara estaba parado justo allí sosteniendo mi arma…
  • ¿Usted? – Dije sorprendido porque no pensé que él la hubiera robado y ciertamente tampoco recuperado.
  • ¿Yo? – Dijo burlonamente. - ¿Yo qué?, si es que se puede saber.
  • ¡Esa arma es mía! – Al decirlo comencé a caminar hacia él y ese sujeto se levantó.
  • Lo sé. – Agregó. – Lo supe al verte, esta espada en cuanto mi mirada entro en contacto contigo me pidió regresarla a ti…
  • ¿regresarla a mí? – Le cuestioné.
  • Las armas mágicas son más que solo armas chico. –



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En el texto hay: amor, magia, retos

Editado: 26.03.2021

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