La magia mas poderosa

Esperanza.

Ese sujeto desincrustó la espada de mi antebrazo se hizo algunos pasos hacia atrás y se quedó sentado un momento, me miraba ocasionalmente como si quisiera decir algo pero, había otra cosa que se lo impedía, ¿quizás sus pensamientos?

Yo no quise interrumpir su mente y simplemente deje que fuera el quien hablara primero, no importaba (mucho) que tanto tiempo tomara; tras varios minutos el sujeto se levantó de donde estaba y comenzó a caminar hacia las afueras del pueblo por el norte, después de dar quizás 10 pasos y estando algo lejos y volteo hacia atrás mirando que yo le estaba siguiendo.

  • Mh. – Simplemente hizo una mueca y con sus manos me hizo señales para ir detrás de él. – Sigo pensando que el amor es algo horrible y ni tú ni nadie me hará cambiar de parecer, y en vista de que seguramente no podré hacer algo para lograr que me dejes en paz, de acuerdo. Tú ganas, seré tu maestro con una única condición.
  • ¿cuál? – Pregunté con curiosidad.
  • Solo te entrenaré por un mes, y nada más. Al finalizar este mes, tendremos una batalla que definirá la verdad, si gano, morirás y significará que tengo la razón y el amor es lo peor de este mundo, en cambio sí ganas yo moriré y demostrarás que el amor lo puede todo, incluso que en un mes un inútil sin experiencia como tu logre vencer a alguien como yo. ¿aceptas?
  • No me dejas muchas opciones… - Dije muy levemente para no ser escuchado.
  • ¿Qué? – Preguntó el hombre en tono molesto.
  • Que si acepto… - Reafirmé.

NARRACIÓN DE HINIE

La vida poco a poco vuelve a retomar su color habitual, mi corazón se ha cerrado y de pensar que lo correcto sería olvidar a quien me entregó mi libertad decidí que mejor aprisionaría este pensamiento dentro de mí y no lo dejaría ir. El ya no está en este mundo y no hay algo que yo pueda hacer, solo me queda vivir con aquel bello recuerdo de lo que fue y una imagen dentro de mi cabeza de lo que pudo ser, solamente eso.

  • Hoy luces diferente… - Dijo una voz amiga que se acercaba desde la distancia. – Siempre parecías estar triste y no había forma en la que nosotros lográramos contentarte, pero hoy es como si por fin después de tanto pudieras volver a sonreír, ¿sucedió algo?
  • Hola. – Respondí de una forma neutral, un poco más alegre que otras veces, eso sin dudas. – No ha cambiado algo… - Continué. – Al menos no físicamente, solo aquí. – Señalando mi cabeza. – Acá todo sigue igual. – Con mi dedo apuntando al centro de mi pecho. – Solo decidí que viviría con este sentimiento justo donde está y ya no intentaría reprimirlo más, eso solo lo hará empeorar…
  • Entiendo… - Agregó mi amigo, en un tono que no parecía convencido.
  • ¡En verdad estoy bien! – recalqué acercándome a él y tomando sus manos, en un tono más alegre, que aunque podría parecerlo, no estaba fingiendo. – De alguna manera me siento libre nuevamente, intenté convencerme de algo que ni mi mente ni mi corazón (suponiendo que las hadas tuviéramos uno) querían aceptar, y ahora que les he hecho caso todo parece regresar al menos un poco a la normalidad.
  • Bueno, solo espero que de verdad estés bien. Pero bueno a lo que venía, la reina quiere verte.

Al terminar de hablar mi amigo se fue en dirección del parque común, agito su mano despidiéndose y avanzo hacia allá, yo me quede un poco confundida pues era raro que la reina mandara llamar a las personas, usualmente cuando ella quería ver a alguien simplemente iba hacia él o ella y ya, no había necesidad de mandarle llamar. Con curiosidad por lo que ella pudiera querer decirme me eleve un poco con mis alas, algo que me costó mucho trabajo pues hacía mucho tiempo (demasiado) que no volaba y mis alas no estaban en forma, o al menos no al 100%.

Seguí avanzando hasta llegar al palacio, entre y por el interior no pude ver a la reina en alguna parte; una de las servidoras de la reina se acercó a mí y me preguntó:

  • Hinie, ¿cierto?
  • … - Yo asentí con la cabeza y después ella me señalo hacia afuera.
  • La reina dijo que te esperaba en la puerta principal. – Al terminar de hablar, sonrió levemente a mí y se fue a hacer sus demás deberes en el palacio.

“¿En la entrada?” Me quedé pensando, “¿Qué es lo que trama?”, continúe. Comencé a caminar hacia allá y todo el pueblo se veía de una forma diferente… Era ligeramente más serio que de costumbre y a la vez algo melancólico, no me sentía incomoda pero las cosas simplemente estaban raras por aquí.

Al llegar a la entrada principal de la ciudad la reina estaba parada justo al centro de la misma mirando en dirección de donde yo venía con un rostro serio y elegante, al acercarme la gran barrera de agua que cubría la salida se abrió y la reina se hizo a un lado.

  • Adelante. – Dijo con una voz seria y calmada.
  • ¿puedo irme? – Pregunté.
  • Se bien que luchas contra ti misma en este momento, y probablemente la solución a esa lucha que estas teniendo se encuentre fuera de estas paredes.
  • En verdad… ¿Puedo irme? – Insistí, pues nunca se nos había permitido irnos… especialmente dos veces y ahora no tenía a alguien que reprimiera el poder mágico que corre por mi cuerpo, por lo que es lo que se me hacía más extraño.
  • Si. – La voz serena de la reina me hizo pensar que todo estaría bien y no me volvería loca por el exceso se magia, comencé a caminar lentamente hacia la salida y solo un paso bastó para darme cuenta de dos cosas:
  1. Mi cuerpo estaría bien, ese pensamiento de que la magia nos corrompería no se hizo presente.
  2. Todo lo que dije eran puras patrañas y mentiras intentando engañarme a mí misma por segunda vez.

Levanté vuelo con mis alas aun sin reponerse y volé a una velocidad que nunca pensé pudiera alcanzar en este estado (e incluso uno adecuado), ¿Dirección?, sencillo. La ciudad humana, quería saberlo por mí misma, el seguía vivo o él ya estaba muerto y no me quedaría esperando a que mis pensamientos por fin se convencieran de una u otra cosa, o bien, el llegara victorioso con la noticia de que lo ha logrado.



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En el texto hay: amor, magia, retos

Editado: 26.03.2021

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