La magia mas poderosa

Nacimiento.

Aquel anciano y muy molesto dragón únicamente me miraba hasta que giro su cabeza a Hinie y su rostro denotó un asombro como nunca antes había visto.

  • Dos milagros en un solo momento. – Dijo dejando su cinismo de lado. – Un humano con magia de hada en su cuerpo, que ha doblegado la oscuridad de la misma, y un hada capaz de llorar como si se tratase de un ser vivo común. – Dio un gran suspiro, se acercó a la roca que había encendido antes y la engullo de un solo bocado.
  • … - Yo simplemente permanecí en silencio…

El estómago del dragón se encendió nuevamente y directo a su mano lanzo una pequeña, diminuta flama de color amarillo que cambiaba de color a morado y azul en el mismo patrón. Acerco su mano a mi pecho y posteriormente esa flama se hizo uno conmigo. Aunque a diferencia de otras veces no sentí algo diferente, de hecho solo sentí nada.

  • Sigues siendo un insecto. – Refunfuño, pero curiosamente en su voz parecía haber un poco más de respeto que antes… - Pero al menos no eres un insecto común, te otorgo el poder de los dragones, la flama que no se extingue. Esto es un adiós, mi vida ha llegado a su fin, no desperdicies mi poder en actos de los cuales te arrepentirás…

Al terminar de hablar todas las escamas del dragón comenzaron a tornarse color gris como si fueran de piedra, todas hasta que su cuerpo en su totalidad se cubrió de ellas, la cueva donde estábamos empezó a crujir como si las paredes no pudieran más soportar su propio peso y pequeños trozos del techo se encontraban cayendo; Hinie asustada me tomo del brazo y con sus alas intento llevarme fuera pero algo había cambiado, era como si ya no fuera capaz de volar, al ver esto no dude en tomarla en brazos y salí corriendo de allí. Por fuera de la cueva en la cima de esa montaña todo el paisaje se encontraba nevado por un tropiezo caímos cuesta abajo en la montaña y nos deslizamos hasta el final de la misma, quiero pensar que fue más suerte que otra cosa pues cuando llegamos al final, al suelo. No teníamos un solo rasguño…

  • ¿Estás bien? – Le pregunté a Hinie, refiriéndome a sus alas.
  • No lo sé… - Dijo ella algo asustada. –Soy capaz de moverlas pero por alguna razón no puedo elevarme en el aire, ni cargándote a ti ni tampoco con mi peso solamente.
  • Me extraña… las hadas no tienen peso como tal, entonces, ¿Por qué no pue…?

Mientras decía esto las cosas no paraban de tornarse extrañas, el cuerpo de Hinie se encontraba ganando peso y era como si poco a poco ella estuviera dejando de ser un hada y pasara a ser otra cosa. Asustados por los sucesos no vimos más opción más que ir a la ciudad de las hadas, seguramente la persona que sabe que sucede es el hada reina. Yo estaba algo desconcertado por lo que estaba ocurriendo, pero mirar a Hinie me daba algo de tranquilidad pues ella aunque se encontraba asustada, a su vez estaba bien, solo estaba teniendo cambios físicos…

Después de un tiempo y sin más cambios excepto la incapacidad de volar y el peso físico de un cuerpo en Hinie llegamos a la ciudad de las hadas, pedimos permiso para entrar y sin dilatación nos dirigimos hacia el palacio principal, una vez allí se nos dijo que el hada reina nos estaba esperando en el: “Freido Groe” Un lugar sagrado para las hadas que se encuentra dentro de su misma ciudad completamente al sur, en este sitio nadie excepto la reina misma y reyes (excepto el rey humano) pueden entrar y que se nos esté permitiendo ir… Solo me hace emocionarme y a la vez asustarme, ¿Qué nos querrá decir?

  • Nunca he ido a ese lugar… - Dijo Hinie aun atemorizada. - ¿Tendrá algo que ver con estos cambios que estoy teniendo?
  • Creo que así es… - Respondí mirándola a los ojos y apretando su mano sin lastimarla. – Supongo que la única forma que tenemos de saberlo es, yendo.
  • Pues supongo que así es. – Concluyo ella.

Mientras avanzábamos notamos que el pueblo se veía, diferente. No en el sentido estricto de la palabra refiriéndome a que las casas o el entorno hubiera cambiado, sino a que nos daba la impresión de que algo era anormal, las demás hadas cuando nos veían sonreían de una forma extraña, y en ocasiones algunas hadas más jóvenes se acercaban a Hinie solo para mirarla de cerca, sobra decir que ninguno de los dos sabía que es lo que sucedía. Al llegar a la entrada del “Freigo Groe” las guardias nos permitieron entrar sin siquiera hacernos una sola pregunta, abrieron las puertas y con sus manos nos invitaron a pasar, por dentro todo eran unas escaleras de color azul marino con una puerta redondeada que iban hacia abajo en escalones de 20 centímetros de alto y quizás 60 centímetros de ancho; pasamos mucho tiempo bajando los escalones, en verdad demasiado, no lleve la cuenta pero solo por decir un numero 700 escalones se me hacen pocos; al llegar hasta abajo estábamos completamente exhaustos frente de nosotros se encontraba una puerta más sin ningún tipo de cerradura, supuse que debía empujarla para abrirla pero no importa que tanta fuerza aplicara no podía moverla un solo centímetro, Hinie dijo que lo intentaría pero al igual que yo no pudo moverla en lo más mínimo.

  • ¿Quizás si empujamos juntos? – Sugirió ella.
  • Intentemos. – Respondí.

No necesitamos siquiera empujar… Bastó con que nuestros dedos tocaran juntos ambas puertas para que estas lentamente comenzaran a abrirse, una luz nos encandilo impidiéndonos mirar como ambas puertas terminaban de abrirse y cuando pudimos volver a mirar (curiosamente ambos al mismo tiempo) Por dentro de esa segunda puerta vimos un paisaje que ninguno de los dos, o alguien más podría imaginar: Era un paisaje gigantesco debajo de un sitio tan pequeño, había luz solar como si el sol estuviera aquí dentro, nubes y un cielo que se extendía hasta el infinito (pero por fuera este lugar era imposible de ver….) A lo lejos podía verse una cascada de varios metros de alto, un verdor que recorría todo el inmenso sitio, justo frente de nosotros estaba un pequeño acantilado y al asomarnos por ahí hacia el fondo pudimos observar un prado no muy grande, probablemente 400 metros cuadrados, en el centro del mismo estaba un altar de rocas grabadas con símbolos que por la distancia no pude distinguir y en ese mismo altar la reina de las hadas nos miraba con atención. A nuestra izquierda un camino que iba hacia abajo nos indicaba que debíamos seguirlo y en efecto este nos llevó directamente al prado, ya solo restaba caminar hasta donde la reina se encontraba.

  • Desde que te miré supe que nos volveríamos a ver en este lugar. – Dijo ella de una forma elegante mientras tomaba un poco de agua que se encontraba en ese altar de rocas, echándola en un recipiente dorado. – Bebe. – Dijo dirigiéndose a Hinie. – Ahora tú. – Cuando dijo esto e Hinie termino de beber el recipiente cambio de dorado a plateado y el hada reina lo relleno con agua de nuevo.



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En el texto hay: amor, magia, retos

Editado: 26.03.2021

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