La noche había cubierto el viejo templo que se veía en ruinas, cerca de un misterioso muro se encotraban dos hombres que lo miraban, estaban encapuchados lo que dificultaba poderlos distinguir, el muro se iluminaba gracias a un rayo fantasmal luz de luna que se filtraba por las grietas de la habitación destruida.
Uno de los hombres leía unas palabras talladas en la misteriosa pared de la habitación, su voz sonaba resonante en el lugar gracias al eco, el otro hombre veia mientres este decía.
-El tiempo es largo y no esta muerto y en silencio dormidos están los tres demonios, que esperan las lágrimas de un Sombra caminante y el latiente corazón de un dragón, para despertar y salir de su prisión, con las cuatro espadas de los elementos, el portal se abrira. Ellos dominarán el mundo y quien los despierte su favor tendrá.
Los encapuchados comenzaron a hablar entre ellos, en susurros.
-Ahora sabemos qué hacer, pero no sabemos cuándo.
-Solo debemos obtener las lágrimas de un Sombra caminante, y el latiente corazón de un dragón, yo me encargo de eso.
-Entonces estamos de acuerdo. Es hora de regresar a los humanos a su verdada naturaleza.
Los hombres comenzaron a caminar hacia el portal y mientras caminaban uno de ellos se esfumó en una luz, como si fuera un pequeño destello y el otro se combirtio en una sombra hasta desaparecer en la oscuridad.
La habitación quedó en silencio por unos segundos, hasta que llego una mujer de vestida con un largo vestido oscuro que tenia pequeños puntos de luz como estrellas y aunque no se iluminaba bien el lugar en su rostro se pudo distinguir una sonrisa mientras decía.
-Ya quiero ver cómo va a terminar esta situación.