La magia primigenia

3.- Nuevo punto de vista.

Al llegar a Guayaquil, me topé con una joven muy hermosa, de cabello oscuro, parecía negro pero cuando el sol se reflejaba en él se veía rojizo, sus ojos eran almendrados y grandes, con un color similar a su cabello, su mirada era penetrante de forma tierna y fuerte, sus labios eran elegantes y finos en donde se dibujaba una sonrisa que podía devolver la fuerza a los sentimientos que habían muerto y dar alegría aun con la mayor de las tristezas en el alma, de rasgos muy fuertes y a la vez tiernos.

Pude escuchar su nombre gracias a una voz que la llamaba.

- Ana, ¿dónde estás?

Cuando la vi recordé el pasaje del libro que encontré la noche anterior a mi cumpleaños, en donde hacían referencia a un ser femenino de gran poder, me dio la impresión de ver a ese ser de nombre Nimue.

Cuando se acercó a mí, instintivamente mencioné el nombre

-Nimue.

Ella me miró y me dijo.

- ¿Nimue?

La miré y me sonrojé, agaché la mirada y noté unos símbolos en sus mangas, recordé que los vi en el libro de magia, también recordé que mi padre una vez me comentó que los símbolos son poderosos, que hay personas que conocen eso y lo aplican para su beneficio (me habló de algunas empresas que usan símbolos de forma un poco cambiada y que los recargan con energía vital. Ahora sé que la energía vital es la esencia de todo ser vivo y que se puede sustraer con facilidad).

Nervioso por mi nuevo colegio salí de mi casa, sabía que era lo mejor pues tenía miedo de las enseñanzas de John, y sabía que Nino me enseñaría a comunicarme con las mentes y poder controlar mi concentración.

Llegué a mi nuevo colegio respiré profundo y preferí no pensar más en ello, ingresé a mi clase y al mirar a las personas encontré a la chica de los símbolos, estaba con un grupo de amigos conversando, dudo que notara mi presencia.

Sonó la campana y entró el profesor, era un hombre de aspecto sencillo que no parecía tener más de 26 años, su nombre era Ángel Gabriel, pero dijo que le digan Gabriel, dando su clase se acercó a la ventana y noté que su nombre era bien merecido pues logré ver una especie de alas.

Volteo la mirada hacia mí y sonrió, se alejó de la ventana y comenzó a preguntar sobre la clase.

Al final del día cuando las clases acabaron fui a ver al director pues me habían llamado de la dirección. Cuando llegué a la oficina la secretaria me dijo que espere, al momento salió de la oficina la chica de los símbolos cuyo nombre no recordaba, pero la reconocía por el nombre que recordaba cada vez que la veía.

Su mirada era alegre, sus ojos oscuros penetraron en mí y su sonrisa alivio mis angustias, me dijo: “hola ya puedes pasar, el director ya terminó de hablar conmigo” moví mi cabeza de forma que parecía que decía que no, luego entré en la oficina.

El director estaba sentado de tal manera que la luz que entraba por la ventana no permitía que se vea más que solo su silueta, su voz era profunda y tenía un acento un poco extraño, me daba la impresión de que era argentino.

-Buenas tardes director, me podría decir para que me llamó.

El director no pronunció palabra alguna por un tiempo que pareció eterno, cuando finalmente habló solo me dijo.

-Se puede ir, ya no necesito de su presencia.

Me pareció extraño, pero hice caso y me fui, al salir la secretaria me miró y dijo.

-Nicolás tu maestro privado llamó y dijo que tenías que ir a tu casa rápido, que él no tiene todo el día.

Asentí con mi cabeza y corrí a mi casa.

Cuando llegué, Nino me esperaba y junto a él había una silueta extraña, era Sasha, la perra que pertenecía a mi madre.

Nino y Sasha nunca se llevaron bien, es más nunca estaban en el mismo lugar. Me sorprendí al ver que estaban juntos y recordé que cuando era pequeño los imaginaba como las típicas caricaturas del gato y el perro.

Era gracioso verlos juntos, pues en la mirada de Nino se podía notar el desagrado de tenerla cerca.

Al llegar junto a ellos Sasha se me acercó y me olió la mano, de repente estornudó y sacudió la cabeza a manera de negación, Sasha era una perra muy bella, era una mezcla de chow chow con siberiano, de ojos celestes y hocico prominente, lo más gracioso es que el pelaje de los dos animales era similar, más si no fuera por el hocico, las orejas, las patas, y la cola de Nino que eran de un color oscuro.

El saber que se odiaban y verlos juntos me hizo preguntar si Sasha también era mágica y por qué estaba junto a Nino, en ese momento Sasha miró a Nino y dejó escapar un suspiro.

Al llegar al portal de mi casa noté que la locación de esta era un poco lúgubre, recordé que cuando viví en Cuenca, ciudad de hermosa arquitectura colonial, donde viví hasta los 11 años, la casa también era sombría, daba la ilusión de que en todo ese brillo arquitectónico de la hermosa ciudad había un vacío, algo donde la luz y el brillo de la belleza no podían llegar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.