Me levante de la cama sin moverme mucho para no despertar a las criaturas que dormían en mi regazo.
Al vestirme me puse una camisa gris y un calentador del mismo color, Salí de mi habitación y vi que Eduardo vestía igual que yo.
-Camisa y calentador gris- dijo con una vos de alegría –eso es neutro.
Su risa me hizo pensar que estaba loco, momento después el chico que nos explicó las cosas el día anterior entro a la sala, nos miró y con las manos nos apresuró a seguirlo.
Al salir de la cueva caminamos hasta un coliseo, tenía la apariencia del coliseo romano, pero este estaba como recién construido y el tamaño era el doble.
Al llegar a las puertas del coliseo nos estaba esperando un hombre con túnica griega negra con filos dorados.
-Espero hayan dormido bien jóvenes magos- dijo el hombre de túnica negra –es hora de saber a qué atributo pertenecen, los que nombre se pondrán a mi lado en ese orden. Antonella Armani, Henry Scott, Andrew Underwood, Cleo Abdul, Gabriela Torres, Nicolas, Sophie Scott, Christian Benetti.
De pronto el hombre se quedó callado, vi como pasaban al frente los que había nombrado menos uno [no sabía que se trataba de mi para ese momento tenía apellido] el hombre me vio y frunció el ceño.
-Nicolás- Grito el hombre – me refiero a ti el ecuatoriano.
Me sorprendí y comencé a caminar hacia él con la cabeza agachada, siguió nombrando, hasta que termino, el hombre nos dijo que lo siguiéramos, llegamos a un portal grande al cual entramos, nos dividieron en grupos y nos enviaron a unas puertas diferentes,
A mi lado había una chica de unos quince años, su cabello era corto y de color negro, sus ojos eran negros, tenía la piel bronceada y en sus muñecas llevaba brazaletes de oro, era la chica que salió cuando el profesor llama a Cleo Abdul
-No eres muy joven para estar aquí- me dijo con un suspiro
Le conteste que tenía 12 años y que ella también parecía joven, con una sonrisa triunfal me rebelo que era 3 años mayor a mí.
En el momento en que le iba a preguntar qué pasaba, la pared frente a nosotros se comenzó a elevar dejando entrar la luz.
Estábamos en la parte central del coliseo donde está el campo de batalla, un lugar llano, por dentro el coliseo estaba lleno de personas en la parte de las gradas, en el palco se encontraban los hombres que se presentaron en la mañana ayer.
Sin aviso una criatura enorme de color oro comenzó a aparecer frente a nosotros comenzó a levantarse de su letargo y estiro las alas que cubrieron el coliseo, era un dragón de ojos plata, como la luna llena cuando no hay estrellas, media unos 30 metros, pero lo más raro fue cuando lo escuche en mi cabeza
“bien venidos jóvenes magos, ayer no pude estar en la presentación, espero les vaya bien y que no haya muertes”.
El dragón levanto vuelo hasta la parte alta del coliseo donde se hecho
-Que comience los duelos- dijo Eolo.
Dos cuadrados orográficos aparecieron en el aire justo en medio del coliseo, los cuadrados actuaban como presentador, en el cuadro derecho apareció la imagen de un chico de cabello castaño corto con peinado alborotado, sus ojos eran verdes y destellaban con un brillo inusual, su tez era blanca, media más o menos uno ochenta de estatura y llevaba puesta una armadura de cuero en el pecho y una cota de malla hasta las rodillas, lo supe por los libros de historia que había leído (obligado por mi padre aclaro) era un tipo de armadura celta. En la parte de arriba del cuadro estaba el nombre del muchacho “Andrew Underwood”, en el otro cuadro había una serpiente con alas emplumadas que escupía fuego por la boca, en la parte alta del cuadro estaba escrito en runas extrañas Uraeus, en el momento en que la criatura apareció en el campo, este comenzó a cambiar, se transformó en un desierto con dunas, sin nada más que arena, al ver a la serpiente me recordó al basilisco y agradecí no ser yo quien lo enfrentara.
Andrew entro en el campo y al fondo se escuchó la voz de Eolo
-El logro de Andrew fue convertir a su padre en oveja por una semana y que no recordara nada cuando lo volvió a transformar en mago.
Se escucho vítores en el público, y todo comenzó.
La criatura extendió sus alas y comenzó a volar, se lanzó hacia Andrew con la boca abierta pero Andrew logro esquivarla al rodar por la duna, cuando Andrew levanto la mirada para ver a el Uraeus ya era tarde, la criatura estaba lanzando fuego hacia él, solo pude ver como el fuego lo rociara, después de unos segundos, algo sorprendente paso, una mano gigantesca cogió a la serpiente y la inmovilizo haciendo que dejara de escupir fuego, Andrew se levantó de la arena cristalizada y en letras gigantes sobre su cabeza se escribió con un brillo café la palabra “TIERRA”
Andrew se desvaneció del campo y este tomo otra vez su forma llana
Volvieron a aparecer los cuadros, pero esta vez en la parte superior del cuadro estaba escrito el nombre de “Cristian Benetti”