La magia primigenia

10.- Un encuentro fastidioso

Al ver las ruinas del templo y haber viajado de forma extraña, mi cuerpo se comenzó a sentir pesado y mis ojos se cerraron, solo podía escuchar que la voz de Nino me llamaba con preocupación.

Abrí mis ojos de inmediato y pude ver un lugar hecho de cristal, era como si estuviera dentro de un vitral, todo estaba hecho de cristal, pero la sensación que podía sentir de este césped de cristal que pisaba era como la más suave seda, podía ver como las hojas de los arboles se movían con el viento como si no pesaran casi nada, caminé un poco por ese lugar hasta que sentí la presencia de alguien a mi espalda, me di la vuelta pero no vi a nadie.

Corrí hacia unos árboles que estaban cerca de un lago, y cuando llegué a ellos una voz resonó por todos lados.

-Así que tú eres Nicolás, es un gusto conocerte. - La voz que escuchaba era de una mujer, aunque no podía ver a nadie. - La verdad si no hubiera desviado tu camino nunca hubiéramos hablado, eres muy importante, aunque no lo sabes, ten cuidado.

Frente a mí apareció una mujer de belleza sin igual, su pelo color verde no muy largo, su rostro era inmutable como si fuera esculpida en mármol, sus ojos de color verde selva me miraban con ternura como si fuera una gran alegría el verme, su mano se posó en mi rostro dándome una caricia que no había sentido desde que era un bebé, intenté hablar, pero mi voz no se escuchaba.

Entonces todo comenzó a dar vuelta y al fondo podía escuchar la voz de una mujer que me decía, despierta Nicolás.

Abrí los ojos y me encontré aun en el templo de Zeus, ya anocheciendo, podía ver salir la luna que recién estaba creciendo, y su leve reflejo me hizo ver a quien me llamaba.

En ese momento podía ver el reflejo de la luna en su cabello que parecía ser negro como la noche, sus ojos oscuros me miraban con furia y sus finos labios dibujaban una sonrisa de alivio que me hizo sentir culpable por preocuparla, pero aun siendo la tercera vez que la veía, seguía pareciéndome la chica más linda que existía, aunque no lo admitiría, me levanté lo más rápido posible, y por esa acción tropecé con ella haciendo que se sentara en uno de los escalones del templo.

-No sé cómo hemos llegado a Grecia. - Se podía notar en su voz el coraje de no saber qué había pasado. - nunca me había pasado esto.

Quise decirle que una mujer en mi sueño me lo explicó, pero en mi interior algo me dijo que no debía decir nada, frunció las cejas y me agarró con fuerza del brazo.

Sentir otra vez esa sensación de que eres un chicle que se estira y ver todo de forma borrosa es horrible, cuando todo volvió a aclararse, nos encontrábamos en frente de uno de los edificios, bajaba un hombre a recibirnos, pude reconocer que era Zeus.

Al verme noté por un instante su sorpresa, no entendí a qué se debía o si solo fue mi impresión, nos hizo una señal y nos condujo donde estaban los demás reunidos, y en medio había una esfera de color claro que con el reflejo de la luz parecía ser un arcoíris esférico, la mujer que se hacía llamar la emperatriz dragónica estaba junto a ellos, y al verme sonrió.

-Bien ahora que el chico está aquí puedo hacer entrega de mi cría, si ella lo acepta, comenzará una nueva era.

Todos me animaron a tocar la esfera y cuando lo hice no pasó nada increíble, la verdad la esfera solo cayó a mis brazos, los magos comenzaron a discutir, pero yo estaba muy cansado, sin importar lo que sucediera quería saber ¿quién era?, ¿qué paso con mis padres?, ¿por qué yo era escogido para todo esto?, de pronto recordé lo que me dijo el espectro, y un escalofrío recorrió mi cuerpo, el espectro me había dicho monstruo.

La reunión parecía interminable, solo pude soportarla por quien se encontraba a mi lado, Ana, la chica me quitaba el aliento y no podía dejar de verla, cuando por fin terminó la reunión nos mandaron a las habitaciones.

Seguí a Nino ya que Ana había desaparecido en cuanto salí del edificio que parecía un templo griego, llegamos a donde se suponía me habían asignado.

Era un edificio que parecía ser un pequeño templo egipcio, tenía cuatro obeliscos en cada esquina de una pirámide que emulaba a la maya, al subir la escalera encontré una casa que parecía normal, era de dos pisos, sus paredes de color blanco, en medio de la edificación una puerta más grande de lo necesario, sin nada que esperar y deseoso de dormir entré y al ver dentro de la casa me quedé sorprendido pues era más grande de lo que parecía. Tenía cuatro habitaciones y en medio un pasillo que llevaba al primer piso, como mi cuarto se encontraba en ese piso subí, así como era el piso de abajo era este piso, llegué a mi habitación que era la tercera segunda puerta de la derecha y al entrar pude notar que todo estaba dentro, solo faltaba Burya, pero Nino me explicó que seguramente había ido a cazar y que mejor se sentía fuera del cuarto, pregunté si regresaría, y Nino movió la cabeza negativamente.




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