Era de mañana y había despertado con la sensación de haber visto una película de terror, donde no había final feliz, el sol era cálido y habíamos recibido la primera misión como aprendices de magia.
Nos habíamos reunido en el comedor como todas las mañanas, pero ese día no había entrenamiento, nos pidieron ir a supervisar un mundo que al parecer tenía un caos no muy común, llegamos a los portales para poder ir al mundo que llamaban Breittspel.
Mi sorpresa fue tan grande al ver de qué se trataba el mundo donde fuimos, era como haber llegado a un gran parque de diversiones, se podía ver carruseles, montañas rusas, juegos temáticos y un sinfín de objetos que para un niño o adolescente parecerían el paraíso.
Caminamos por un buen tiempo buscado algo fuera de lo común, lo cual era muy difícil. Llegamos a una casa temática que parecía sacada de la imaginación de un niño que solo pensaba en comida chatarra y dulces, la paredes parecían hechas de caramelo color rojo con un suave olor a cereza, el techo parecía hecho de nachos pegados con queso derretido, la puerta un gran barra de chocolate con molduras, sus olores mezclados podían hipnotizar, y eso fue lo que nos pasó, cuando nos dimos cuenta estábamos dentro de la casa, y si no fuera por Ana quien parecía menos afectada por el hipnotizante olor no habríamos visto al gigantesco ogro que nos llevaba hacia una gran olla. Todo parecía pasar con lentitud, los pasos del ogro y el movimiento que simulaba un temblor cada que uno de sus pies tocaba el suelo, su mirada de haber encontrado un gran aperitivo, su rostro de labios gruesos donde podía verse como sobresalían dos grandes colmillos de su parte inferior de la mandíbula, sus ojos pequeños que tenía un color negro como el carbón, su nariz de aspecto enorme y redonda como la que usan los payasos, y escuchar su voz gruesa como cuando se raspan dos piedras.
Nos pusimos en posición de ataque y cada uno uso su magia para atacar al ogro, pero cada golpe que le atinaba solo lo hacía retroceder un poco. Veía la desesperación de mis compañeros y sabía que se reflejaba la mía, en los entrenamientos nos habían explicado que hay especies como los ogros que la magia no los lastima mucho y ahora nos enfrentábamos a uno. De pronto el techo cayó sobre el ogro y vi como Ana seguía lanzando una lluvia de fuego hacia los nachos, en ese momento salimos corriendo de la choza de comida chatarra, después de correr un largo tramo me di cuenta de que nos habíamos separado y me había quedado solo con Ana.
Caminamos durante lo que me parecieron horas buscando a Daniel y Cleo, pero no llegábamos a ningún lado, habíamos decidido que no debíamos acercarnos a ningún juego que hubiera cerca ya que después de encontrarnos con el ogro en la choza de comida chatarra, nos encontramos con una mantícora que tenía su nido en un carrusel de pegasos mecánicos. Fue aterrador ver como abría sus alas que emulaban las de un murciélago gigante y nos atacaba desde el aire con su cola de escorpión, pero Ana era rápida e inteligente comenzó a moverse en forma que confundiera al mantícora y yo la seguí, en su momento lancé una ráfaga de aire para que su vuelo se haga irregular, cuando la criatura estuvo confundida vi como Ana invocó un arco de tierra y unas flechas de aire y la lanzo atravesando a la criatura por el cuello, después de eso solo cayó una de sus garras convertidas en cobre, me había acostumbrado a entender que al matar a una criatura mágica esta deja un recuerdo, había visto a muchos chicos que llevaban estos recuerdos pero Ana lo dejo ahí y comenzamos a movernos.
Ahora nos encontrábamos cerca de una de las montañas rusas más grandes que podía haber imagino, gritábamos el nombre de nuestros compañeros sin encontrar respuesta, y aun no sabíamos que debíamos encontrar.
Todo quedó en silencio mientras caminábamos rodeando la montaña rusa, decidimos descansar por un instante, pero justo en ese momento escuchamos unos pasos ruidosos, dirigimos la mirada hacia donde se encontraba el sonido. EL ogro que nos había intentado comer se dirigía con una velocidad sorprendente hacia donde nos encontrábamos.
Invoqué la magia que me había ayudado mucho en cada batalla en la que no sabía qué hacer, deseé controlar el tiempo haciendo que todo a mi alrededor se fuera deteniendo, cuando ya todo a mi alrededor parecía inmóvil comencé a analizar la situación, el ogro corría con un garrote hecho de huesos de algunos animales que podía identificar, pero lo que más me llamo la atención fue un collar, el dije era lo que buscábamos, la forma en que el ogro tenía control sobre la magia debía ser esa, tomé todas mis fuerzas y corrí hacia él arrancando el collar con fuerza.
Escondido detrás de la butaca de tiques puede ver el dije más de cerca, se trataba del huevo de un fénix, su estructura escamosa de apariencia traslucida me dejaba ver dentro la pequeña ave de color rubí con un toque de naranja intenso, al moverlo un poco pude ver como se producía un efecto de prisma del brillo que desprendía el ave y atravesaba por cada escama de cristal, pero en ese momento escuché un estruendo y recuperé mi control.