La magia primigenia

12.- No tan solo en el mundo

Ya comenzaba a dar el amanecer, y estábamos llegando a mi casa, el viaje era largo, pero nos había tomado solo unos minutos en llegar.

Habíamos tomado el portal que nos dejó en Quito justo en el centro histórico, sorprendentemente en la noche no había más que palomas, que volaron cuando aparecimos dejando una estela de humo azulado a nuestro alrededor.

No tuvimos tiempo para ver por completo el centro histórico, pero llegué a ver su belleza en plena alba como se pasaban los rayos del sol por las iglesias y el palacio de Carondelet.

Ana sacó un objeto de su bolso, una especie de silbato que tenía la forma de un pequeño dragón, después de unos segundos apareció desde el cielo un dragón que no media más que un caballo, su cuerpo esbelto estaba cubierto por unas finas escamas que parecían unos pequeños cristales blancos, sus alas extendidas median unos 6 metros, sus ojos eran celestes con rasgos gatunos.

Podía ver el techo de las casas como si fueran unas manchas, las garras traseras del dragón que me sujetaban desde los hombros se sentían como si fueran de goma, Ana me explico que un dragón solo puede ser montado por quien se elige, y que solo ella podía montar a ese dragón, recordé historias que leí sobre jinetes de dragón y me pareció increíble.

Ya estábamos a unas cuadras de distancia cuando el sol comenzó a aparecer por completo, el pequeño dragón que Ana llamaba Driagos nos dejó tres cuadras frente a lo que alguna vez fue mi casa, la emoción me embargó y corrí hacia ella solo para encontrar que la puerta se encontraba entre abierta, temí lo peor, un ladrón seguramente mientras la casa se encontraba sola quiso aprovecharse, entré como si no quisiera despertar a nadie y solo pude ver como lo que alguna vez fue un hogar para mi ahora se encontraba destrozado por dentro.

Buscamos por casi toda la casa sin encontrar nada, solo faltaba el estudio en donde se guardaba el golem que me había criado como un padre, fuimos hasta la puerta solo para encontrar que esta estaba hecha tiras de madera, adentro solo vimos libros por todos lados, el escritorio estaba partido por la mitad, parecía que dentro de la casa hubiera pasado un huracán, de repente escuchamos una voz que venía de un monto de libro que estaban en el suelo.

Mi mente se nubló, todos los recuerdos de quien yo creía era mi padre pasaron en un segundo mientras miraba con horror el cuerpo de ese ser tirado en el suelo, estaba partido de forma diagonal desde su hombro izquierdo hasta la altura de la pierna derecha, su color había cambiado ahora podía notar esa tonalidad de arcilla, lo quise agarrar, pero Ana me detuvo.

-Golem habla, dinos que paso.

La orden de Ana no surtió efecto, pero de inmediato entendí que, si yo hacia la misma petición podría funcionar, después de decir las mismas palabras el golem movió la cabeza, su voz no era como lo recordaba, parecía más rasposa como si fuera de lija.

-Hola mi señor, ahora le explico lo que pasó.

Intentó moverse, pero no pudo, su cuerpo se deshacía en pedazos pequeños de arcilla que antes de tocar el suelo se convertían en polvo, poco a poco fue explicando que fue atacado por alguien que buscaba información sobre el paradero de un artefacto que era muy peligroso para todos los mundos, como no lo pudieron hacer hablar con los engaños comenzaron a torturarlo, pero tampoco lograron gran cosa, al final destrozaron la casa para ver si encontraban el artefacto.

Podía ver el sol de la tarde ocultarse por medio del ventanal, su explicación de cómo eran las criaturas y lo que había pasado había durado más de lo que parecía, ya solo faltaba su cabeza en deshacerse cuando dijo.

-Mi señor dentro de mi cabeza esta una piedra que parece una gran esmeralda, tomadla y desead que lo lleve a su respuesta, esa piedra lo ayudará.

Pude ver como se convertía en trozos de arcilla que se convertían a su vez en polvo, cuando al fin se esparció en el aire y tan solo quedo una piedra, furia creció dentro de mí, podía sentir como crecía algo nuevo en mi interior, una fuerza inimaginable, levanté la cabeza y solté un grito de dolor mientras sentía como mis lagrimas lavaban mis mejillas.

Luego de un rato mi llanto se apaciguó y levanté la mirada, para mi sorpresa Ana me miraba con terror. Me levanté para acercarme a ella y de inmediato me dijo.

-No te me acerques, primero dime lo que eres.

Su reacción me intranquilizó, y al verme en un espejo roto que estaba en la pared pude comprender el por qué, mi físico era el mismo pero ciertos rasgos habían cambiado, mis orejas habían crecido en forma puntiaguda mi piel se había vuelto pálida, y mi boca presentaba unos pequeños colmillos vampíricos, al verme yo mismo me asusté, la miré y le dije.

-No sé qué me pasé, ahora soy un monstruo.

Ella se acercó a la piedra

-Tómala y haz lo que dijo el golem, de esa forma sabremos ¿por qué está pasando esto?

Tomé la piedra entre mis manos y cerré los ojos, deseé saber qué pasa.




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