Mientras caminábamos por el puente arcoíris Ana me explicó que había conectado su energía con el gran árbol del conocimiento que resguardaba Odín, me explicó que cuando esto pasó el árbol le envió imágenes de un desierto que controlaba algún mago, también le dio a entender que debíamos encontrar lo que el observador resguardaba.
Llegamos al mundo primario aunque ahora Ana le llamaba Midgard, el lugar de donde salía el puente era un gran bloque de hielo en medio de un lago rodeado de grandes árboles, Ana sacó el pequeño silbato con forma de dragón y sopló, luego de un par de minutos llegaron, su dragón que ahora parecía medir 4 metros y Tenebris que ahora medía dos metros, al verla me alegré mucho, no me había fijado cuanto la extrañaba hasta que la vi llegar, cuando llegaron al hielo corrí hacia ella para abrazarla, luego nos montamos y volamos hacia Egipto en busca del obelisco escondido.
Puede ver las pirámides mientras volábamos sobre Egipto, y noté que muchas personas nos miraban como si fuéramos una molestia, miré a Ana y levanté las manos en forma de pregunta, ella proyecto una idea a mí mente lo cual me desagradaba mucho, pero entendí de inmediato que paro los humanos existía una protección natural que los mágicos llamaban el aura del engaño, se supone que esto les permite ver lo que crean más convenientes.
Aterrizamos en un oasis en medio del desierto, el oasis era gigantesco, sus palmeras eran de hojas verdes y parecía albergar mucha clase de animales, le pregunte a Ana cómo los humanos no lo miraban, y ella me respondió que es como todo, los humanos ven lo que quieren cuando se trata de magia y este oasis es mágico es un el mundo creado por un mago.
Caminamos por un sendero que nos llevaba al centro del oasis, podía ver animales mágicos y no mágicos atravesar el sendero en el que caminábamos, habíamos dejado a Tenebris y a Claryti el dragón de Ana fuera de este mundo, Ana me había dicho que los dragones no se mezclan mucho con los mundos, porque tienden a cazar y a muchos magos no les gusta que cacen en sus tierras. Después de un tiempo llegamos al centro del oasis, donde se encontraba una cabaña hecha de maderos y hojas de palma, no parecía ser el lugar acostumbrado de los magos, había aprendido que la mayoría de los magos eran de gustos caros, pero ahora estaba enfrente de un mundo mágico donde solo había una choza, lo más sorprendente del lugar era el obelisco que se encontraba detrás de la choza. Debía medir unos 50 metros con dibujos de animales corriendo libres que formaban una espiral, en su punta se podía distinguir algo que brillaba como si fuera una pieza de oro o diamante.
Ana camino hacia el obelisco y lo toco me hizo una señal con la mano para que la siguiera.
- ¿Puedes decirme lo que ves?
La pregunta me tomó por sorpresa, no sabía bien que debía ver pero igual le dije lo que veía, Ana volvió a ver el obelisco y luego me tomó la mano, la sensación de hacerme trizas y volar como arena en el desierto me hizo sentir frágil, pero el volver a formarme fue la sensación más extraña, pude ver como Ana se volvía solida mientras un montón de arena se juntaba en forma de un pequeño torbellino, el lugar al que llegamos era un desierto de arena color blanca, no podíamos distinguir ninguna ciudad cercana.
-Ahora entiendo porque nadie ha podido llegar a este mundo, está escondido dentro del obelisco.
La afirmación de Ana me hizo estremecer el cuerpo, porque alguien quería esconder ese mundo desértico teniendo un oasis hermoso afuera, caminamos unos cuantos kilómetros hasta que encontramos unas carpas dispuestas en un orden irregular.
Nos acercamos a esas tiendas que tenían el color de la arena, esperando encontrar a algún mago que nos pudiera guiar, pero al llegar a ellas solo encontramos un pequeño niño que no habla ningún idioma que pudiéramos entender, aunque la comunicación fue difícil nos indicó que debíamos esperar, el niño jugaba con un muñeco, de apariencia animalesca, Ana miraba el lugar al niño con expresión de enojo y asombro a la vez, intentamos varias veces hablar con el niño pero la comunicación fracaso, la idea de dibujar era lo mejor que intentamos y descubrimos algo que nos horrorizo, el niño pertenecía a un campamento de esclavos que eran humanos.
Después de un tiempo llegaron personas de edades que variaban desde los 20 hasta los 50 años y cuando nos vieron usar magia inmediatamente se hincaron, el temor en sus ojos y su pálida tez nos hizo sentir como unos villanos, por más que les indicamos que no debían hincarse lo seguían haciendo, esa noche nos indicaron con señas el camino a una tienda separada del resto, a diferencia de las demás tiendas esta era de color azul, nos acercamos a ella para encontrar a una mujer de edad avanza, sus ojos de color negro que junto a sus ojeras y manchas en la piel hacían que su mirada se viera fría, como si no su mente estuviera en otro lado, su piel caía con gracia formado arrugas cerca de su nariz y labios. Vestía una gran bata azul que combinaba con su piel oscura.