La magia primigenia

16.- El despertar de Nimue

-Hola, mi nombre es Carolina, o eso creo, espero Ana se encuentre bien.

Mi sorpresa era tan grande, al ver el parecido excesivo de esa vampiresa que se llamaba Carolina con Ana que no podía hablar. De un momento a otro se acercó a mí de forma tan rápida que al intentar dar un paso atrás tropecé conmigo mismo y caí de culo, lo que la hizo reír. Su risa, su voz, y su apariencia me hacían sentir que estaba hablando con Ana, pero su tez pálida y los colmillos me recordaban que ella era un vampiro.

Como era notable ella no quería hacernos daño, ya que había pasado un tiempo le pregunté por qué estaba encerrada en esa catacumba, y ella con una gran sonrisa comenzó a explicarme todo, dirigió su mirada donde se encontraba Ana.

-Creo que tenemos tiempo hasta que despierte Ana.

Se acercó donde Ana estaba tirada en el suelo y se sentó junto a ella, me preguntó el nombre y contesté con de forma tranquila, esperando que me contara lo que le había sucedido e intentando saber cómo conocía el nombre de Ana.

Dio un largo suspiro, y comenzó a hablar.

-Pues bien, Nicolás, debes saber que antes de que existiera Hécate, existió Nimue, ellas dos son el mismo ser, al igual que lo es Ana y yo, pero la diferencia es que en nuestro caso las dos somos una. Hace mucho tiempo cuando en mi forma de Hécate me encontraba dormida, un grupo de magos me apresó, y me separó, dejando que mi mente se quedara en mi parte cósmica, para que mi parte mística se pusiera de su parte, y de esta forma pudieran volver a esclavizar a la raza humana, por eso estuve encerrada en esta habitación.

La afirmación de Carolina me había dejado perplejo, ahora no me sentía tan solo, si esa chica vampiro decía la verdad Ana era más parecida a mí de lo que podía ser, esperamos unos poco minutos para despertar a Ana.

Lo que siguió en el momento que Ana despertó fue lo más increíble que he visto, y eso que he visto cosas muy increíbles. Carolina se acercó a Ana y la tomó de las manos, en ese preciso momento un torbellino de color negro y blanco comenzó a rodearlas, cubriendo todo lo que pasaba, después de unos momentos el torbellino comenzó a cambiar a colores entre rojo, azul, amarillo y verde, comencé a sentir como la energía se acumulaba de tal forma que todo comenzó a temblar y luego quedó toda tranquilo, me comencé a acercar a la esfera multicolor y cuando ya me encontraba a dos pasos de distancia la energía estalló lanzándome hasta las escaleras del inicio del pasillo. Mi cuerpo dio tres vueltas en el suelo antes de poderme parar y correr donde se encontraba Ana, en mi mente solo estaba la idea de que por mi culpa Ana había sido destruida. Sabía que buscaban matarla y decidí confiar en un vampiro, que estúpido fue de mi parte.

Me tomo menos de un segundo llegar al lugar para encontrar a Ana de rodillas, no vi a Carolina por ningún lado, tomé su hombro y pude entender por qué.

Ana había cambiado, sus orejas se habían alargado y vuelto puntiagudas. Su piel estaba de color azul oscuro, y sus ojos se habían teñido de un color negro. Su mirada era la de Ana, pero su sonrisa juguetona me recordaba a Carolina, por primera vez desde que hable con ella note en cuantas cosas diferían, y ahora no sabía con quién trataba si era con Ana o con Carolina.

-Hola, Nico ahora debo pedirte un favor más-. Su forma de tratarme me dio a entender que la que me hablaba era Carolina. - Debes regresar a la isla de entrenamiento y conseguir saber que está sucediendo en ese lugar.

Justo cuando comenzamos a salir de la catacumba mi cuerpo comenzó a dolerme, era tan intenso que caí de rodilla al suelo. Luego de un momento de ese dolor note a mi alrededor las cuatro presencias de los elementos, estaban diciendo algo que no entendía por el dolor latente. La atención de Ana Carolina estaba completamente en los cuatro espíritus, lo único que logre entender fue cuando Ana les decía que habían hecho bien en escogerme.

-Nico, debes entender que esto lo hago porque es necesario.

Levanto su brazo derecho hasta la altura del pecho lo movió de forma en que dibujo una línea en el aire. Fue una sorpresa ver como se forjaba una pequeña daga, el mango era de lo más normal hecho de algún material y envuelto en cuero negro pero la hoja era de luz y podía verse pequeñas manchas de colores que parecían tener vida propia. Tomó el mango y apuntó la daga hacia mí mientras les ordenaba a los espíritus rodearme.

-Eres uno con los elementos y ellos son uno contigo.

En ese preciso momento, se lanzó a donde me encontraba y cavo la daga en mi pecho, solo pude ver como la daga absorbía a cada elemento mientras esta se desintegraba, luego me desmayé.

Los sueños que tuve eran raros y sin sentido, primero soñé con 3 seres parados frente a unos tronos de piedra blanca en un cuarto oscuro, el distinguir las criaturas no era fácil.  La criatura del medio tenía el cuerpo formado como si levantara pesas todo el día, su piel verdosa combinaba con las plumas que le salían del de la cabeza. Su rostro era rectilíneo, sus ojos parecían los de una serpiente y junto a su nariz pegada a la cara, su mirada era completamente amenazadora. De sus labios de color verde hoja sobresalían cuatro colmillos grandes. Sus plumas caían de la cabeza a la espalda como el sombrero que alguna vez imaginamos el jefe indio usaba. De su espalda salían un par de alas de plumas verdes y rojizas como la de algunos loros. Donde se supone debería tener las piernas se podía ver una gran cola de serpiente. Los seres que se encontraban junto ah el tanto del lado derecho como del izquierdo eran muy similares, pero estos eran un poco más pequeños y ninguno tenía alas y en vez de plumas tenían largas cabelleras de color verdoso. Gritaban algo que no podía entender. Justo cuando comenzaba a distinguir más cosas en la habitación mi sueño cambio ahora me encontraba en el castillo con el que ya había soñado anterior mente, dentro de este había un solo hombre, su piel pálida y cabellera blanca lo hacían parecer más que nada un fantasma. Llevaba a un hombre a rastras que parecía haber sido torturado, camino hacia silla que estaba junto una pequeña mesa circular, y tomo una copa transparente de ella, fue algo impactante ver cómo le corto la muñeca izquierda para llenar la copa, el líquido rojo dejo de salir justo un momento antes de llenar la copa, y pude ver como el hombre de quien venía ya hacia muerto en el suelo de esa habitación.




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