9 años después...
La vida de la princesa no pudo ser la misma. No claro que no. Ahora ella era como un alma en pena esperando que alguna persona se considerara de ella y le diera fin a su vida y poder descansar de su maldición. Pero eso nunca pasó.
Su vida se sumió en la oscuridad.
Paso de vivir en un castillo con una cómoda cama a dormir en el suelo. De que las personas se postraran a sus pies ahora vivía huyendo de sus maltratos y burlas. De tener una gran mesa con abundante comida a tener que cazarla para poder alimentarse. Todo había cambiado.
La mujer que le había salvado de morir de las manos de su hermana, la llevo donde una anciana quien la acogió de inmediato y desapareció sintiéndose culpable por la pequeña.
El tiempo paso y la anciana se hizo su amiga, su protectora. Cuando la princesa creció se volvió la cuidadora de aquella anciana.
Aquella mujer le enseño a cocinar, de cómo poder cosechar y cazar sus alimentos. Le enseño a hacer curaciones con hierbas. Poco a poco aprendió y pronto pudo ser independiente hasta que la anciana murió dejándole por lo menos un techo.
En su aldea era conocía como la ¨Cosa¨ así la llamaban. Otros le decían que era una aberración, un monstruo, una barbaridad. Todas las personas que la observaba no podía evitar hacer una mueca de asco, de hablar hasta de insultarla.
Los niños le huían, los adolescentes le tiraban piedras. Los adultos le escupían o simplemente la ignoraban. Ella se acostumbró a la soledad, su única amiga había sido la anciana pero ahora estaba sola.
Un día caminaba por el bosque como era de costumbre recogiendo vallas para hacer una mermelada y se detuvo al escuchar un ruido. Tomo su daga y se acercó sigilosamente encontrándose un caballo y a su lado un hombre inconsciente.
Sin saber si dejarlo a su merced o ayudarlo, decidió por lo segundo y al comprobar que se encontraba vivo lo llevo a su hogar.
Quito las prendas de su traje y se encontró con una herida en el hombro del hombre. Empieza a limpiarla y preparar las hierbas medicinales como le había enseñado la anciana. Termina de envolver la herida con las hierbas y deja que el hombre descanse, alimenta su caballo y sigue haciendo su Cáceres.
Unas horas después el joven caballero empieza a quejarse y a moverse. La princesa se acerca con cuidado y cuando abre los ojos la observa con espanto.
— ¿Quién eres tú?— Grita el hombre pero al exaltarse se lastima.
—Es mejor que te quedes quieto antes que tu herida vuelva a sangrar— El joven caballero la observa por un momento, su aspecto es horrible pero su voz suena dulce. Mira hacia abajo y se da cuenta que no lleva camisa y en su hombro izquierdo esta vendado. Baja su cabeza y huele a hierbas y levanta su mirada para encontrarse con aquella joven que lo mira con miedo.
— ¿Tú me has curado?— Pregunta y la chica asiente —Gracias— Susurra cerrando los ojos por el dolor.
—Ven toma esto que te ayudara para el dolor y que la herida no infecte— Dice ella entregando un cuenco con un líquido.
— ¿Qué es?— Huele el líquido y hace una mueca.
—Son hiervas medicinales y eso te ayudara para que mejores—Dice y el chico le queda mirando —Mira si quieres mejorar te recomiendo que lo bebas—Dice dándose la vuelta.
El chico por un momento duda pero termina bebiendo de esa agua. Hace una mueca de asco por su sabor amargo.
—Toma— La chica le entrega una bandeja con comida y de inmediato su estómago gruñe.
—Gracias— Susurra el chico mirando la comida. Por lo menos huele mejor que esa cosa que se bebió.
La chica sale dejándolo solo, el joven caballero inspecciona el lugar antes de dar el primer bocado de comida. Umm. Piensa, el sabor es delicioso mucho mejor de lo que come en el castillo.
La princesa espera un tiempo antes de entrar. No quiere que el joven caballero se sienta incomodo por su presencia y pueda degustar mejor la comida. Unas horas después entra y encuentra al joven dormido en su cama y a su lado la bandeja con los platos vacíos. Sonríe, por lo menos le gusta lo que preparo.
Los días pasan y la chica solo se presenta delante del joven caballero para limpiar sus heridas, darle su medicina y de comer. Después de eso desaparece sin decir una palabra.
Al principio el joven se sentía incómodo con la presencia de la chica pero al pasar los días se fue acostumbrando a su aspecto. Algunas veces se preguntó que le habría pasado para que ella terminara en ese estado ¿Habrá sido de nacimiento?
No era capaz de preguntar para no hacer sentir incomoda a la joven. Después de todo ella se ha portado bien con él y no quería hacer sentir mal.
Un día, el joven caballero aburrido por el silencio, se levantó lentamente para poder salir de la cabaña y despejar su mente, solo se levantaba de la cama para hacer sus necesidades.
— ¿Qué haces levantado?— El joven caballero se asusta y se tambalea pero gracias a la chica no logra caerse.
—Gracias— Dice cojeando hasta un asiento que se encuentra afuera de la cabaña.
— ¿Necesitas algo?— Pregunta.
—Estaba aburrido, ya no soporto la cama— Dice mirando a los ojos a la chica —Hasta ahora no se su nombre— La chica baja su rostro y se aleja — ¿Puedo saber cómo te llamas?—