La maldición de Kristelle

Capítulo 1: Sonrisas retorcidas

Capítulo 1:

Sonrisas retorcidas.

 

 

Sus ojos chispean rabia, dolor y ira ardiente. No pueden obligarla a algo que no desea. El sentimiento y angustia la hacen sacudir la cabeza con molestia, la tración está latente y duele. Le duele más que nada una traición a vivir en mentiras.

 

Levanta el mentón y aunque sus labios tiemblan, le sonríe.

 

Kristelle muerde sus labios con gracia mientras observa a su sexy novio, él está admirándola desde la punta del árbol y sus ojos cambian a rojo antes de caer al pasto y llegar en menos de un pestañear a ella. 

 

Rixton no dudó a la hora de atrapar sus labios con fiereza, con ganas de quitarle el pequeño conjunto de color negro que llevaba, los brazos de la chica no tardan en abrazar su cuello y él escucha la risa de la pelinegra en su cabeza. 

 

—¿Qué es lo divertido, gheață Prințesă?

 

—¿Por qué no lees lo que pienso y listo?—cuestiona, burlona. La conexión que tenía con él superaba todas las expectativas de los demás, cuando ellos pasaban por los alrededores de la manada de su novio debía controlarlo, Rixton no controlaba su instinto animal y muchas veces terminó despedazando a muchos chicos solo por mirar a su gheață Prințesă.

 

Todos le temían a Rixton cuando sus enormes garras aparecían y sus ojos azules se convertían en rojo puro, fuego categorizado por muchos de los cuales se habían enfrentado, solían huir cuando las muestras de afecto comenzaban a excitarlos, no importaba si de mujer o hombre se tratará, la química entre Kristelle y él era inmensa. 

 

El miedo era real. 

 

—¿Y dejar de ver cómo tus bonitos labios se mueven?—sonrió de lado—, jamás.

 

Ella rodó los ojos divertida y se apartó de repente de él, la tensión entre ellos comenzaba a debilitarla. Justo ahora debía controlar sus instintos, Kristelle era muy fuerte pero cuándo de él se trataba pocas veces era pacífica. 

 

Nadie tocaba al amor de su vida y vivía para contarlo, que su dulce e inocente rostro no te confunda, detrás de ello se encuentra el peor de los demonios encerrado. 

 

—Dorian ha estado buscándote—expresó mientras veía sus uñas pintadas de negro—. Ha estado insistiendo en que necesitan hablar algo urgente, espera por tí en la cabaña, lobito.

 

Rixton bufó y volvió a acercar el pequeño y delgado cuerpo de la pelinegra, su belleza lo convertía completamente en una bestia. Pocas veces le gustaba alejarse de ella.

 

—Si no fuera porque es importante no te soltaría en toda la noche.

 

—Aún tenemos todo el tiempo—inhaló profundo cuando la corriente eléctrica le sacudió el cuerpo—, pero ahora debo irme. Tu familia me necesita.

 

—¿En serio, Kristelle?

 

Se encogió de hombros abrumada.

 

—Tú querías una boda y eso te darán.

 

Maldice entre dientes.

 

—Te veré más tarde, gheață Prințesă.

 

Ella hizo un puchero antes de besarlo con delicadeza.

 

—Búscame dónde siempre puedes encontrarme.

 

—¿Tendré un premio?

 

Una sonrisa ladeada apareció en el rostro de la pelinegra.

 

—Puede ser.

 

Entre risas se despidieron y aunque no querían dejarse ir, tuvieron que hacerlo. La lejanía entre ellos parecía cruel y aún así con una simple mirada sonrieron.

 

Cuando Rixton la vió alejarse y desparecer sintió el vacío habitual a sus despedidas, su amada podría estár a simples pasos pero la deseaba y añoraba como un loco, la bestia lo exigía y aunque debía controlarlo en muchas ocasiones no aguantaba. Muchos consideraban un amor como el de ellos una blasfemia, ella era un humana sin nada más que un rostro maravilloso, pálida y delgada, el cabello negro le caía en cascada hasta la cintura y esos impresionantes ojos marrones que hipnotizaban a cada persona que estuviera cerca, el hecho de que fuera humana no quitaba la necesidad de estar con su compañera, lo mejor fue encontrarla hace dos años, vagando por el bosque, sola y desnuda, el corazón le dolió tanto al verla tan llena de lodo y cicatrices en su espalda y cubierta de sangre que dió un grito que alertó a toda la manada que se encontraba cerca. Su Gheață Prințesă no parecía comprender nada hasta que él se acercó, no parecía estar muy consiente de lo que ocurría y cuando el muchacho que había dejado atrás la bestia en él para convertirse en un humano, desnudo y molesto con todo lo que se le atravesará, llegó a ella, cuando ya se desvaneció en el suelo. 




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