La Maldicion de la Bruja Roja

Prologo

"Los pecados tarde o temprano se pagan"

Hace mucho tiempo, antes de que el mundo abandonará la magia, alrededor del siglo XIX se cuenta la leyenda que en el pueblo de Turin en Italia, ocurrían fenonemos paranormales que la gente no podia explicar ni siquiera las más grandes mentes entendían el porque. Solo se sabe que en el septimo mes lunar cuando la luna se tornó roja, sucesos extraños comenzaron a nacer, bestias aterradoras emergieron de la oscuridad para infundir miedo y atormentar a todo un reino, para poder apoderarse de las tierras que antes fueron suyas. Detrás de ellos una gran bruja los liberada, sediente de venganza y odio hacia la humanidad,  dispuesta hacer que los hombres se sumergieran en la epoca de oscuridad en la que estaban antes. Pero detrás de la oscuridad siempre hay rayos de luz... 

Navarra, 1480

Las tinieblas cubrían todo el lugar con su espeso color oscuro, el aire se sentía frio y sentía como su sangre se helaba, no se podía ver nada debido a la oscuridad y las tinieblas que la rodeaban, solo sentía como el ritmo de su corazón comenzaba a latir con lentitud y que cada suspiro que daba parecía eterno. Jamás espero que el camino hacia la muerte fuera tan lento, había escuchado por parte de su padre que morir era rápido y en algunas veces indoloro, pero en ese momento sentía que el tiempo se había congelado. Tal vez ese fuera su castigo por haber sido una perra con todos, tal vez el destino quisiera que sufriera por todos aquellos que había hecho sufrir y esa era su manera de pagarlo, de lo único que se lamentaba era que había tenido que manchar de sangre su vestido favorito de color celeste y que tuviera que morir en un bosque solitario y tenebroso. Al menos se hubiera conformado con morir en sus aposentos o algún otro lugar lujoso.

Al menos su padre no mentía en algo y eso era que la muerte no dolía, bueno no para ella, solo sentía un frio extremo que atravesaba cada poro de su piel como pequeñas agujas. Se dio por vencida cuando ya no supo donde estaba, trataba de pedir ayuda, pero a quien rayos le pedía ayuda si todo estaba desierto y la única que estaba era ella misma. Lástima que había tenido que aprender a bordar en vez de primeros auxilios, solo podía esperar su muerte, y no podría hacer nada al respecto. Y eso en vez de causarle algún temor le causaba el efecto contrario: tranquilidad. No sabía en que lugar de Navarra estaba, pero al menos moriría en su tierra natal, había más maneras terribles de morir y la suya no lo era. Ni siquiera tenía idea alguna de como todo llego a este punto, en que parte de su historia todo comenzó a salir tan mal, como una infanta de Navarra pudo llegar a morir en un bosque lodoso.

No debería de estar en aquel sucio y apestoso lugar, debería de estar siendo masajeada por sus doncellas mientras le daban una ducha. El destino si que daba muchas vueltas y jugaba con cualquiera, en ese momento estaba jugando con ella, ahora creía que el karma existía y que se le estaba devolviendo todo lo malo que ella había hecho. Al menos su prima le iba a esperar un futuro mejor que el de ella, se casaría con un ingles y viviría felices por siempre. Algunos corrían mejor suerte que otros.

Tal vez todo empezó a ir mal desde el momento en que se encontró con aquella bruja de capucha roja, solo recordar su voz hacia que todo su cuerpo temblara, no había podido apreciar su rostro completamente ya que lo tenía cubierto, pero si que pudo observar aquellos ojos rojos que se iluminaban en la oscuridad. Aun recordaba cómo se había encontrado con aquella mujer, había sido todo por accidente o casualidad del destino y eso no era un gran consuelo para ella.

-Sorpresa

Su vista ya era borrosa no podía apreciar bien la figura que tenía delante de su rostro, pero si que reconocía aquella voz que no había salido de sus pensamientos desde el primer día que la vio.

- ¿Qué es lo que quieres? -preguntó con debilidad.

-Pensé que te ibas alegrar de ver un rostro amigable en tus últimos minutos de vida -se burló-. Después de todo a nadie le gusta morir solo -miro con repulsión su alrededor-. Menos en este lado asqueroso del bosque -la inspeccionó con la mirada-. Pero a ti parece que no te molesta.

-Admito que la vista no es bella -susurro-. Pero al menos es tranquila -hizo una pausa y después la señalo-. Bueno lo era hasta que llegaste.

Soltó una risa incrédula.

-Incluso hasta en la borde de la muerte sigues siendo igual de insoportable -dijo con molestia-. ¿No piensas arrepentirte de todo lo malo que hiciste? ¿No le temes al infierno?

-Dejo mi vida en manos de Dios -respondió en un murmuro-. No en una bruja como tu... Evanora.

La sonrisa que distinguía su rostro se apagó por completo.

- Así que averiguaste mi nombre -dijo sorprendida.

-Eres muy famosa por aquí -relato entre suspiros-. No tuve que indagar mucho para saber que se dice que, entre los bosques, en lo más lejos y donde los rayos de la luna se concentran más, vive un ser mágico, conocido como la bruja roja. Cualquiera que logre encontrar su casa es por causa del destino o de su mala suerte, se dice también que si logras ver sus ojos rojos te provoca locura, pero eso no es lo más peligroso de ella -hizo una pausa, hablar en aquel momento era tortuoso para ella-. Si logras cruzarte en su camino es muy probable que tu vida deje de pertenecer, y si llegarás a ofenderla...bueno eso tu y yo sabemos lo que pasa.




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