La Maldicion de la Bruja Roja

Capitulo 8: Melínoe

Luka encamino a Jayde hacia la habitación de Faustine para que pudiera cambiarse adecuadamente ya que ella decía que un ático mohoso y lleno de ratas no era adecuado, además en que insistía en que necesitaba ropa interior para poder ponerse. Mientras caminaban por los pasillos solitarios no pudo evitar mirar a Jayde quien miraba cada rincón del palacio como si se tratará de un tesoro, se imaginó Luka que aquello debía de ser nuevo para esta ya que se había acostumbrado a vivir por tantos siglos en un espejo y volver a estar en un palacio debía de ser reconfortante. Jayde observó el gran elegante pasillo tapizado de color verde jade con numerosas pinturas enmarcadas en marcos de oro que colgaban en la pared, algunas eran de reyes, otras de antiguos duques, y una era de ángeles. El recorrido por el pasillo se había terminado y ahora estaban frente a una puerta hecha de plata, por inercia Jayde la toco sintiendo el material solido entre sus manos.

-Impresionante -susurro.

-Es la habitación de mi hermana aquí puedes cambiarte…

No dejo que terminará cuando abrió las pesadas puertas de los aposentos quedando asombrada al instante en que lo vio. En cuanto entro observó que toda la habitación era de color blanco con una combinación de plateado, el suelo estaba perfectamente pulido y en él había un gran circulo que abarcaba la mayor parte de la habitación y en el centro se encontraba lo que creía que era el escudo de la casa Saboya en color gris. Pegado a las paredes había candelabros de plata que sostenían dos velas cada uno para alumbrar la habitación y en el techo colgaba un gran candelabro hecho de cristales que tenían muchas más velas para iluminar mejor. Enfrente de la cama había un gran ventanal que seguro debía de llevar a la terraza o al balcón.

Lo cubría tres grandes cortinas hechas de terciopelo de color verde menta que se encontraban amarradas y detrás de esta había una fina cortina blanca que cubría todo el ventanal. La cama era plateada con suaves sabanas hechas de seda y varias cojines blancos. Al lado derecho había dos sillones pegados de color blanca con cojines verde mente y enfrente se encontraba una mesa de centro hecha de madera. A su lado había un tocador hecho de plata con un gran espejo rectangular en el que podía verse claramente.

Era la primera vez que Jayde veía su reflejo a través de un espejo en cuatrocientos años, se veía demacrada; su piel era totalmente pálida parecía muerta, lo cual era correcto, sus labios no tenían color y estaban resecos, sus ojos zafiros habían perdido su brillo natural y se veían más oscuros, su cabello rubio estaba completamente despeinado sin brillo y sus rizos ni siquiera parecían eso. Lukas se acercó a ella y se miró en el espejo junto con Jayde observando juntos sus reflejos. Jayde no pudo evitar compararlo; sus ojos esmeraldas eran brillantes, su cabello castaño era reluciente, su tez blanca tenía color y sus labios eran rosados. Esa era la diferencia entre Jayde y Luka, uno estaba completamente vivo mientras otro estaba muerto.

- Sigues siendo igual de hermosa que en tu retrato -comentó Luka, capturando la atención de Jayde-. No has cambiado al pasar del tiempo -se miraron fijamente-. Solo que te ves un poco más pálida -Jayde lo miro curiosamente, pensó que iba a molestarla por eso, pero en cambio le hacía cumplidos-. Tienes la misma sonrisa.

- ¿Me crees hermosa? -pregunto sin poder creerlo-. Parezco salida de la tumba.

Luka sonrió ante su respuesta.

-Eso no te quita lo hermosa -repuso sonriente-. Desde que te vi supe que eras una de las musas de Da Vinci.

Aquello hizo que las mejillas de Jayde tomarán color nuevamente, apenas ruborizándose un poco, pero lo suficiente para verse más viva.

- ¿Te has ruborizado? -preguntó confundido-. Significa que aún no estas totalmente muerte.

-Eso significa ser una melínoe: estar viva por fuera y muerta por dentro -explico melancólica-. Solo necesito comer más para parecer más viva.

- ¿Pero no estas muerta? -dijo confundido-. Pensé que los fantasmas no comían.

Jayde le lanzó una mirada irritada.

-Que prejuicioso -dijo divertida, se sentó en la cama mirándolo serio-. Las melínoes son un tipo de fantasma diferente, somos atadas a este mundo por una maldición o porque tenemos algo que sirve como ancla. Para ser atadas necesitamos un objeto personal que tenga un profundo sentimiento -hizo un ademán restándole importancia-. No se, algo que tenga un simbolismo, significado o que sea especial. Una vez que tienes ese objeto, se vuelve como nuestro talismán donde se guarda un pequeño pedazo de nuestra alma que nos mantiene vivos -señalando su collar-. Una vez que el talismán se caiga significa que la maldición ha sido rotada.

-Pero no has respondido mi pregunta.

- ¡Que aguado eres Luka! A eso iba -exclamo fastidiada, trató de calmarse-. Por eso una melínoe necesita comer el doble de comida que un humano promedio como tu -lo señalo-. Para que pueda aparentar que esta con vida, de lo contrario parece como si hubiera salido de una tumba como yo -señalo su rostro-. Pero como no he comido en cuatrocientos años es normal.

-Te traeré comida entonces -sentenció Lukas-. Así pareces más aterradora.

Dicho eso salió corriendo de la habitación dejando confundida a Jayde, pues hace un momento había dicho que seguía viéndose encantadora y al otro momento ya le dijo que era aterradora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.