La Maldicion de la Bruja Roja

Capitulo 13: Dama de Compañia

Luka sabía que las palabras de Jayde eran ciertas, se dio cuenta que ella sabía mucho más de monarquía de lo que él sabía, eran en esos momento donde demostraba ser la infanta de Navarra y el orgullo de su reino.

-Aunque en eso están equivocados -informo Jayde-. No es nada de ningún tipo de maldición lo que está ocasionando esa serie de crímenes de Vercelli, esta vez tu familia no tiene la culpa, más bien la tienen unos espíritus que están causando todo ese alboroto.

- ¿Espíritus? -preguntó incrédulo.

-Se llaman edimmu -comenzó a relatar-. Espíritus que se manifiestan cuando no se les da un entierro digno, necesitan al menos una década para poder manifestarse en este mundo, son capaces de poseer a una persona y provocar que haga asesinatos, se meten en tu mente y comienzan a manipularte, hace que hagas cosas que realmente no harías estando cuerdo. Hacen que hasta el niño más inocente se convierta en un terrible psicópata -miro a Luka-. ¿Lindos no?

- ¿Hay alguna manera de detenerlos?

-Si existe -respondió seria-. Pero no es asunto nuestro, de eso se encarga alguien más.

- ¿Quién? -preguntó interesado.

-Haces muchas preguntas humano -desvió el tema-. Si te tranquiliza son personas diferentes a mí y a ustedes -lo señalo-. Son seres que nacieron con un propósito en esta vida, con una misión sagrada, se encargan de proteger tu mundo de mi mundo, su raza es tan antigua como la de los humanos.

- ¿Los conoces?

-Muy pronto lo hare -contestó-. No te olvides que necesitamos…

Estaban caminando por un barrio no muy concurrido por los nobles, con la esperanza de encontrar alguien adecuado para el trabajo, sus plegarias fueron escuchadas por el cielo cuando observaron como una muchacha era arrojada de su casa al suelo por una señora, seguido le aventó todas sus maletas golpeándola en el rostro, se abrieron las maletas esparciéndose toda sus prendas por el suelo ensuciándose de tierra. La joven se levantó con la cabeza en alto, sacudió sus harapos y se dirigió furiosa hacia esa señora.

- ¡Tía no puede hacerme eso! -exclamo desesperada, la tomo de su falda implorándole-. ¡No puede echarme a la calle!

-Debiste de haberlo pensado antes hacerle eso a Amelia -le reprocho-. Humillarla de aquella manera ¡es imperdonable!

- ¡Yo no lo hice! -dijo frustrada-. Ella invento eso para arruinarme…

Su tía le soltó una bofetada tan fuerte que provoco que cayera al suelo, su mejilla quedo marcada con su mano, enrojeciéndose por el golpe.

- ¡No te atrevas a volver a poner un pie en esta casa! -bramo furiosa.

Antes de que pudiera la joven pararse del suelo, su tía cerro bruscamente la puerta tras su paso, la joven se levantó y comenzó a golpear con sus puños la puerta.

- ¡Tía, por favor! -le suplico, golpeando con más desespero-. ¡No puede dejarme en la calle! ¿A dónde iré?

-Ese es tu problema no el mío -vocifero enojada-. Y si sigues tocando así la puerta te echaré agua hirviendo en la cara, a ver si sigues teniendo ese lindo rostro.

-Por favor -susurro desesperada, mientras disminuía la fuerza de sus golpes hasta agotarse-. Usted es todo lo que resta de mi familia.

Cayó de rodillas enfrente de la puerta mientras comenzaba a sollozar abrazándose a sí misma, Luka se acercó a ella dispuesto a consolarla cuando la observo mejor y se dio cuenta quien era.

- ¿Señorita Scarlett? -preguntó asombrado-. ¿Es usted?

Scarlett se dio la vuelta observando que enfrente de ella estaba parado el mismo joven que por poco la golpea con su caballo, se levantó del suelo y se limpió rápidamente las lágrimas sintiéndose apenada.

- ¿Qué hace usted aquí? -dijo desorientada-. Por favor no me diga que acaba de ver eso.

Jayde se acercó curiosa a ella observándola fijamente, su cabello era de color castaño cobrizo, sus ojos de un color ámbar peculiar, comparada a ella era más pequeña, aunque tenía una buena distribución de pechos, por alguna razón se le hacía conocida, pero no recordaba de donde la había visto.

- ¿Ya la habías conocido Luka? -inquirió.

-La conocí cuando venía de la tienda rosa escarlata -respondió sorprendido, por verla, jamás pensó volver a verla menos en aquellas circunstancias-. Por poco la golpeo, ella es de quien te hable, su nombre es Scarlett Zenari.

- Habías dicho que era una noble -repuso Jayde, la miro con superioridad-. Y ella en este momento no lo parece, más bien es parecida a una campesina.

Scarlett los miro con confusión e incredulidad.

- ¿Quién eres tú? -preguntó irritada.

-Tu salvación -respondió con una sonrisa-. ¿Ese es tu verdadero nombre? O también mentiste acerca de eso.

-Mi nombre es lo único que tengo ahora -menciono con voz sombría.

Se alejo de ellos para recoger sus cosas que estaban tiradas en el suelo y conservar lo único que le quedaba de su dignidad ahora que su tía se había encargado de pisotearla y abandonarla a su suerte. Se aseguro de que le diera todas sus pertenencias, pero al recoger todo observo que le faltaba algo y eso era la bolsa con dinero que le había mandado su tío. Se acercó furiosa hacia la puerta y comenzó a golpearla estrepitosamente.




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