La Maldicion de la Bruja Roja

Capitulo 14: Cómplices

Volvieron a la trattoria donde anteriormente habían estado y les pidieron a los dueños amablemente si podían prestarle alguna habitación para que su amiga pudiera cambiarse la ropa ya que la suya se le había arruinado mientras daban un paseo. Los amables dueños accedieron sin preguntar y en cuanto salió Scarlett parecía otra persona a la que vieron anteriormente, lucía un vestido de terciopelo azul marino, recogió su cabello en una coleta alta pareciendo más ordenado, por suerte el vestido era largo y no se lograban ver sus desgastadas zapatillas. Con ese atuendo parecía toda una noble. Una vez que estuvieron listas se dirigieron hacia el parque donde debía de estar esperándolos el carruaje y tal como pensaban ahí se encontraba el conductor dando vueltas preocupado porque no había vuelto Luka, pero en cuanto lo vio su rostro se vio aliviado.

-Mi excelencia -dijo aliviada-. ¿Dónde estaba? Pasaron varias horas desde que se había marchado y me estaba preocupando de que algo malo pudiera haberle pasado…

Fue en ese momento cuando se dio cuenta de la presencia de Jayde y Scarlett mirando a Luka confuso.

-Son la princesa Camelia de Baviera y su dama de compañía Scarlett Jülich -las anunció-. Me las encontré en el camino, su alteza y dama no pudieron esperar a que llegáramos y decidieron emprender su propio camino.

-Mil disculpas alteza -pidió cordialmente-. No me había dado cuenta de que se trataba de usted.

-Como sea -dijo sin importancia-. Mi dama y yo estamos exhaustas por el viaje desearíamos poder descansar lo más pronto.

El cochero se puso en marcha, subió primero Jayde ayudada por Luka, después subió Scarlett y al último este. Scarlett tenía la misma mirada de asombrada la primera vez que Jayde subió al carruaje, trataba de disimularlo, pero se le notaba en el rostro. Una vez que se detuvo el carruaje supieron que habían llegado al palacio, Luka fue el primer en bajarse, le tendió la mano ayudando a Jayde a bajarla y al último fue Scarlett, quedándose maravillada al ver que estaba enfrente de aquel majestuoso palacio, pues jamás había creído en sus sueños más irreales que estaría viviendo, aunque fuera un corto periodo, en el palacio de Chiablese. Las doncellas los recibieron en dos filas enfrente de la puerta, llego un mayordomo y las presento ante todo ellos:

-Han llegado la princesa Camelia de Baviera y su dama de compañía -anuncio, no se decepcionaba Scarlett ya que sabía que no se sabían su nombre-. Bienvenidas en nombre de la princesa Amalia y la princesa Faustine.

Jayde le hizo un pequeño asentimiento con la cabeza, comenzó a caminar hacia el interior del palacio y Scarlett la siguió al mismo paso lento y elegante, recordaba el haber aprendido como una dama debía de caminar gracias a su institutriz, así que no le fue difícil seguirle el ritmo. Al ver tal porte de Jayde le costaba no creer que fuera una princesa, se portaba y actuaba como tal. Conforme caminaban las doncellas les hacia una reverencia, Scarlett trató de no distraerse enfocando su mirada en el centro, sin mirar a los lados, las doncellas deshicieron su formación y se marcharon hacer sus deberes. El mismo mayordomo que las recibió fue quien las estaba atendiendo.

-Perdone mi lady-se disculpó ante Scarlett, tomándola por sorpresa-. Nuestra excelencia no me hablo de su llegada, seguramente debió de haberlo olvidado, fue mi error por no haber preguntado y haberme confiado -su rostro mostraba la culpa que sentía-. Debió de haber pasado una humillación por mi incompetencia -bajo su cabeza apenado-. No tengo palabras para disculparme ante usted.

-No se preocupe -dijo relajada, sintiendo la mirada intensa de Jayde-. Solo espero que este error no se vuelva a cometer otra vez, o pensaré que el príncipe no entra bien a su servidumbre.

-Para nada -negó completamente-. Por favor dígame su nombre.

-Mi nombre es Scarlett Jülich -se presentó-. Hija del duque de Jülich.

-Le pido disculpas -se disculpó otra vez-. Por suerte pude prever que seguramente nuestra alteza traería una dama de compañía así que sus habitaciones están preparadas.

Los sirvientes trajeron sus maletas, al ver que eran pocas el mayordomo las miro confundido.

- Disculpe que lo pregunte -dijo con tacto-. ¿Esas son todas sus pertenecías?

-Trajimos lo más básico -respondió despreocupada-. Hemos escuchado de la moda de Italia que se comparada a la de Francia, nosotras mismas queríamos ver eso con nuestros propios ojos, así que decidimos traer unos cuantos conjuntos para comprar más de acuerdo a este estilo.

-Nuestra moda es muy diferente a la suya -comentó Scarlett-. Y ya que vamos a tener una larga estadía aquí decidimos optar por utilizar sus vestidos para adaptarnos mejor.

-Muy sabia decisión alteza -la alabó-. No podríamos esperar más de la gran princesa de Baviera.

-Por favor Ángelo llévalas a sus habitaciones deben de estar exhaustas por el viaje -pidió Luka-. Querida luego hablaré contigo cuando acabe unos asuntos que tengo que atender.

-No te preocupes -dijo sin importancia-. Scarlett y yo todavía tenemos cosas que hablar.

Luka les hizo una reverencia antes de irse. Ángelo les hizo un recorrido por el palacio mientras las llevaba a sus habitaciones, platicándoles acerca de las pinturas que adornaban las paredes tapizadas de color rojo con dorado, Scarlett tuvo que fingir interés y por lo que podía ver en el rostro de Jayde ella también.




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