La Maldicion de la Bruja Roja

Capítulo 20: Secretos

 

Luka estaba tratando de procesar todo lo que estaba viviendo, acababa de mantener una conversación con una fantasma, una Dilma, y ahora debían de planear como frustrar el plan de asesinato por parte del padrastro de Flaviana y ni sabía cómo empezar. Luka estaba dando vueltas alrededor de la habitación mientras Jayde seguía acostada en la cama

- ¿Tienes alguna idea?

-Primero, antes que nada, será mejor que le pidas a la posadera que nos de nuestra antigua habitación -respondió seria, parándose rápidamente de la cama-. Ahora que sé que aquí murió alguien no puedo pensar bien, el olor a muerte me está mareando, así no podre idear un plan genial

- ¿Enserio me estás pidiendo eso? -dijo molesto-. Peleaste tanto esta habitación y pague más de lo normal por ella, ¿Para que al final quisieras cambiarla?

-No lo pudiste decir mejor -ironizo Jayde.

-No me sorprendería que la posadera me abofeteara -murmuro entre dientes. 
Pensó que lo había dicho demasiado para poder ser captado por Jayde, pero se había equivocado. Lo miro ofendida y se llevó una mano a su pecho sintiéndose indignada.

-Entonces prefieres que la abofeteada sea yo -repuso ofendida-. ¡Que poco caballero eres!

Luka suspiro cansado.

-Pelear contigo es inútil -susurro agobiado-. Iré a ver si la posadera accede.

Luka salió de la habitación necesitando estar al menos cinco minutos de paz alejado de Jayde, pero cuando se dio cuenta esta se encontraba a su lado.

-Tengo hambre iré a comer al mismo tiempo que recolecto información sobre esa tal Erika -explico Jayde.

Ni siquiera quiso oponerse a eso, bajo las escaleras diciéndose una y otra vez que debía de tener paciencia con Jayde, miro por el rabillo de su hombro observando que esta se encontraba tranquila tarareando una canción que se le hizo familiar a Luka, pero no se atrevió a preguntarle.

Jayde bajo las escaleras de caracol, dirigiéndose directamente hacia el comedor que estaba a unos pasos del recibidor, el comedor era rustico con un toque antiguo, las paredes estaban hechas de ladrillo y el piso de madera, había una barra donde se encontraba una mujer joven de cabello pelirrojo oscuro y con unos ojos marrones claros, tenía pecas por todo su rostro, calculaba que debía de ser mayor a ella por lo menos unos cinco años.

Su belleza era incuestionable, se preguntaba cómo alguien tan bello podía ser tan cruel y malvado, después recordó que así era ella y entonces obtuvo su respuesta. El comedor era sencillo, nada fuera lo que ya había visto, se sentó en una de las mesas de madera cuadradas con dos sillas que se encontraba cerca de la ventana.

Miro por la ventana los árboles frondosos y verdes, en una de las ramas se posó un colibrí, entonces un fragmento de un recuerdo olvidado azotó a su mente: se encontraba riendo acostada en el pasto bajo un roble grande, a lado de ella se encontraba un muchacho, no lograba ver su rostro, solo reía mientras los rayos cálidos del sol se posaban sobre sus rostros, entonces ella señalo al colibrí. El recuerdo se esfumo tan rápido como llego. Jayde se alejó rápidamente de la ventana, sin saber lo que había sucedido hace un instante, antes de que pudiera hacerse miles preguntas llegó Luka con una sonrisa y sacudiendo victorioso las nuevas llaves de la habitación.

-Accedió a cambiárnosla y sin haberme cobrado -informo suertudo-. Dijo que le alegraba que hayas cambiado de opinión -Luka miro que Jayde se encontraba distraída, pensativa-. ¿Sucedió algo?

- ¿No lo viste? -preguntó sorprendida.

- ¿Ver qué? -repuso confundido.

Jayde alejo la mirada de Luka y volvió a mirar hacia la ventana con anhelo.

-Nada -susurro melancólica.

Sabía que cuando una mujer decía que no sucedía nada sucedía de todo, pero también sabía que si seguía instigándola recibiría un golpe de su parte, como otras veces ya le había pasado con Faustine, así que la mejor manera era esperar a que se lo contará. Para su suerte llego una camarera que tenía su cabello pelirrojo atado en un chongo alto, vestía un simple vestido blanco con un delantal azul marino.

- ¿Qué les puedo ofrecer? -les preguntó.

Jayde ni siquiera dudo en su respuesta.

-Todo lo que tengas en tu menú querida -dijo sin titubear, la mesera engrandeció sus ojos-. Descuida pagamos bien.

La mesera dirigió su mirada hacia Luka esperando su aprobación algo que molesto a esta.

-Haga lo que dice la dama -dijo cansado-. Con el tiempo se da cuenta que es mejor mantenerla bien alimentada así no puede abrir la boca.

La mesera se río ante su comentario, aumentando solo el enojo y ahora indignación de Jayde, no podía creer que Luka le estuviera coqueteando y enfrente de ella, tenía su cara inocente, pero con dentro era un competo descarado y tenía esa parte bien escondida.

-Enseguida se los traigo.

- ¿Cómo te llamas? -le preguntó, haciendo que la mesera se ruborizará.

-Erika.

Se alejo guiñándole un ojo a Luka, eso basto para que Jayde terminará de enojarse, le dio una patada por debajo de la mesa, haciendo que este tuviera que aguantarse el dolor y la miro como si ya estuviera desquiciada.

- ¿Por qué hiciste eso? -exigió susurrante-. ¡Eso dolió!

- Quien te viera Luka -dijo indignada-. Predicando sobre el amor hacia una mujer, el respeto que merece -soltó un bufido-. Y lo primero que veo… le coqueteas a otra mujer frente a tu prometida.

Luka se atraganto con su propia saliva, sin poder creer que Jayde le estuviera reclamando, aquello era su colmo. Miro con incredulidad a la rubia hecha una furia delante suyo, no comprendía porque se molestaba.

-Primero antes que nada no somo prometidos -aclaró Luka tratando de calmarse-. Solo estamos fingiendo que es otra cosa.

Jayde lo miro ofendida llevándose una mano a su pecho sintiéndose indignada.

-O sea solo porque estoy fingiendo ser tu prometida no merezco el mismo derecho y respeto como si lo fuera -dijo dramatizando-. Luka jamás creía que fuera de aquellos hombres -lo miro decepcionada-. Me decepcionas -Luka se rio ante aquello-. Y encima te ríes de mí, como lo están haciendo cualquiera que acaba de ver esta escena -Luka miro alrededor de todo el comedor, eran los únicos que estaban-. ¿Y si piensan que soy tu prometida? Me siento tan humillada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.