La Maldicion de la Bruja Roja

Capitulo 35: Masacre

Luka sintió los pasos cerca de ellos, escuchando los disparos detrás de ellos, subieron rápidamente al segundo piso, Scarlett había tomado de la cintura a María para hacerla correr más rápido, una vez que llegaron al segundo piso Luka arrojo un reloj de péndulo de unos dos metros, era demasiado pesado, pero con la adrenalina que corría por sus venas todo era posible. Al menos los retendría por un rato, observó con desesperación que su anillo había vuelto a la normalidad, tampoco esperaba que un arco le ganara a una escopeta, pero al menos estarían armados. Antonella se apoyó contra la pared respirando agitadamente, había sido mucha emoción para una joven embarazada, acaricio su vientre para intentar calmarse.

- ¿Ahora qué hacemos? -preguntó desesperada-. Si salimos va a ser peor, pero si nos quedamos moriremos por una escopeta -no paraba de temblar, haber visto aquel joven morir a su lado la había perturbado, estaba a unos metros de ella, pudo haber sido Antonella la muerta-. Por Dios, ese joven…murió.

María la agarro de las manos con firmeza obligándola a verla, se veía determinada, infundía una seguridad que ni siquiera Luka tenía.

-Tienes que ser fuerte, no puedes derrumbarte Antonella -dijo con firmeza, Antonella desvió su mirada llorando-. ¡Se fuerte por tu bebe! -la tomo bruscamente de las mejillas viéndola-. Nadie va a venir a salvarnos, ¿entiendes? Solo tú te puedes salvarte y llorando no lo harás.

Los disparos se escucharon en el primer viso, escucho los gritos sofocantes de unas doncellas, debieron de haber escuchado los disparos e ingresar a la hacienda para comprobar que estuvieran bien y fueron recibidas por aquellos hombres armados que les dispararon sin compasión.

- Debemos de subir hasta el último piso -sentenció Luka agitado-. Si nos escondemos podremos sobrevivir -señalo abajo-. Esas cosas ya no son humanos, están siendo poseídas por edimmus, solo son unas bestias crueles, no tienen conciencia así que hablar para pedir piedad no servirá.

-Tiene razón Luka -concordó Scarlett-. Nuestra única esperanza ahora es Jayde.

-Hay que irnos ya.

Luka tomo de la cintura y del brazo Antonella para que pudiera apoyarse en él y pudiera correr hacia el tercer piso. Escucharon nuevamente los pasos cerca de ellos, subieron corriendo a las escaleras llegando al tercer piso. Scarlett le ayudo a empujar varios estantes de sus habitaciones para bloquear la entrada al tercer piso, María también les ayudo, si hacían una barrera que los alejará de ellos podrían soportar hasta que viniera Jayde, Luka toco su anillo esperanzado en que no tardará. Scarlett recordó que en el tercer piso se encontraba el ático, de niña solía esconderse de su padre cuando jugaban, observó desesperada el techo encontrando el cordón del ático, lástima que era pequeña y no podía alcanzarlo.

Luka llego a su lado jalo el cordón abriendo la puerta de un jalón, la escalera de madera cayó al suelo, le indico a Antonella que subiera, ella ni siquiera lo dudo comenzó a escalar hasta llegar al ático, María le siguió, después subió Scarlett y por último este. Al estar en contacto con la oscuridad su anillo comenzó a resplandecer en una luz celeste alumbrando el ático. Scarlett enseguida movió varias cajas de pinturas viejas, basillas o libros, con la ayuda de Antonella y María, para impedir su paso.

- ¿Los reconociste? -susurró Antonella-. Eran los Russo, reconocería ese diente de plata en cualquier parte.

- ¿Los Russo? -dijo incrédula-. ¿Ellos porque querrían matarnos? Son amigos de la familia, su viñedo está a unos kilómetros del nuestro, son nuestros vecinos más cercanos.

-Tal vez no a ustedes -repuso Luka pensativo-. Pero si le tuvieran rencor alguien cercano a ustedes como para que se dejará influenciar por esos edimmus…

- ¿Estas insinuando que mi esposo tiene que ver con esto? -preguntó Antonella alterada.

-Tía no puede ser tan ciega -replico Scarlett-. Para empezar esas cosas aparecieron para empezar por la culpa de mi tío, si tan solo les hubiera dado lo justo a sus campesinos, esas criaturas no estuvieran queriendo matarnos -soltó una risa frustrada-. No me sorprendería que les hubiera hecho algo a los Russo para que tengan ganas de matarnos.

Antonella se quedó callada sentándose en una de las cajas vacías, María no decía nada porque sabía lo que Scarlett estaba diciendo era pura verdad, esta se alejó furiosa dando vueltas por todo el ático, Luka trató de aclararse para pensar en algo rápido.

-Debemos tranquilizarnos -hablo calmado-. Alterarnos y echarnos la culpa no nos ayudará nada, estamos en el mismo barco ahora y temo decirlo, pero estamos sufriendo un motín.

-Más bien unos piratas acaban de ultrajar nuestro barco -corrigió Scarlett-. Solo nos queda esperar -miro su anillo-. ¿Por qué no conviertes esa cosa en un arco otra vez?

-Si te soy sincero no sé cómo hacerlo -admitió Luka.

Dejaron de hablar al escuchar varios pasos debajo de ellos, se quedaron en silencio, se escuchó que abrieron las puertas una por una de un golpe. Se escucho un disparo provenir de una de las habitaciones, Antonella entrecerró fuertemente los ojos intentando no sollozar mientras agarraba con firmeza la mano de María, Scarlett dejo de dar vueltas y se quedó quieta, Luka intentó convocar otra vez ese arco, pero por más que lo intentaba no lo conseguía. Esperaron ansiosos a que se fueran al ver que no había nada, sus plegarias no fueron escuchadas, retrocedieron al ver que comenzaba a jalar el cordón para subir al ático.




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