Los colores naranjas que antes habían dado iluminado el cielo ahora se habían tornado a un color oscuro, pequeños estrellas se asomaban en aquel inmenso mar negro donde la luna era la más sobresaliente. El viento que soplaba sobre su rostro era gélido, no tenía frio, era una de las características de una melínoe, ella jamás podría llegar a sentir frío, eso le recordaba que, aunque pareciera humana no lo era y nunca lo sería. Se quedó acostada observando las estrellas, sintiendo que el pasto le picaba, al ver la luna llena asomarse tan grande y brillante logró tener consuelo. Unos ruidos extraños la desconcertaron, se sentó sobre sus piernas observando que varias sombras la rodeaban en un círculo.
-Hola muchachos -les saludo-. Los estaba esperando, deben de estar sorprendidos no es así, apuesto a que no me creían viva.
-Tu esencia es muy débil -susurro a su oído-. No logramos percibirla.
-Una melínoe peculiar -murmuro otro-. Debes de sentir gran molestia por ser utilizada por unos simples humanos, te usan como si fueran tus dueños.
-No crean que podrán poseerme -les advirtió-. Solo conseguirán que me enoje.
- ¿Por qué los apoyas? -preguntó otra voz diferente-. ¿Por qué les das la espalda a los tuyos?
-No tiene nada que ver con el hecho que hayan tratado de matarme dos veces -ironizo-. Lo volvieron personal.
-No sabíamos que era usted alteza -razonó otra voz-. No creíamos que fuera capaz de traicionarnos, ahora se encarga de ayudar a los terrenales.
-No tengo otra opción -admitió-. Recuerden que estoy maldita tengo que hacer cosas buenas para los terrenales…
- ¿No le causa odio? -preguntó-. La hicieron la esclava de los terrenales.
-Para nada -dijo sincera-. En cambio, lo que me molestan son ustedes -los miro seria-. Deberíamos hacer un trato ¿no les parece?
-Si quiere rendirse ante nosotros tal vez consideremos aceptarla -susurro otro-. Si nos da a Víctor perdonaremos las demás vidas terrenales que habitan esta hacienda -se puso pensativo-. Son cuatro mujeres, un bebe y un hombre.
-Sabemos que ese hombre le importa mucho ¿no es así? -inquirió otra voz-. ¿Es el terrenal que está unido a usted? -se rieron a carcajadas-. Tal vez no podremos matarla, pero si matamos a ese terrenal será como matarla a usted.
Jayde se paró furiosa del pasto, tomo su collar convirtiéndolo en dos feroces kindjals que brillaban como antorchas en la oscuridad, al sentir solo su brillo las sombras se alejaron repelosas, chillando al verlo.
-Les estoy ofreciendo una manera de irse hacia el Limbo -dijo molesta-. Su fuente de poder la sellamos, sus cuerpos han sido enterrados correctamente lo que les resta más poder, mañana sus viudas e hijos vendrán a verlos y muy pronto les devolverán el apoyo que les estaba dando.
Las sombras no parecían asustadas, todo lo contrario, comenzó a rondar cerca de Jayde como si se estuvieran preparando para atacar, esta observó su aura viendo que un color escarlata los rodeaba, seguí siendo del mismo color intenso que el antepasado día, se preguntó porque no había cambiado nada.
- ¿Eres nueva, no es así? -preguntó una de las sombras-. ¿Crees que ese ínfero era nuestra fuente de poder? -se echaron a reír nuevamente a carcajadas-. Que inocente eres.
- ¿Te atreves a cuestionarme? -bramo furiosa-. Cuidado niñitos, mientras ustedes tienen apenas siete años, yo tengo casi cuatrocientos años de antigüedad, eso me hace más fuerte y vieja que todos ustedes juntando sus edades -las sombras se acallaron, los fantasmas tenían cierto respeto mutuo aquellos más antiguos que uno, mientras más viejo seas más respetado eres-. Váyanse al Limbo -trató de mirarlos, pero era difícil ya que las sombras se movían rápidamente en un círculo alrededor de ella, siendo imposible poder enfocarlos, necesitaba crear una conexión con ellos para obligarlos irse, de lo contrario no podría hacer-. ¿No pueden quedarse quietos para poder echarlos?
-Lo siento alteza, pero aún no es hora de irnos -repuso una voz grave y seria-. Tenemos una cuenta pendiente de saldar.
-Ya les acabo de decir…
-No es cierto -negó una voz más aguda-. Víctor no ha dicho nada, sigue negándose, mientras eso suceda seguiremos por aquí un buen rato.
<<Imbéciles>> pensó Jayde <<Todos son unos imbéciles>>
- ¿Y si el accede? -preguntó Jayde, intentado persuadirlos-. No solo que les de la compensación, sino que les pida perdón.
Se quedaron ratos un buen tiempo analizando la propuesta de Jayde, al final el de la voz más grave fue quien hablo:
-Lo pensaríamos -dijo serio-. Depende de cuan bien nos convenza
- ¿Cómo saben que fue él? -preguntó Jayde incomprensiva-. Puede que haya sido un jefe avaro, pero como están seguros de que el causo el incendio.
-Aparte de que la granja se encontraba en un mal estado -dijo sarcástico, una de las sombras más viejas-. Porque él fue quien nos dijo que en unos contenedores pusiéramos el estiércol de los cerdos para después hallar otra manera de desecharlos, el señor que se encargaba de desechar las montañas de estiércol le había aumentado el precio, pero como él se negaba aceptarlo decidió hacerlo por su propia cuenta. Eso causo el accidente.