Al momento de ver que todos se habían esfumado Sora deshizo el campo cayendo al suelo cansada, Luka quiso ir tras Jayde, pero Scarlett se lo impidió tomándolo del brazo. Sabía que solo le estorbaría y se preocuparía por él, pero no podía quedarse sin hacer nada. Solo pasaron unos minutos cuando una explotación provino de la granja, estallando en un fuego azul, lo cual le extraño, pero también preocupo por ahí se encontraba Jayde y no sabía si era inmune a las explosiones. Se soltó del agarre de Scarlett y corrió velozmente en dirección a la granja, sintiendo su corazón latir fuertemente, su respiración era agitada, quería pensar que Jayde se encontraba bien, pero tenía que verlo con sus propios ojos. Estaba a unos metros de la nube de ceniza que se había formado alrededor del lugar, se cubrió con su codo su nariz dispuesto a entrar cuando la voz de Jayde lo detuvo:
-No entres -le advirtió-. Esto no es fuego normal, es el fuego purificador del limbo, si lo inhalas estando aun en el aire quemará tu alma.
- ¿Y tú eres inmune? -preguntó preocupado.
-Las melínoes somos las guardianas del fuego purificador -respondió agitada-. Somos los únicos seres que somos inmunes, pero muy pocas lo logran controlar o invocar, solo las “elegidas” podemos convocarla.
- ¿Pero no se llama el fuego purificador? -dijo incrédulo.
-Porque al momento de purificarte destruye tu alma -respondió indiferente-. Así puedes realmente encontrar la paz, solo puedo utilizar en situaciones graves como esta, no tengo derecho a utilizar el fuego purificador para mi propio uso o de lo contrario tendré que recibir un castigo.
- ¿Y no lo vas a recibir?
-Si lo fuera a recibir querido ya no estuviera hablando contigo -dijo sarcástica-. Me imagino que mi petición fue aceptada.
Las cenizas se comenzaron a disiparse dejando ver con claridad la tierra quemada que se encontraba a tan solo unos centímetros de sus pies, a lo lejos pudo ver tirada en el suelo a Jayde con su cabello rubio manchado con la tierra, estaba a caminar hacia ella cuando su voz lo paro nuevamente:
- ¿Qué parte de fuego destructor de almas no entendiste? -ironizo molesta-. Si tocas donde estuvo el fuego quebrarás una parte de tu alma -miro melancólica la tierra debajo de ella-. Una de las consecuencias de usar el fuego azul es que cualquier tierra fértil que la toque se vuelve infértil, nunca volverá a crecer vida en sus suelos.
Jayde se paró del suelo, se peinó su cabello revuelto observando que había vuelto a la normalidad, así que supuso que sus ojos igual, se sacudió su polvoriento vestido negro lleno de ceniza y tierra. Comenzó caminar hacia él preguntándose si habría sentido cuando ella cambio, meneo su cabeza quitándose esas ideas, de haberlo notado ya la estaría invadiendo con preguntas al respecto. Se obligo a sonreír intentando ocultar la verdad, Luka la examino con la mirada verificando que se encontrará bien.
-No puedo morir lo sabes -le recordó-. Deja de mirarme así, me incomodas.
Luka rio ante sus palabras, comenzaron a caminar en silencio hacia la hacienda, lo cual le agradeció, ya que debía de calmarse para no perder el control, otra cosa era cederlo y otra perderlo porque podría hacerles daño. Prefería que Luka la siguiera mirando así, casi podía sentir que era humana, que la mirara con miedo como si fuera un monstruo. Cuando llegaron Scarlett los recibió con una sonrisa en su rostro, Antonella y María la miraban agradecidas y aliviadas, cuando su mirada se cruzó con Víctor sintió una ira fluir por sus venas casi quemándola. Se acercó a él estrellándolo contra la pared de la entrada de la hacienda.
-Por tu culpa mi cabello es un desastre y casi me matan ¿adivina? Otra vez -bramo Jayde-. Mañana iras a darles una disculpa a las viudas de esos campesinos, pero no quiero unas palabras llenas de basura, quiero una disculpa que me haga llorar de la conmoción -lo volvió a estrellar contra la pared-. Sino me hace llorar perderás uno de tus dedos, te daré la opción de elegir cual quieres que te corte solo porque soy compasiva -levantó su dedo índice amenazándolo-. Si me entero de que después que me vaya que les volvió a retirar el apoyo no querrá saber lo que soy capaz.
-Lo prometo -dijo rápidamente-. Te lo aseguro, al menos eso puedo hacer.
Jayde asintió firme antes de soltarlo, Antonella corrió para abrazar a su esposo envolviéndolo en sus brazos cálidos, Sora salió del interior de la hacienda y se unió a ellos. Juntos observaron cómo la noche ahora parecía más tranquila que peligrosa, vieron las estrellas en el cielo tratando de hallar consuelo por todo lo que habían pasado.
A la mañana siguiente Jayde se paró de su cama con una serenidad que no pensó hallar antes, sabía que había hecho algo bueno por otra persona, no había logrado conciliar el sueño el resto de lo que quedaba de la noche y toda la mañana. No sabía si había hecho lo correcto quemando el alma de aquellos edimmus, podría haber encontrado otra manera, pero no era seguro. Se acercó al tocador donde le dejaron una vasija de porcelana que contenía agua caliente para lavarse su rostro, cuando observó el agua le vinieron a su mente los recuerdos de aquella noche donde la ahogaron. Se lavo su cara y tomo la toalla para secarse, cuando la dejo en el tocador observó delante de ella a Sora, asustándose por completo.
-Maldita sea mujer -dijo asustada-. ¿No sabes tocar una puerta?