Luka y Jayde miraron la tienda la rosa escarlata, su fachada seguía siendo la misma, alrededor del letrero había enredaderas de rosas rojas que cubrían una gran parte de la tienda de color blanca. Los demás edificios seguían estando vacíos y deteriorados, seguramente era un truco mágico para alejar a cualquier humano que se atreviera a entrar por ese barrio y no la molestarán. Escucharon la campanilla sonar al entrar a la tienda. El interior de la tienda seguía siendo un asco, el olor a muebles viejos mezclado con el polvo acumulado inundaron sus fosas nasales, las paredes tapizadas seguían rasgadas y con hongos, y el piso de madera seguía rechinando bajo sus pies.
-Bruja -le llamó-. Sal donde estés.
Luka miro las cortinas de terciopelo rojo desgastadas y llenas de telarañas, el lugar estaba mucho más sucio que la última vez que fue, era un horror para la limpieza, incluso los aparadores comenzaban a tener polvo.
-Tanta magia y no puede limpiar siquiera -murmuro repulsivo-. ¿Cómo puede vivir en este cochinero?
-Fácil no vivo aquí -respondió una voz detrás de ellos, se giraron observando a Urice con una gran sonrisa en su rostro, señalo la puerta detrás de ellos-. Ese es el lugar donde vivo, es un portal que me transporta a mi verdadero hogar, esto -señalando la tienda-. Es una simple fachada para humanos curiosos como tu querido -señalo a Luka-. Huyan o se alejen, un simple hechizo de ilusión que no solo rodea este edificio sino todo el barrio, los terrenales como tú lo ven como algo deteriorado, pero las brujas como yo lo vemos como un paraíso, aquí vivimos las del clan rojo.
- ¿No temen que quieran derrumbar esto? -preguntó Luka-. ¿O que las atrapen?
-Para nada -respondió con desdén, traía su cabello naranjado recogido en una coleta con un vestido de terciopelo de color azul marino-. Sino quieres que encuentren algo escóndelo a la vista de cualquiera -desapareció enfrente de ellos y reapareció sentada de piernas cruzadas encima del aparador-. Pero no creo que hayan venido para preguntarme por la decoración de mi hogar -miro irritada a Jayde-. Te mande esa nota justamente para que no vinieras y aun así te apareces en mi puerta ¿Qué tengo que hacer para alejarte?
-Decirme la verdad -contestó simple-. Después no te molestaré por unos días.
- ¿Es sobre Catalina o el ínfero? -inquirió, chasqueo sus dedos apareciendo delante de ellos una copa de vino-. Ah necesitaré a este amiguito para sobrevivir a sus preguntas.
- Entonces sabes sobre el ínfero -respondió entre dientes, apretando sus nudillos-. Entonces también sabrás que hay varias de tus amiguitas enfermando niños.
Aquello la tomo por sorpresa, ya que en ese momento se estaba tomando su vino, pero cuando escuchó las palabras de Jayde casi se atraganto. Desapareció la copa entre sus manos y la miro sombríamente.
-Esas es una acusación seria -mencionó severa-. ¿Tienes pruebas algunas?
-Siete niños que han estado saludables toda su vida de repente en una noche caen enfermos -contestó molesta, acercándose peligrosamente hacia ella-. Presentan fiebre, escalofríos, vomito, tos con sangre y adivina…
-Delirios -murmuro conmocionada, la miro-. ¿Dónde dices que es?
-En Savona -respondió Luka.
Fue como si todo tuviera lógica, su cara de conmoción y horror fue cambiada por una de disgusto.
-Eso tiene sentido -dijo indiferente-. No puedo hacer nada por esas criaturas.
- ¿Por qué? -preguntó molesta-. Es tu misma especie quien está causando esto, es tu deber pararlo o al menos intentarlo.
Urice se acercó a su rostro hasta sentir su aliento sobre el suyo.
-Dime pequeña melínoe -hablo sensata-. Si una de las tuyas estuviera haciendo destrozos por todas partes ¿irías a limpiar su desastre? Cuando los terrenales viven cazándote diciendo que eres obra del diablo ¿solo para ayudarlos?
-Sino lo hago eso me convertiría en lo que dicen que soy -dijo severa-. Y por lo que se unos niños no agarran trincheras, se llama hacer lo justo.
Urice la miro pensativa y desapareció enfrente de ella reapareciendo sentada en una mecedora detrás de ellos.
-Tienes un buen punto pequeña melínoe -dijo reflexiva-. El problema es que esas brujas no son de mi clan.
-Mentira -repuso Jayde-. La mitad del norte le pertenece al clan rojo.
-Antes en su poder tenía las regiones de Liguria y Valle de Aosta -les explico-. Junto con las regiones de: Véneto, Piamonte, Lombardía, Trentino y Friuli-Venecia. Pero con la llegada de un nuevo clan tuvimos que ceder dos de nuestros territorios para evitar una guerra.
- ¿Desde cuándo Evanora cede territorio? -preguntó incrédula, pero al ver la mirada sombría de Urice, supo que decía la verdad-. ¿Enserio?
-No queríamos desarrollar una guerra civil entre brujas, no somos como los terrenales -dijo soberbia-. Entonces decidieron a votación cederle al clan plateado dos territorios del clan rojo y un territorio del clan oscuro -rodo los ojos en blanco-. Porque dicen que somos los dos clanes que más regiones tenemos… idiotas -suspiro tratando de tranquilizarse-. Mi punto es que ahora Liguria le pertenece al clan plateado, lo que ellas hagan en su territorio no es de nuestra incumbencia, fue así decidido por nosotras.