La Maldicion de la Bruja Roja

Capitulo 48: Castillo del Carretto

Después de aquella platica todos decidieron quedarse callados, Jayde la mitad del tiempo del viaje se la paso leyendo, otra parte se la paso observando el paisaje verde que la rodeaba, pero no tardo en cansarse al ver lo mismo así que por el resto del trayecto se la paso dormida en el hombro de Luka. Este se fue el primer caer dormido recargado contra la puerta del carruaje. Scarlett los observo de reojo con una sonrisa, se encontraban acurrucados el uno con el otro, Jayde babeando su frac mientras Luka roncaba. Amadeo había estado leyendo el resto del camino el libro junto a ella, hubo unas dos o tres peleas por cambiarle la página, era un lector rápido, ella apenas terminaba de leer una página y este ya había terminado de leer las dos. Después de que se cansó de tener que esperar a Scarlett para leer, agarro el libro de Orgullo y Prejuicio que Jayde había dejado de leer por dormirse. Solo desviaba su mirada para ver de reojo a Amadeo como con sus ojos grandes grises estaba inerte en su lectura, comenzó a verlo con ojos diferentes, no era el cretino que ella creía que era.

Giraron hacia la izquierda y en la rotonda tomaron la primera salida a Via Dei Partigiani. A lo lejos encima de una colina se podía apreciar el Castello de Millesimo que se encontraba en el centro de la ciudad, uno de las muchas de las propiedades de la familia Del Carretto que tiene en su poder. De cerca pudieron ver una pequeña iglesia y en el otro lado un pequeño parque en el que se encontraban merodeando las personas. El castillo era de tres pisos, era una gran fortificación, ondeaban en el astil la bandera de la ciudad en su torre, con unos frondosos árboles en la entrada. Comenzó a mover bruscamente a Jayde para despertarla, esta se levantó a regañadientes, de un puñetazo en el hombro levantó a Luka, despertándolo asustado.

-Podrías ser más sutil -comentó somnoliento-. No tienes que ser agresiva.

-Pero me gusta.

- ¿Los marqueses de Savona saben de nuestra llegada? -inquirió Scarlett.

-De la mía lo saben -respondió Amadeo- Mi padre le informo cuando estaba de paso en la ciudad que iría para ponerme al tanto de los asuntos de la empresa.

-Nosotros le mencionamos que vendríamos a ver al niño -replico Jayde-. El accedió…

-Creo que fue meramente amable con nosotros -comentó Luka-. No creyó que haya pensado que realmente vendríamos.

-Pues debió de ser menos amable -dijo indiferente-. Le tomaremos la palabra.

El carruaje se estaciono enfrente del castillo, dos guardias escoltaban la entrada al castillo, uno de ellos se acercó a su cochero para preguntar quiénes eran, al saber que hijo del duque de Galliera y sus amigos no dudo en abrir la entrada para dejarlos pasar. El carruaje se metió entre el estrecho camino y los acerco a la entrada. El guardia fue amable en abrirles la puerta y les hizo una reverencia, Amadeo fue el primero en bajarse seguido de Scarlett a quien ayudo a bajar, después le siguió Luka y por último Jayde, quien no pudo evitar asombrarse al ver el pueblo en que se encontraba. El otro guardia abrió la rendija para entrar, tuvieron que subir varias escaleras hasta llegar a la puerta del castillo, aquello le sirvió para estirar sus piernas entumecidas después de haber estado horas en el carruaje incomoda. Sintió el aire fresco sobre su rostro, escucho el canto melodioso de los ruiseñores. No tardaron en abrirles la puerta una doncella que al verlos les hizo una reverencia.

-Lord Enrique lo espero -hablo cordialmente, los miro nerviosa-. Pero no nos avisó que traería acompañantes.

-Fue error mío descuide -la calmó-. Ellos son los barones de Trentino, los conoció mientras estaba en la ciudad, si los menciona seguro que los reconoce.

-Pasad.

El vestíbulo era pequeño en comparación al palacio, el piso era hecho de caoba recién pulido, lo cubría una alfombra roja de terciopelo, las paredes estaban pintadas de color amarrillo con bordes blancos. Un gran candelabro colgaba en el centro del techo iluminando el lugar. Enfrente se encontraba las escaleras blancas que se dividían en dos al llegar al segundo piso, con una alfombra roja en el centro. Detrás de las escaleras había dos puertas que llevaban hacia un salón. En cada lado del vestíbulo había dos puertas marrones más grandes que las anteriores.

-Del lado derecho se encuentra el estudio de mi lord -les señalo-. Del lado izquierdo se encuentra el comedor, detrás de las escaleras se encuentra el salón de reuniones y en el segundo piso se encuentran las habitaciones.

 -Julia ¿Quién ha llegado? -preguntó una voz femenina-. ¿Es el doctor Lombroso?

Jayde se quedó estática observando como una mujer de unos veintiséis años bajaba las escaleras portando un vestido elegante de color azul marino hecho de satén, de escote ovalado y de mangas semi largas. Tuvo que recoger su falda esponjada para poder bajar cómodamente las escaleras, era más baja de lo que recordaba, debía de medir 1. 66 metros, lo mismo que ella. Su cabello negro lo tenía recogido en un moño bajo trenzado, sus ojos avellanadas brillaban bajo los rayos del sol que se filtraban por las ventanas, su rostro seguía siendo el mismo, pero ya no tenía la misma sonrisa amable que tanto la había caracterizado. Entonces recordó que era Catalina ya no era más la Lucia que había conocido en Navarra. Los miro de pies hasta la cabeza inspeccionándolos, por un momento creyó que le gritaría o lloraría, pero la miro indiferente, sin nostalgia u odio en sus ojos.




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