La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 7. Descubierto.

– Déjala dormir – dijo una suave vos.

Me desperece y cerré los parpados aun con el libro abierto en la página de los liliums, un sueño, me repetí y poco a poco el sueño fue alejándose junto a la bruma en mi mente.

– Pero necesita comer algo antes de irse a la cama – murmuró Indiga y entonces me senté, callándola y recordando la advertencia de Kyle en medio de mi acción reconociendo la suave vos, suspirando brevemente por ella.

– Príncipe – le di un respetuoso saludo y él observó mis manos un segundo antes de pasar por alto el hecho de que estaban manchadas de hollín pues antes mientras que Kyle me narraba su historia yo había tratado de prender la madera en busca de calor. Fue inútil pues el pequeño príncipe había hecho magia de fuego, lo que me resulto increíble, y después estaba todo tibio y no por mi débil intento de ser útil.

– ¿Cómo te fue en tu día? – fue un pregunta suave que advirtió su tristeza bien enmascarada. Su día fue mal y me sentí terrible por eso.

– No tan triste como el suyo, majestad – él parpadeo confundido y luego me observo de nuevo.

– Kyle me dijo que te encontraste con Calíope y con Amapolis. ¿Cómo estuvo? – cambio de tema.

– Bien, no es como si se me hubiesen lanzado encima – fruncí el ceño – ¿Cómo supo el principe Kyle que me encontré con ellas?

– Una visión.

– Ah – cerré la boca.

– ¿Entiendes este libro? – señaló el libro de flores pero negué con la cabeza.

– Solo estaba viendo los liliums – me mantuvo la mirada un segundo antes de cogerme de las muñecas completamente serio pero con cuidado fue que me llevó al baño, en donde frotó mis palmas con jabón y se deshizo del hollín, motivado por alguna extraña razón.

– No debes comer con las manos sucias.

– No tengo hambre.

– Deberías, Kyle te dijo que no esperarías por mí, pero me pidió que te trajera a comer, me dijo que luego estarías deprimida por no meter nada a tu estomago e irte a dormir.

– Kyle me dijo que hoy no debería ir a comer con sus majestades – contradije.

– Bueno, no es su decisión, es la mía, ¿no? – de hecho, era la mía – vamos a comer, hoy será necesario – pasos sus dedos por mi cabello peinándolos y después enlazo sus dedos con los míos para llevarme al comedor.

No tuve frio después de muchas noches y recordé que era ajena a ello desde que había estado en la biblioteca. Mi piel se sentía caliente pero no sudaba, raro siendo humana.

Camine a la par junto al príncipe y después entendí que lo hacía porque en el comedor estaban cinco mujeres sin contar a su majestad, la reina Breena, eso elimino cualquier pensamiento tonto que había empezado a navegar al fondo de mi cabeza.

Amapolis me dio una sonrisa de superioridad cuando me observo, sonrisa que se desvaneció cuando vio mi mano con la del príncipe y deduje que el repentino incremento de hostilidad se debió a eso, una nueva guerra.

– Buenas noches príncipe Rae – cantaron ellas en coro.

– Buenas noches – respondió y me sonrió – para las que no tuvieron aun el placer de conocer a lady Lae, mi prometida, se las presento. Lae, ella es lady Trem, a su derecha esta lady Peonia, después lady Calipso y lady Amapolis correspondientemente finalizando con lady Wallena y lady Calíope – sonreí pero no incline la cabeza.

– Es un gusto – y pase a sentarme entre Kyle y Rae.

– Te dije que no te gustaría – susurro Kyle y después sonrió, como si lo hubiese visto venir. Me retuve a mí misma de poner mis ojos en blanco.

– Oímos que sus majestades fueron a visitar la corte de Verano al funeral de sus anteriores reyes – hablo lady Trem quien tenía un color oscuro y ojos plata en contraste con su trenza rubia a un lado de su cuello. Volví a concentrarme en ellas.

– ¿Lady Lae también asistió? – pregunto Peonia pero ella sabía la respuesta por lo que fue un pregunta para desarmar y tender una trampa que buscaba mis contradicciones con las del príncipe. Mantuve mi sonrisa.

– Era una ceremonia privada solo para los que conocieron a sus majestades – respondí repitiendo mi respuesta anterior desarmándola, en cambio.

– Es una pena escuchar que también su joven hija muriera – hablo Amapolis y sentí a Rae tensarse a mi lado. Yo estaba pasando algo por alto y eso me molesto, la sonrisa de Amapolis lo demostraba y sobretodo esa fingida tristeza.

– La conocía, ¿verdad príncipe Rae? – inquirió Calipso siguiéndole el juego pero Kyle intervino.

– Yo también la conocí, ella era encantadora – mi boca cayo abierta pero nadie pareció notarlo pues todos observaban a Kyle – Aglae no merecía la muerte – murmuro viendo de reojo a su hermano y después un chispado que no debió estar ahí, sus ojos en los míos antes de fingir que nunca había sucedido. Eso podía significar muchas cosas.




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