Estaba segura de que estaba en palacio pero no recordaba bien el tipo de decoración, quizá más informal.
Camine por los pasillos buscando mi habitación y la encontré, muy diferente también a como la recordaba. Los dibujos, los libros, el color de las paredes y la decoración más infantil. Camine un poco más buscando alguna pista porque no recordaba que mi cuarto estuviese de esa manera.
– Imposible, ¿dónde estás Aglae?, madre nos busca para encontrarnos con Nad – apareció Summer por la puerta de mi habitación y se quedó completamente quieta, como si pudiese verme aunque esto era un sueño, nada más que eso, pero ella me mantuvo la mirada un segundo antes de girarse y murmurar algo – imposible, ¿dónde está mi hermana en nuestro cumpleaños número once?
– Summer, me encontré con un muchacho – apareció Kalay corriendo a mi habitación – y estaba coqueteando con Aglae – Summer abrió la boca para reprochar que quizá era imposible pero miro a Kalay y ambos entendiendo lo que tenían que hacer y se echaron a correr.
Los seguí y me sorprendí a mí misma al encontrarme dirigiéndome hacia la biblioteca con un chico detrás mío, él con el cabello hasta los hombros de un azabache profundo y esos inconfundibles ojos azules. Rae.
Ellos hablaban y ella lucia molesta, una yo pequeña mientras que cogía con fuerza su libro que al parecer goteaba con un líquido naranja mojando la mesa debajo de ella.
Entraron a la biblioteca y buscaron un asiento alejado y escondido alado de una ventana gigante. Mi lugar favorito.
– Kyle no quiso hacer eso – dijo él unos años mayor que yo, quizá dos, quizá tres – así que princesa Aglae, por favor no se enoje.
– Bien, lo entiendo – dijo ella abriendo su libro y sacando un hermoso pañuelo de algún lugar de su vestido – solo, por favor – ella lo miro a los ojos un segundo, puede que haya sido eso pero no lo entendió. Él se ruborizo por la cercanía de sus rostros y se notó confusión al percatarse de que había sido su culpa de aquella cercanía pero ella no lo noto y volvió a ver su libro secando las páginas – era de mi abuela – murmuro y él apretó los labios.
– Ni el fuego ni el hielo pueden reparar ese libro – dijo él alejándose un poco.
– Lo sé – ella rio triste – dígame príncipe Rae, ¿qué los trajo aquí?
– Visitas oficiales – volvió a ver el libro y luego a ella con algo que no podía leer bien en sus ojos se quedo pensativa.
– Semillita – apareció otro muchacho, uno mayor que en lo absoluto no había cambiado a como era ahora a excepción de las ropas – vaya, ¿qué le paso a tu libro?
– Un accidente – ella bajo la mirada.
– Bueno, solo es zumo – agito una mano y las gotas del zumo se elevaron dejando las paginas intactas y tan viejas como había sido antes el ejemplar – fácil de reparar – se giró hacia la niña – vamos, tu padre y madre están buscándote.
– Espera – hablo Rae – ¿quién eres tú?
– ¿Yo? Soy Nadzieja. ¿Y tú?
– El príncipe heredero a la corona de la Corte de Invierno. Rae Frio. – el niño se elevó en toda su altura pero Nad rio e hizo una inclinación.
– Ah, el príncipe perdido. También viene conmigo su majestad – Nad me tomo de la mano y comenzó a caminar – también su majestad Summer y su majestad Kalay. Los reyes nos esperan.
Cuando abrí los ojos la combinación de sensaciones, de olores y todo lo demás me pareció extraño, más, nítido. Eso me sorprendió y aún más cuando oí un leve trinar de pájaros justo antes de que otros se unieran y me despertaran por completo.
Fui al baño y me lave la cara y revise el reloj. Las siete de la mañana y se me había ido el sueño por completo. Odie eso pero al menos ahora recordaba cuando había conocido a Rae y comprobé que ya conocía también a Nad, solo que fue extraño llegar al mundo humano para recordarlo.
Salí de mi habitación después de cambiarme y luego a la puerta de la casa viendo a la gente pasar, gente como yo pero encerrados en su propio mundo, con aparatos raros en la mano y cosas que les salían de los oídos o trajes que lucían muy apretados o bolsos de piel de animales en sus manos y espaldas. Todo cuadrado, era extraño.
Me senté en las primeras gradas observando a más gente y sorprendiéndome aun de lo que había visto ayer. Cosas cuadradas que se movían en algo redondo que lo sostenía. Por lectura pude identificar a los coches así mismo como con los celulares y auriculares. Ellos se las ingeniaban para sobrevivir.
– ¿Qué haces despierta tan temprano? – pegue un salto del asombro pero luego me percate que la sensación que había tenido cuando desperté temprano se había ido por completo y volví a recuperarme aunque me sentía más confiada ahora, eso no debía pasar.