La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 12. Ojos, un príncipe, una guerrera, un mago.

La primera vez que Welklyn me había cambiado un sueño por una predicción no lo entendí pero después de aquello mi madre se puso furiosa al saber lo que había sucedido. Ni siquiera recuerdo esa predicción con exactitud ahora. Eso es como un recuerdo esperando el momento a ser revelado y si mal me equivoco, la única vez que soñé antes fue esa y tampoco la recuerdo porque había sido robada; sin embargo ahora no había sido robada y no había desaparecido después de despertar, el sueño, aquella profesía estaba intacta, ahí, lo que resultaba antinatural. Un pago era un pago y por ningún medio podía llevársele la contraria.

Cuando desperté me di cuenta de que ya habíamos regresado y en aquel transcurso de tiempo me habían quitado los zapatos y la ropa incomoda. Ya era de mañana lo que me sorprendió un poco sin embargo el problema real  fue cuando me levante.

El dolor punzante recorrió por mi cabeza gritando como una sirena antes de desaparecer y dejarme aturdida. No debía de moverme rápido y aun así tendría que avisarles a todos que estaba bien, no con amnesia lo que era bueno.

Me levante agradecida del pijama ligero y a duras penas abrí la puerta. Salí de mi habitación, baje las escaleras y después me recosté exhausta en la puerta de la cocina. El silencio se hizo cuando me vieron de pie aunque probablemente me habrían oído despertar.

Me acerque a ellos y me senté ayudada por Nad quien corrió a socorrerme. Me tendió un par de pastillas brillantes y las tome encantada aunque no supiese que eran.

– Bien, parece que solo es migraña – mire aturdida a Nadzieja y sonreí. Había leido sobre ese termino.

– Entonces, ¿qué discutían? – pregunte.

– Se los dije, ella es inteligente.

– Mucho, creo yo – Calíope me vio furiosa.

– Hablábamos sobre la visión – aclaro Rae.

– Eso es divertido. Entonces tendré que buscarme un biquini – mire a Nad quien frunció el ceño.

– ¿Por la playa?

– Porque la playa tiene agua y el agua conduce hacia las sirenas – me encogí de hombros pero oí claramente un jadeo y después Calíope corrió como loca a buscar un mapa.

– ¿Cuántas probabilidades de…?

– Todas – respondí – ya saben, la visión lo dijo…

– Tenemos que hablar – murmuro Rae y me tense viéndolo.

– ¿Sobre qué?

– Nad, Calíope, déjenos solos.

– Oye Rae… – comenzó a interceder Nad pero Rae lo vio aún más furioso de lo que estaba.

– Es una orden – ambos inclinaron la cabeza y salieron pero muy afuera. Nos dejaron solos en la casa.

– Bien, ¿sobre qué quiere hablar su majestad?

– Ayer – él se acercó a mí y giro mi silla para dejarme verlo de frente – creí haberte dicho que no lo hicieras.

– No estoy obligada a cumplir sus órdenes – me defendí – no aquí.

– Te pusiste en peligro por…

– Valió la pena.

– Yo pude haberlo hecho.

– No. Usted es un príncipe – debatí.

– Por eso es mi deber…

– Es estúpido – me levante pero cerré los ojos por el dolor creciente en la base de mi cráneo – lo único que perdí fue un sueño…

– ¿Qué?

– Como dije – y cerré la boca. Mire aterrada hacia Rae y completamente, definitivamente no me dejaría ir. Él se había dado cuenta de mis palabras – no es…

– ¿Quién eres?

– Soy… una humana – respondí retrocediendo.

– Una humana que hizo un trato. Una visión por un sueño, eso suena imposible.

– ¿Entonces por qué me lo pidió? – me forcé a sonreír.

– Tú lo sabes Lae. Ese pago es imposible así que, ¿qué ocultas? – ya no podía escapar, ese era su límite… y me arrodille. Por primera vez en mi vida me arrodille.

– Por favor su majestad, no quiero que lo sepa. Por favor, ignore este hecho. Por favor…

Sentí su ira y despúes un punto de quiebre.

Sus manos se posaron en mi rostro y me obligaron a levantar la mirada. Rae lucia herido, lo entendí y pude ver claramente la compasión, ira y arrepentimiento en sus ojos.

Yo era una idiota. Había asumido que se metería a mi cabeza para sacarme información pero nunca lo había hecho, desee un inicio. Rae me había ayudado desde el momento en que lo conocí y estaba siendo tan estúpida, egoísta. Yo lo había lastimado.

Lagrimas se derramaron por mis mejillas y corrieron libres mojando sus hermosas manos. Sentí su rostro cerca al mío, percibí el olor a nieve y después comprendí mi motivo.

Era una egoísta que no quería hacer sufrir a Rae, yo no quería que se enterase de que estaba enamorado de alguien que nunca había existido. No quería que supiese que aquella magnifica Aglae de sus recuerdos en realidad era una cobarde humana como yo y… muy en el fondo, estaba celosa de mi misma.




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