***PARTE II - PRINCIPE***
Kyle Frio.
Madre estaba preocupada llevando su propio control del tiempo que había transcurrido sin mi hermano, por lo que más seguido de lo que sucedía normalmente venia hacia mi contándome sueños, solo que no eran sueños porque madre no soñaba desde hace tanto, en cambio eran imaginaciones suyas en donde mi hermano se encontraba bien o simplemente mal.
Suspire soltando la enorme carga que tenía encima.
Muchos dicen que el segundo hijo de la Corte de Invierno es el más guapo entre todos. Que la belleza que hipnotiza y atrae había encontrado lugar en la casa de invierno, por eso después de verla venir había decidido que no quería que ella contemplara esa faceta mía. Yo sabía cómo debía actuar.
La belleza de mi hermano era fría a pesar de que él era cálido y mi belleza era cálida a pesar de que yo era alguien que deseaba desde lo muy profundo de su corazón robar todo por lo que peleaban.
El hechizo cayo, un hechizo mayor que las simples ilusiones y mi cuerpo creció.
Cuando volví a contemplar los espejos que rodeaban el baño, esos que siempre me atormentaban, y observe con cuidado mi imagen me sentí molesto.
Yo tenía 18 años.
El cabello negro que me había negado a recortarlo antes de usar la transformación cayó sobre mis hombros, solo hasta un poco más abajo de ellos y el celeste de mis ojos siguió pálido a diferencia de que la cara y cuerpo de niño ya no estaban.
Recordé a Rae y después recordé a Aglae y sonreí. Ella seguía siendo hermosa, pero yo sabía eso desde hace mucho antes de que Rae la conociera.
Salí de la ducha y espere a que me vistieran.
Salí al bosque y espere a mi bello amigo pero no apareció, no desde hace 15 años y me quede solo mirando la nieve.
Yo podía haberla recogido, me arrepentía de eso y de un montón de cosas más. Entonces el destino hubiera sido diferente. Todo habría sido diferente.
Aglae, Lae se hubiese enamorado de mi belleza, ella se habría sentido atraída hacia mí y entonces se hubiese quedado en palacio y después de un tiempo hubiésemos tenido hijos y contemplaríamos una vida hermosa, en lo que duraría. Pero no lo hice.
En cambio, había avisado a mi hermano de lo que tenía que buscar y me había quedado en casa a verificar si mi transformación lucia perfecta porque a pesar de lo que había hecho, yo quería aun lucir perfecto para ella. El amor es una de esas cosas crueles que consumen. El amor dolía.
Pero ya no podía revertir nada.
El ser egoísta dentro mío aún se fascinaba por la idea de que ella aún podría cambiar de opinión, después de todo era humana, capaz de romper absurdas cadenas que nos encierran a los seres mágicos, pero no, la otra parte, aquella racional suplicaba, mi hermano era lo más importante para mí, yo no podía hacerle eso.
Entonces recordé cada breve visión que tuve de Aglae, de Lae y suspire completamente furioso. ¿Cómo el destino podía ser así de cruel?
La que más me molestaba era aquella en donde Lae vivía y mi hermano también y por algún motivo ellos estaban juntos, como reyes; pero esa visión solo fue una, uno entre tantos futuros cambiantes.
La visión que más me aterraba en estos días era de ellos siendo masacrados. La visión del joven príncipe de la Corte de Verano desconsolado, agonizando, observando el cuerpo inerte de su hermana y después la destrucción, aunque eso se demoraría un poco más.
Mi objetivo principal al venir al bosque fue encontrarme con un viejo amigo y como no lo había conseguido solo hice lo que trabajaba a menudo.
Cerré los ojos dejando que el suave frio invadiera cada parte de mi cuerpo. El hielo se sintió filtrar en mi sangre y pude escuchar claramente a la nada que invadía en mi cabeza.
Soñar era una cosa diferente en los elfos normales y yo. Soñar significaba tener una visión pero en cambio, el hijo de la perfección, yo, podía llamar a las visiones, aunque siempre requería un poco de tiempo.
Espere en completa tranquilidad hasta que la nieve comenzó a trepar por mis piernas y espere cuando supe que el día llegaba a su mejor momento, el momento más brillante entre el cielo lleno de nubes.
Había mucho polvo, polvo con un olor peculiar, como si no solo hubiese sido derrumbado sino destruido, a propósito. Ese era fuego, con lo que pensé brevemente, pólvora.
El polvo consumía toda la visión, una que ni siquiera los ojos de un elfo podían contemplar.
Observe mi entorno tratando de encontrar algo con lo cual ubicarme. La tierra estaba agrietado, una grieta con un pequeño hueco en peculiar llamo mi atención así que me dirigí ahí. Habían dos señales humanas en palos de metal cuadradas, sobre varas que llamaban también la atención y después un suave murmuro entre las rocas que caían.
Lo que estaba frente a mi había sido alguna vez una edificación y lo que se encontraba ahora eran restos. Ahora había fuego, algo había explotado y los gritos continuaron. Había humanos dentro pero también había otras cosas.