Kalay D. Soliere.
No estaba seguro de porque estaba confundido pero si sabía que esperar de esto, porque después de dos noches seguidas de despertar solo después de una noche de pasión con Anna había desencadenado celos en un nivel diferente.
Valentine había estado de regreso hace poco y ella como buena amante había decidido pasarlo a su lado en cambio a lo que esperaba, porque siempre que aparecía en breves periodos me daba más placer de lo poco que podía recordar en mi vida.
Ella era amante de Valentine y en secreto también mía, aun así, me encontré esperándola siempre y suspirando de alivio cuando de repente no aparecía porque en esos breves periodos de tiempo me daba cuenta de que habían un montón de huecos en mi cabeza.
Anna era hermosa y me había contado como después de pasar tres años encerrada en el sótano de la casa de los Firme, siendo solamente cuidada por su madre y Valentine, la habían descubierto porque ella había llorado.
Lo que me conto después de eso me pareció cruel y me encontré a mí mismo deseando reparar su roto corazón porque desde entonces, aun a pesar de que había sido una humana en tierra mágica, aun después de tener el conocimiento de que habían más humanos en tierra mágica por capricho de los elfos, ella sucumbió.
No le gustaba la comida humana ni la falta de belleza. Anna era bonita pero según ella, cualquier mortal llegaba a pensar que era lo suficientemente bueno para Anna así que huyo y se volvió monja. Trato de vivir pero encontrarse con la felicidad humana había acabado llevándola a la locura.
Fue entonces cuando volvió a encontrarse con Valentine.
Yo aún no entendía como ella podía recordar su vida a sus tres años, eso solo parecía una excusa, pero como me repetía siempre, había aparecido su guapo Valentine junto a otro hombre, uno que se encontró deseando mucho desde el primer momento. Para esa parte de la historia yo estaba intrigado y celoso pensando en lo raro que era pero ella continuo de todas formas.
Le habían mostrado una salida.
El cetro seria llevado a la corte oscura, aun así ella creyó que no era justo, no después de todo lo que los elfos y humanos le habían hecho pasar.
Primero eliminaría a la humanidad y después acabaría con las cortes, pero para eso, el cetro debía de ser suyo, después de todo ella era una reina en un “castillo de naipes” como había dicho, y pronto lo dominaría todo.
– Príncipe – apareció Valentine en mi habitación y sonreí cuando vi ingresar los platos de comida detrás de él.
– ¿Comprándome con comida de nuevo, Valentine?
– No me atrevería – él rio con sorna y después se sentó frente a mi cama jalando una silla.
– ¿A que debo tu visita? Si mal lo recuerdo, ya no tengo asuntos pendientes contigo.
– De hecho – saco un pañuelo de su bolsillo y después me lo entrego. Yo me quede curioso por el acto pero cuando reconocí el olor arrugue la nariz – tu querida hermana ha empezado a moverse, así que, es hora de que nosotros también lo hagamos.
– Esto es de los fosos – le devolví el pañuelo.
– Exacto. Ahora que sabes que tenemos un poder capaz de convencer, deberías de estar agradecido ya que tu hermanita no sufrirá lo que usted ha pasado, su majestad – apreté la mandíbula observando el pañuelo como si fuese a morderme en cualquier momento.
– ¿Que estas proponiendo?
– Un encuentro. Estoy seguro de que desea verla – sonreí.
– No lo deseo pero si eso está bien para Anna, lo hare.
– Genial – se levantó y coloco el pañuelo en mi cama después de doblarlo como si fuese algún tesoro precioso – lo necesitara. Ah, y saldremos esta noche.
Valentine se fue y supe de inmediato que quería que hiciera.
Hace unos días había aceptado que traería a Aglae hacia nosotros. Ella después de todo merecía un bando y no el suyo porque ellos estaban destinados a perder, solo faltaba poco.
El cetro había menguado hasta perder su brillo o casi en su totalidad. La oscuridad consumía rápido pero ella no lo sabía y aun así era la única que podía revertir nuestros planes. Anna y Valentine sabían eso, por eso y porque no quería ver a Anna aún más rota acepte lo que iba a hacer.
Aglae caería en mis manos y dejaría que la oscuridad también la consumiese o de lo contrario acabarían con ella.
Por un breve momento desee estar con ella, saber cómo se estaban realizando las cosas por afuera pero no podía simplemente hacerlo.
Había oído que ella estaba de camino con el príncipe Rae, quien le había salvado la vida en la Corte de Invierno e inexplicablemente se había hecho pasar por su prometido. Aun recordaba ese breve beso que habían compartido y como ella se había ruborizado y pensé, solo por un breve momento que Rae también había sonreído.
Pero ellos no podían ser más que amigos, quizá.