La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 23. Deseo.

Había sueños que habían catapultado cada tipo diferente de pensamiento en mí. Mi conciencia vagaba nuevamente mientras ellos me dejaban soñar, recordar y atrapar aquellos recuerdos que no eran míos sino de una alma viscosa buscando refugio dentro de mí y así trataba de despertar a cada paso que avanzaba.

Pronto, me dijo esa voz.

Pronto, me encontré repitiendo y sonriendo.

Los pasos habían cesado y una dulce caricia recorrió mi cuerpo, como garras afiladas.

Me estremecí y solté un jadeo por el apabullante control que infringía sobre mí. Sus recuerdos ya no huecos e irreales, sino presentes.

Una parte mía se rompió, suplicando que se detuviese pero a la otra le encantaba la sensación de poder que gobernaba en mi cuerpo mortal.

Entonces las piezas rotas encajaron y el recuerdo del rostro de aquel gran señor de la Corte de Invierno invadió mi mente.

Mis recuerdos sobre lo que habíamos pasado se bloquearon y la parte vil de mi cuerpo se burló de aquello, como si pensara que no había nada para encontrar ahí, sin embargo se deleitó con la belleza del elfo y ronroneo cuando se acercó a él.

– Que delicioso ser inmortal – hablo la voz, una que era una mescolanza entre la de ella y mía.

– No te atrevas – murmure, mi conciencia murmuro muy débil, apenas consiente.

– Aun peleando mi lindo pajarito. Pero tranquila, todo lo que deseabas se hará… todo, él será solo para nosotras.

– No – hable más fuerte y ella rio en mi cabeza, viéndome a través del espejo en la oscuridad.

Yo tenía un vestido negro que se confundía con la falta de luz y mi piel había palidecido como ese guardia afuera. La sonrisa de rojo no era mía en el espejo pero el brillo de deseo si lo había visto una vez en sus ojos, mis ojos.

– Lo deseas – hablo y asentí.

El deseo quemaba y se derretía como lava en mi cuerpo.

Lo quería a él.

Eso lo supe y entonces todo me domino.

Incontenible.

Me removí en las sabanas con un extraño sabor en la boca y entendí que era hambre, aunque antes no lo había sentido.

No quería levantarme y quería que me atendieran, entonces como alguna magia que influenciada por mis deseos hizo aparecer en mi mesa un plato de lo que parecía sopa caliente con una nota al costado.

“Disfruta pajarito”

Torcí la boca ante comentario con repugnancia al imaginarme la voz que hacia juego con esas tontas palabras.

Debía de ser tonta si pensaba que yo en algún momento me quedaría encerrada como un absurdo pájaro porque yo era una agila, ágil y predadora, lista para cazar.

Fue esa simple idea que me hizo sentir como una diosa mientras que me pavoneaba por las sabanas dejando al descubierto lencería de la más bonita que había visto en mi vida adornando mi cuerpo.

Entonces tome la sopa con la elegancia en la que había sido criada.

Bien, lo admitía, Anna tenia poder pero yo era una princesa y aquel poder si se me era entregado podía superar todo, todas las restricciones y expectativas pero debía esperar, ganarme su confianza y sabía lo que debía de hacer para hacerlo, un pequeño precio para que nuestro adorable príncipe de la Corte de Invierno cállese a nuestros pies.

Entonces tocaron la puerta cuando termine mi plato de sopa. Sonreí maliciosamente y contemplativa cunado vi a mi hermano entrar y quedarse en piedra al contemplarme.

Anoche, después de lo que fuese que hiciese Anna, había regresado a mi habitación como una leona. Me había desecho de mi ropa mundana y me había dirigido al baño para tratarme como a un miembro de la realeza debía de hacerse.

Pedí a las pixies que lavaran mi cuerpo y ellas aparecieron. Después pedí una dríada para que cepillara y trenzara mi cabello, ella también había aparecido. Entonces deje que me vistieran con finas cedas que se habían aferrado a cada una de mis curvas brillando más oscuro para ocultar partes estratégica que seducirían a cualquier hombre.

Me había ido a dormir sensual y había despertado de la misma manera, por eso cuando contemple la cara de bobo que tenía mi hermano me regocije por dentro ya que sabía que si no fuese su hermana, entonces él se habría lanzado a por mí, solo para saciar su hambre de hombre.

Buenos días Kalay – salude con la voz más cantarina, como la que había mostrado Summer en su mejor tiempo ¿Qué te trae por aquí? – el trago en seco y desvió la mirada.

– El señor de las Cortes Oscuras desea conocerte – el rey, pensé y sonreí.

Estaré lista en uno minutos.

Bien, simplemente ve al salón principal.

Como ordene, príncipe – hice una reverencia pero mi hermano tenso la mandíbula y se fue dejándome sola con mi diversión.

Los sirvientes aparecieron y las pixies me bañaron rápido, como sintiendo mi emoción al conocer por fin a aquel que había puesto patas arriba los recuerdos de Anna en mi cabeza.




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