La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 24. Yo en tus ojos.

Ellos habían desaparecido, ese miedo me comió por dentro como si fuese un ácido encargado de destruir todo pero cuando corrí a sus habitaciones y no encontré a ninguno de ellos, se volvió real.

Ninguna nota, ningún rastro ni algún olor fuera de la casa.

Él se la había llevado, ellos se habían transportado, habían desaparecido en la tierra humana y su poder había sido tan fuerte como para llevarse a ambos. Aquello me enloquecio.

Pero ella debía de estar a salvo, porque si no lo estaba yo… no, ni siquiera me había permitido pensar antes en dejarla ir porque la necesitábamos, había mucho en juego, aun así un agujero se instaló en mi pecho, frio.

La había perdido.

Había perdido a Lae.

El nuevo agujero en mi pecho se congelo así como también lo hicieron los objetos sin magia en el mundo mortal, todo alrededor mío, envolviéndome.

Calíope había entrado corriendo a la habitación en donde me encontraba y me había contemplado con una pregunta silenciosa en los ojos, adivinando que había sucedido.

Nadzieja fue el siguiente en entrar y tan pronto como lo hizo se tapó la nariz murmurando maldiciones en lengua feérica. El olor de la magia, una magia diferente que él podia diferenciar.

– ¿Dónde está? – había preguntado Nadzieja pero yo había negado con la cabeza en una nueva ola de hielo que se expandía hasta las calles, congelándolas.

La explosion había sido descontrolada, mi furia tratando de cesar y el miedo que hacía mella aun mas profundo en el caparazon de corteza que habia formado desde mi nacimiento. Yo era el principe de Invierno y era mi deber controlar mis sentimientos pero ahora...

– Se fue, el príncipe Kalay se la llevo – declaré y ellos me observaron horrorizados con algo que no entendí porque sus miradas fueron diferentes a como se suponía debia ser.

– Ella no puede haberse simplemente ido – hablo el amigo de Lae.

– Lo hizo.

– No, no lo hizo. Sabía que había algo mal con Kalay pero esto, este olor a magia oscura – arrugo la nariz cuando volvió a olfatear – y Lae no dejaría para nada su misión, ella estaba decidida a limpiar el nombre de la Corte de Verano.

– ¿Por qué el príncipe Kalay se la llevaría? – pregunto Calíope y entonces tuve una sospecha, muy ligera pero contundente.

– Lo saben – hable y el miedo volvió a recorrer mi cuerpo – saben el riesgo que significa si es cierto que hay olor a magia oscura. Ellos...

– Estamos a sus órdenes, príncipe – hablo Nadzieja y observo como una grieta crecía en la reliquia que mantenía a los elfos en el mundo mortal quebraba mi contenedor. Ya no se podía dar marcha atras.

Sonreí, la sonrisa creciendo mucho más en mis labios y peine mi cabello ante mi divertida intromisión en la cabeza de mi príncipe.

Dibuje una fina línea la cual me había permitido averiguar sobre Rae, con los poderes del rey de la Corte Oscura, y lo sentí acercándose, lo que había sucedido resonando en mi cabeza.

Volví a sus recuerdos, a los problemas que se enfrentaban arriba y fue tan sencillo que me hizo desear más aquel poder compartido aunque fuese poco y no pudiese realizar más que simples trucos como la invasión de la mente.

Habíamos atacado cuando Calíope había rastreado a Lae, encontrándola nada menos que en el escondite del cetro. Ninguno sabía a los horrores a los que nos enfrentaría adentro, pero estábamos decididos.

Más tarde había prometido, me sentiría mal por arrastrar a Calíope, mi mejor amiga, en esto; pero debíamos de hacer algo y la única capaz de tomar el cetro de las estaciones era Lae por algún misterioso motivo, así que entramos y el poder del campo que rodeaba la catedral exploto en mil pedazos cuando mi cuerpo había chocado con él.

Suficiente, me dije y salí de su cabeza.

Gire a contemplar el techo y despúes memoleste un poco.

No importaba mucho, después de todo él estaba adentro y por lo que sabía, por lo que podía suponer ellos serían separados y ahora que el príncipe Rae había hecho explotar su poder en el mundo humano no le quedaba más alternativa que terminar con este pequeño problema de una buena vez, eso o rendirse.

Espere y conté internamente los estremecimientos debajo de la tierra por el choque del poder aunque sabía que él podía estarse reteniendo. Espere y entonces cuando al fin termino mi espera, cuando el laberinto por fin lo llevo a mi sonreí.

El príncipe Rae lucia agitado. Sus ojos inspeccionaron rápidamente la habitación cuando la puerta se abrió para él, solo para él, y entonces cuando fijo su vista en la mía, mi cabeza se precipito de nuevo a la suya.

Era hermosa.

Su cabello estaba suelto y caía como una cascada castaña hasta sus pechos, unos que dejaban ver su forma a través de la ceda que cubría su cuerpo, dejando que la parte de abajo fuera transparente.




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