La Maldición de las Cortes (the Courts #1)

CAPITULO 29. El adiós.

Olía a romero y a miel dulce pero no era aquello lo que llamo mi atención sino la simplicidad con la que me encontraba flotando a través de la bruma.

Alguien me tomaba de la mano evitando que fuese a donde mi cuerpo insensible quisiera llevarme y recordé con pesar el sueño que había tenido.

Todo estaba bien y yo estaba bien también pero entonces una maldita voz me había gritado y yo había chocado contra un inexistente muro de acerco sin color.

Había sido tan real que estaba segura haberme hecho un buen golpe por ello, así que cuando sentí unos dedos fríos y callosos pasar de mi mano hacia mi pecho, más específicamente al hueco de mi cuello, que me levante sobresaltada y pegue un grito.

Una risa retumbo y yo apreté con la mano menos pesada el colgante en mi cuello recordando que era y quien era yo.

– Que buena reacción – rio el hombre y yo busque en mis recuerdos su nombre, uno que me ubicara su cara sintiéndome con pesar cuando lo único que encontré fue un viejo que ya no planeaba ver más en toda mi vida.

– Welklyn – murmure molesta y apreté con más fuerza mi guardapelo desconfiada por su presencia en donde sea que yo estaba.

– Oh princesa Aglae, no me vea de esa manera que lo único que hará es que pierda el tiempo riéndome cuando ahora mismo ellos deben de estar viniendo a comprobar porque soltaste ese ridículo gritito.

– ¿Qué?

– No importa, de todas maneras no lo recordaras después – meneo la mano en el aire y sonrió – pero como todavía tengo cosas que hacer y promesas que cumplir para ver ese futuro he venido a que estés en deuda conmigo, princesa.

– ¿De que estas hablando? – pregunte molesta y él sonrió aún más enigmático.

– Tengo una profecía.

– No tengo un pago para ofrecer – hable molesta y él se quedó viéndome como si fuese una estúpida.

– No ahora pero no lo pido ahora porque sé que seré recompensado ya que lo veo. Princesa Aglae, dice la profecía que nacerá el rompe maldiciones – fruncí el ceño asustada y sentí la tierra temblar silenciosa ante los ojos de Welklyn – con la sangre de dragón marcada en sus venas y entonces sobrevivirá si el mundo lo quiere así, solo para romper la maldición.

– ¿Qué maldición? – pregunte y Welklyn se enderezo completamente serio.

– Nacerá el ser capaz de romper la Maldición de las Cortes, su majestad.

– ¿Quién? – pregunte y Welklyn negó con la cabeza.

– Eso dependerá de quien sea y quien quiere ser. Ahora me retiro princesa y espero con ansias conseguir mi pago en el futuro. Solo recuérdelo.

Él sonrió con la última frase, como burlándose de un destino del que yo no sabía nada pero él sí.

El silencio desapareció así como la existencia de Welklyn por lo que me pareció despertar de un sueño y cuando solté el guardapelo que sostenía con tanto apremio en mis manos me percate de lo caliente que estaba.

Estaba tranquilo por lo que tarde un minuto en darme cuenta de donde estaba y porque llevaba un montón de flores sobre mi cuerpo, flores que parecían pulular en lugares donde estaba segura tenía heridas.

– Lae – grito Kalay y a continuación la puerta se abrió con mi hermano corriendo hacia mí.

Kalay pareció estar en modo cámara lenta porque pude distinguir cada uno de sus rasgos y su belleza élfico, aquella que no había visto desde que era un niño. Entonces extendió una de sus manos y mi cuerpo se levantó solo flotando recordándome la sensación de vértigo que sentía cada vez que manipulaba así las cosas y más en específico a mí misma.

– Estas despierta – me abrazo y comenzó a temblar.

Olvide quejarme del dolor físico porque el dolor interno se sintió peor.

Me sentí abrumada por un montón de emociones incontrolables.

Alivio, él estaba vivo. Amor, cuando lo agradecía. Quería protegerlo siempre, tendríamos otra oportunidad.

Él estaba bien.

– Hace mucho que no te veo en este modo Kalay – murmure contra su largo cabello ondulado y él rio.

– Bueno, yo nunca te había visto así de mal Lae – sonrió y me separo de él tieso de repente – Lae, necesito que me escuches ahora.

La voz de mi hermano se había teñido de seriedad y aquello me hizo estremecerme. Él me acomodo en la cama en donde me encontraba con sumo cuidado y a continuación peino mis cabellos amorosamente alargando el momento de la charla pero yo me aleje de él y él se dio cuenta de que estaba preparada para ello.

En mi cabeza solo estaba un pensamiento a parte de lo que diría mi hermano y ese era que si él estaba bien, entonces los demás también lo estarían, aunque estaba molesta porque no me habían venido a visitar o me habían esperado para despertar.

– No tienes opción Aglae – apretó los labios y sonrió – ellos decidieron por ti y nadie sabe de tu identidad por lo que Summer no puede visitarte – dijo amargamente.




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