La Maldición de Los Pines

Capítulo 7

No supo cuánto tiempo se le había quedado viendo, solo podía pensar que era la misma persona, con más edad, pero la misma. Reaccionó justo cuando el sargento se acercaba junto con ella.

––Buenos días señores –– comenzó él cuando estuvieron frente a los tres –– les quiero presentar a la sra. Rose Pines, es quién nos ha brindado ayuda en mucho de los proyectos del pueblo, también es la madre de Breela –– agregó esto último con una sonrisa forzada.

––Un placer conocerle.

––Gracias por el apoyo hacia nuestro pueblo.

––Bienvenida –– fue lo que masculló Alex, de su mente no salían las últimas palabras, ¿esa mujer era la madre de Breela?

Ella no dijo nada, solo se limitó a sonreír y girarse nuevamente al sargento y decirle que ya tenía que irse, todo en ella gritaba elegancia y frialdad, lo opuesto a su hija, ¿cómo si quiera compartían sangre?

Todos la observaron mientras se dirigía a la salida, cuando estuvo lejos de sus vistas el sargento les dijo que tenía dolor de cabeza y ese día no podría acompañarles con la lectura, luego se encerró en su oficina y no salió ni siquiera a la hora del almuerzo. La verdad era que el ambiente había cambiado, ninguno de los que seguían presente estaba de ánimo para leer ese día y solo se concentraron en sus pensamientos.

La mañana se pasó rápido al igual que la tarde y cuando se quisieron dar cuenta sus relevos ya están en la estación, aun cuando estaban con un pie en la salida el sargento seguía encerrado en su oficina.

Alex caminó sin rumbo fijo, esa noche no le apetecía ir a la biblioteca ni a la cafetería, terminó a orillos del lago era la primera vez que iba allí. Se quedó observando el paisaje, parecía un lugar completamente diferente al resto del pueblo; el cielo estaba despejado dejando a la vista la luna brillante que se reflejaba con cierto toque mágico en el lago, se acercó hasta el viejo árbol y se apoyó en el quedando sentado en unas de sus raíces, era un lugar que transmitía paz incluso con la brisa fría de otoño. A una distancia ni muy cercana ni muy lejana le observaban, si, seguía siendo el mismo hombre de la biblioteca lo que este no sabía es que a él también le estaban observando.

Unos varios minutos más tarde remoto su marcha hasta su departamento, el desvelo de la noche anterior le estaba pasando factura. Cuando llegó al recibidor del edificio le sorprendió ver al sr. Brown sentado en la silla con la pies encima de mesa, tenía días sin verle.

––Buenas noches –– comentó el sr. Brown cuando lo vio llegar.

––Buenas noches, ¿todo está bien? –– preguntó extrañado, él no salía de su departamento a menos que fuera algo urgente.

––Sí, solo estoy esperando a unos colegas. Hoy han estado inquietos y preocupados, han pedido mi ayuda aunque no sé para qué –– agregó con el ceño fruncido, parecía fastidiado de que le sacaran de su madriguera.

––Hoy todo el pueblo ha estado así, creo que es por la llegada de la sra. Pines, aunque no estoy seguro –– comentó Alex sin darle demasiada importancia al tema, aun así esperaba alguna respuesta, por más pequeña que fuera.

–– ¿Rose volvió? –– preguntó incrédulo, como si le hubiera dicho que los cerdos volaban.

Alex asintió mirándole confundido –– Es de lo que todos en el pueblo no paran de hablar, ¿usted le conoce? ––  comenzó el interrogatorio adaptando la aptitud de detective, el sr. Brown estaba tan ensimismado que ni lo notó.

––No tanto, pero si lo suficiente –– comenzó a relatarle –– su familia ha sido la más rica del pueblo por dos generaciones. Sus padres murieron en el accidente del Titanic y ella se hizo cargo de los negocios de su padre por ser la mayor incluso se hizo carga de su hermana menor –– hizo una pausa mirando ningún punto en específico –– cuando la primera guerra comenzó yo me enlisté, no volví sino cuando todo terminó pero ella ya se había ido, según lo que me contaron la muerte de sus padres, hermana y prometido la volvieron fría y distante, no era la misma Rose que conocía. La esperé por años pero las esperanzas murieron e incluso muchos en el pueblo aseguraban que ella nunca volvería –– terminó de hablar con tono triste.

–– ¿Usted estaba enamorado de ella? –– Ahora el incrédulo era Alex –– ¿Por qué nunca la buscó?

––Porque nadie sabía a donde se había ido, según lo que me dijeron fue que una mañana empacó sus pertenencias y se marchó.

––Vaya… eso… vaya… - Alex no sabía que decir.

––Fui el único que siempre le quiso como era –– sonrió con nostalgia –– y me arrepiento de no habérselo dicho nunca.

Se quedaron en silencio un breve momento hasta que Alex recordó dos cosas.

––Sr. Brown, ¿puedo hacerle una pregunta? –– adquirió de nuevo ese tono neutral.

––Ya la estás haciendo muchacho, nunca voy a entender por qué las personas siempre empiezan igual –– dejó escapar un suspiro cansado haciéndole una seña para que preguntara.

––Usted ha vivido aquí toda su vida, ¿no? –– comentó a lo que el sr. Brown asintió mirándole con el ceño fruncido –– ¿sabe lo que pasó en el año de mil setecientos dieciocho? –– si alguien podía darle una respuesta era él.

Lo miró con cara aún confundida, si eso era posible antes de contestarle  –– no, nadie del pueblo lo sabe, el único registro fue arrancado del libro, ¿por qué? –– y con esa respuesta sus esperanzas murieron.



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En el texto hay: misterio, traicion, pueblo

Editado: 27.02.2022

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