La Maldición de Los Pines

Capítulo 17

Nada.

No sentía nada.

Cuando se dejó vencer por la falta de aire, todo lo que vio fue negro. No sentía su cuerpo ni tampoco oía nada, ¿Así se sentía estar muerto?

––Tienes que volver –– murmuró una voz suave.

¿De dónde venía? Todo lo que veía era nada. Poco a poco volvía a sentir el peso de su cuerpo, estaba tumbado en el suelo. Se incorporó lentamente, se sentía mareado y la zona de su garganta le dolía muchísimo. Estar de pie no le era de mucha utilidad, iba descalzo por lo que sintió la tierra bajo sus pies, pero no podía ver a dónde dirigirse o dónde estaba.

––Tienes que volver –– repitió la voz.

–– ¿Quién eres? –– preguntó con voz ronca, su garganta estaba seca, por lo que le costó pronunciar esas dos palabras.

––Eso no es lo que importa, sino que debes volver.

–– ¿Volver a dónde?

––Donde perteneces.

–– ¿Y dónde se supone que es eso? –– sentía una presión en su cabeza que poco a poco se iba intensificando.

––Tú lo sabes.

–– ¿qué fue lo que pasó?

–– ¿No lo recuerdas?

Alex no respondió, estaba más concentrado en el dolor punzante de cabeza que estaba creciendo a cada segundo. Se dejó caer en la tierra en posición fetal  mientras se sujetaba la cabeza con ambas manos cerrando sus ojos con fuerza.

–– ¿Cómo se supone que vuelva? –– murmuró de forma muy baja.

––Mi…. Ella te ayudará, no es muy tarde –– ¿su qué? ¿Qué era todo eso?

–– ¿De quién hablas? –– dijo entre gemidos, el dolor se volvía cada vez más insoportable.

––Escúchame bien Alex, no nos queda mucho tiempo –– su voz tenía un tono suave y delicado pero denotaba seguridad –– tienes que asegurarte que todo se sepa, sé que no crees entender nada de lo que sucede ni de lo que te hablo pero ya estas cerca de la verdad, eres el indicado, no puede ni debe terminar de esta forma, por favor, confía en tus instintos.

>>Y recuerda lo que te enseñó tu padre, las coincidencias y ni las casualidades existen, si algo pasa es porque debe ser así –– sintió una mano cálida acariciar un lado de su cara, no estaba procesando las palabras de aquella desconocida, pero sabía que las iba recordar –– vas a estar bien, ella te hizo volver, lo logró –– no la veía pero por la forma en que pronunció las palabras podía intuir que estaba sonriendo.

–– ¿quién eres? –– insistió de nuevo.

––Soy fa... –– pero no terminó de oír su nombre.

Al dolor de cabeza se le sumó un dolor de pecho igual de insoportable, no entendía que estaba pasando, la voz de la chica se hacía cada vez más lejana y poco a poco el negro se volvía blanco, ¿acaso ese lugar negro era el limbo y ahora si iba a su destino final? No pudo seguir cuestionando su destino porque ambos dolores se detuvieron de golpe y él volvía a respirar.

Tomó una profunda –– y ruidosa –– respiración, aún le dolía la cabeza, el pecho y la garganta, pero era más soportable que antes. Estaba tumbado en el piso, tenía mucho frío y el constante viento no le ayudaba. Sentía su cuerpo pesado y le estaba constando abrir los ojos.

––…Mañana habrá… –– oyó que alguien decía, pero le parecía lejano. Él conocía esa voz, pero no podía asociarlo con alguien, ¿por qué se calló?

Hizo varios intentos más hasta que finalmente pudo abrir los ojos, parpadeando para adaptarse a la luz. Estaba al aire libre por eso tenía frío, alguien estaba frente a él pero no podía enfocarle y su voz le parecía que sonaba entrecortada.

––…Está reaccionando –– era una mujer –– funcionó, si funcionó Adiutor.

–– Sí, lo hizo –– le respondió el hombre –– Alex, ¿puedes escucharme? ¿Estás bien? –– le voz venía de su izquierda por lo que giró su cabeza en esa dirección pero se mareó al instante.

––Muy bien… que digamos, no lo creo –– fue lo que pudo murmurar cuando le pasó el mareo.

Scivi y Adiutor le ayudaron a incorporarse hasta estar sentado, estaba temblando por lo que Scivi le quitó el abrigo de los pies y se lo acomodó en los hombros. Sin decir nada más le ayudaron a levantarse tras asegurarse que su vista y su audición volvían a la normalidad y pudiera caminar; cada uno se puso a un lado y pasaron un brazo por encima de sus hombros comenzando una lenta caminata hasta el departamento de Alex. Les estaba costando más esfuerzo del que se imaginaron, el mareo volvía a Alex, por lo que tuvieron que detenerse repetidas veces en su corto trayecto. El calvario se hizo presente cuando llegaron al edificio y comenzaron a subir las escaleras ––las cuales eran estrechas ––, subieron de lado. Scivi ––quién iba de primera–– casi cae cuando llegaron al segundo piso por no ver el peldaño suelto, a Alex el mareo se le había pasado, pero sentía que en cualquier momento se desmayaría por lo que se apoyaba más de Adiutor, quién en su vida había tenido que cargar tanto peso.

Cuando al fin estuvieron en el piso indicado, Scivi se adelantó a abrir la puerta. Adiutor pasó tan rápido como pudo y lo dejó caer en el sofá sin ningún tipo de delicadeza. La mujer fue a la cocina y comenzó a preparar café.



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En el texto hay: misterio, traicion, pueblo

Editado: 27.02.2022

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