Se quedaron en silencio durante unos minutos, cada uno procesando las últimas palabras dichas.
––Si no saben quién es, ¿cómo están seguros que no es Audrey?
––Es una canción de cuna muy antigua, proviene del siglo quince –– comenzó a explicarle Scivi.
––Y no precisamente se usaba para hacer dormir a los bebés –– comentó con burla Adiutor.
–– ¿A qué te refieres? –– Alex estaba seguro que no le agradaría la respuesta.
––Se usaba en rituales de brujería, para hacer dormir a la personas por la eternidad, no de la manera en la que te sucedió hoy, sino mucho más pacífico –– terminó de explicarle Scivi.
Alex analizó todo por unos minutos antes de hablar –– repito, ¿Cómo están seguros de que es Audrey?
Ellos intercambiaron miradas dudando es que responder, si lo hacía con la verdad probablemente pensaría que estaban locos. Alex los miraba impaciente por una respuesta, al final fue Adiutor quién le contestó.
––Esa canción solo era conocida por quienes practicaban la magia oscura, pasó de generación en generación pero nunca se dio a conocer al resto de las personas fuera de esa circulo, y quién supiera de ella moría. Audrey no tenía ningún antepasado que la practicara y si lo hubiera hecho ella, no estaría muerta ––respondió simple.
–– ¿Y no lo pudo aprender muerta?
––Es un alma en pena, ahora se encuentra en el limbo, así que no –– le respondió Scivi esa vez.
–– ¿y ustedes como saben todo eso? –– preguntó con repentina desconfianza.
––No practicamos brujería si eso te preocupa. Lo sabemos porque somos historiadores –– por alguna razón no les creyó, no después de lo que leyó.
–– ¿Por qué me pediste mi reloj hace un rato?
––Tenía que comprobar algo –– le respondió, pero Alex le insistió con la mirada para que continuara hablando –– esa es la hora en la Audrey murió.
–– ¿Por eso creíste que era ella?
––Sí.
–– ¿Cómo sabían que estaba muriendo?
––Pasábamos por el lugar y te vimos.
–– ¿Y cómo…?
––Debes ir a descansar, mañana tienes que ir al trabajo y no has tenido una buena noche, vamos te ayudo a llegar a la habitación –– le cortó Scivi tomándolo del brazo y guiándolo.
Cuando llegaron Alex se dejó caer y de inmediato el sueño lo venció, el café surgía efecto. Scivi caminó de regreso al salón y recogió su abrigo, Adiutor ya la esperaba en el pasillo. Cerró la puerta tras de sí y comenzaron a bajar las escaleras.
––Fue ella quién le habló –– él cortó el silencio.
––Lo fue, sabía lo que sucedería por eso se hizo presente.
–– ¿Quién crees que esté implementando la magia oscura? –– preguntó preocupado, nunca era bueno lidiar con ese tipo de magia.
––No lo sé, pero tiene un buen manejo para hacerlo a través de otra persona. Pero no parece ofensiva.
–– ¿Qué no parece ofensiva? Casi le mata al pobre hombre.
––Le falta poder, por eso no lo consiguió.
––No lo consiguió porque llegamos a tiempo –– le recordó.
Salieron del edificio caminando relajadamente, el frío se hacía más presente y aunque no le gustara admitirlo se les agotaba el tiempo.
–– ¿Qué pasará si no lo logra? –– le preguntó Adiutor
––No digas tonterías, lo logrará –– le respondió furiosa.
––Scivi –– la tomó del brazo deteniendo su caminata –– ya se acerca la fecha, has visto lo que sucede de no lograrlo, has visto lo que podría pasar.
––Tú lo has dicho, lo que podría pasar si no lo logra –– le repitió –– es el indicado ella misma se lo dijo, tienes razón, el tiempo se está agotando –– dijo con pesar –– pero también sé que lo va a lograr, porque lo he visto.
–– ¿Cuándo lo has visto? ––preguntó confundido.
––Esta mañana.
–– ¿Y por qué luces tan desanimada? –– si había tenido una visión sobre Alex logrando su cometido significaba que todo seguía su curso natural.
––La visión que tuve fue por fragmentos, Alex lo logra pero bajo un costo –– le respondió con un pesado suspiro.
––Las visiones no siempre son cien por ciento certeras ––dijo con objetividad.
––Y las maldiciones de una u otra forma, se cumplen ––le susurró ella débilmente.
Adiutor quiso no haber entendido a que se refería, porque si era así, la profecía se repetiría una vez más y entonces estarían en un punto ciego. Retomaron su camina en silencio, ella queriendo creer las palabras de su amigo y él aceptando las palabras de ella. A lo lejos, una persona les veía desvanecerse calle abajo, preguntándose qué tan poderosos eran y que tanta magia necesitaba para quitarlos de su camino, porque si una cosa era segura, es que ellos no ganarían.
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