La Maldición de Los Pines

Capítulo 20

––  ¿Están seguros que es ella?

––  ¿Cuándo hemos mentido?

––  No me hagas responder a eso.

––  Estamos completamente seguros de que es ella ––  los interrumpió Scivi –– como te dijimos, esa canción es empleada en magia oscura la cual se puede rastrear fácilmente y aún más si la persona está cerca ––  le explicó.

––  ¿Y cómo se rastrea? ––  preguntó confundido.

––  Dependiendo de la intensidad de la magia empleada ––  comenzó a explicarle Adiutor ––. En este caso usó mucha energía para hacerse pasar por Audrey, dejando un rastro del color de su magia por el aire, no, no se puede ver a simple vista ––  le dijo cuando vio la duda en su cara ––  se debe emplear un hechizo que muy pocos dominan.

––  Y usted lo dominan a la perfección, ¿no? Después de todo, seres normales no son ––  le respondió de manera tranquila, sonriendo de manera triunfal al ver sus expresiones.

–– ¿sabes que somos?  ––  preguntó con incredulidad, venga que, no fueron muy discretos pero nunca emplearon nada delante de él; bueno, al menos no cuando estaba consciente.

––  No del todo ––  interrumpió Scivi ––  ¿desde cuándo lo sabes?

––  Desde anoche. Antes de salir de la biblioteca un libro se cayó, lo que me sorprendió fue que era un diccionario del latín, pero después recordé que este pueblo lo fundaron muchos hablantes de esa lengua por lo que no era tan extraño que lo tuviera; por alguna razón me encontré buscando sus nombres, son un poco interesante una vez traducidos ––  hizo una pausa admirando sus expresiones, Adiutor estaba sorprendido y Scivi lo observaba con expresión neutra ––  Adiutor significa Ayudante y Scivi significa Sabia, también refleja que no solo son nombres al azar, sino que se asignan en cada cierta generación a la hechicera y el brujo de mayor poder; teniendo en consideración los últimos acontecimientos y que ustedes parecen siempre saber más de lo que dicen no parece tan irreal. Ah, y que las coincidencias no existen, ¿no? ––  dijo esto último mirando directamente a Scivi quién le devolvía la mirada con un brillo de alegría en sus ojos.

––No, no existen ––  le respondió con una sonrisa ––  estas en lo correcto Alex.

––Sí, que maravilla que sepa lo que en realidad somos, ¿nos podemos concentrar en lo que de verdad importa? ––- Los interrumpió Adiutor irritado –– la loca del 3-C es nuestra prioridad ahora.

–– ¿Y qué vamos a hacer? – inquirió Alex.

–– ¿vamos? ––Repitió con burla –– nosotros –– dijo señalándose a sí mismo y luego a su compañera –– iremos con esa loca y la haremos regresar al infierno, tú –– enfatizó señalándolo –– te quedarás quietico aquí como el niño bueno que no eres.

–– Él vendrá con nosotros –– le respondió Scivi mientras caminaba a la puerta.

–– ¿es que acaso tú también te has vuelto loca mujer? –– le estaban colmando la paciencia.

––Debe venir, tenemos que comprobar algo y no se discute –– finalizó abriendo la puerta y caminando escalera abajo.

Alex miró al hombre irritado en el salón que decía impropios en voz baja –– ¿Al infierno? –– preguntó con cautela.

––Ya lo verás. Andando, antes de que se vuelva más loca.

Bajaron un piso entrando al tercero, era la primera vez que lo pisaba por más de tres segundos. La puerta del C estaba abierta, entraron al lugar encontrando a Scivi en medio del salón con la propietaria en una silla, atada de pies y manos. Contrario a lo que él se había imaginado la “sra. Del 3-C” no era mucho mayor que él. Era morena, tenía el cabello crespo de un intenso color chocolate y si su cálculo no se equivocaba le debía llegar a por la cintura, lo que le sorprendió fueron que sus ojos eran un color morado brillante e intenso.

–– ¿está bien que haga eso?

––Si te preocupa que se libere, no lo hará, no lo ves pero hay un hechizo a su alrededor; así que por favor se un niño bueno y quédate en este rincón quieto ––le advirtió.

Alex no le contradijo, lo último que quería era tener algún hechizo sobre él ––de nuevo –– Adiutor caminó hasta estar a la altura de Scivi, quién no quitó la mirada de la Sra. Del 3-C ni cuando su amigo le habló.  Hablaban en voz baja, la Sra. Del 3-C los observaba divertida, dejó de verlos para dirigir toda su atención a Alex; todo rastro de burla abandonó su rostro, sus manos se tensaron alrededor de la cuerda y sus ojos adquirieron un negro intenso.

–– ¿Qué está haciendo? –– tenía la misma sensación de cuando escuchó la canción de cuna.

–– Morieris, maledictio iterum implenda est; nec tu nec quisquam prohibere potest (Debes morir, la maldición debe cumplirse nuevamente; ni tú ni nadie puede detenerlo) –– a medida que decía cada palabra de sus manos salían destellos de luz negra.

–– ¿Qué dijo?  

––  Debuisti frangere destinatum est. (Su deber en romperla, está destinado a ello) — le respondió Auditor en el mismo idioma, ignorando a Alex.

–– Et scit quid ego de (ella sabe de lo que hablo) –– dijo con tono burlón desviando su mirada hasta Scivi.

Los dos hombres dirigieron sus miradas hasta la nombrada, Alex no entendía nada de lo que decían pero sabía que era malo con solo ver la expresión de Scivi, de pronto sintió una presión conocida en su cabeza, llevó sus manos a la altura de su sienes, cerrando los ojos, como si eso fuera a aliviarlo.



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En el texto hay: misterio, traicion, pueblo

Editado: 27.02.2022

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