La maldición de Madeleine

Capitulo 1

Era un domingo diferente a cualquier otro cuando Clarisa y su pequeña hija de seis años viajaban en su auto rumbo a un complejo de cabañas, en el camino una rueda de su auto pincho, por lo que debieron parar a mitad de la carretera desolada.

-¡mami! no me dejes sola tengo miedo- la pequeña niña estaba aterrada ya que estaban en el medio de una carretera llena de árboles grandes dónde sus copas se cerraban en lo alto.

-tranquila Emma ¡no pasa nada!, quédate aquí toma mí celular puedes ver un video- ella bajo de su auto, abrió el baúl para sacar lo necesario para cambiar el neumático, cuando de pronto un mano se poso en su hombro.

-¡dios mío!- pegó un grito cuando sintió el tacto de aquel hombre que había aparecido de la nada.

-no se asuste ¡Ni que fuera un fantasma!- se lo dijo con sarcasmo.

-lo siento no quise...- señalo hacia atrás donde había una vieja camioneta azul -¿Cómo no lo escuché?- se excuso Clarisa.

-tranquila suelo causar ese efecto en las personas- Sam ayudo a Clarisa con el neumático de su auto, al finalizar una copiosa lluvia comenzó a caer sin cesar, por lo que él decidió llevarla a hospedarse en su cabaña, condujo su auto siguiendo la camioneta de aquel hombre que tan amablemente la ayudo. 

-¡bienvenidas a Madeleine!- señalo la enorme casa que tenía tres pisos de altura y varios ventanales a la vista.

-¿Quién es ella?- apunto la pequeña Emma hacia la ventana del último piso.

-cariño no seas inoportuna- cuando Clarisa miro en dirección a la ventana no vio nada solo una pequeña cortina que se movía con la brisa de los árboles del lugar.

-¡discúlpen el desorden! pero no esperaba tener compañía- la casa tenía una enorme sala, con una gran chimenea llena de muñecas que daban miedo, casi todos los muebles estaban tapados con telas blancas y la luminaria estaba compuesta de candelabros, al final del salón se encontraba una enorme escalera, que al subir peldaño por peldaño las maderas crugian haciéndo retumbar el sonido de las pisadas

-muchas gracias por su ayuda, pero bien cese la lluvia nos vamos- le dijo Clarisa quien sentía que algo estaba pasando en aquella casa la cual le daba escalofríos.

-no se preocupe y disculpen no me presenté me llamo Samuel Drago- las saludo elevando su mano hacia sus nuevas víctimas.

-un gusto soy Clarisa Soler y mí niña Emma- al estrechar su mano con aquel extraño hombre sintió su mano helada como si hubiera estado sosteniendo un cubo de hielo, por lo que Clarisa quito rápidamente su mano.

-¡ya va a caer la noche! las invito a su habitación- subieron detrás suyo y a medida que subían notaban lo tenebrosa que se hacia la morada, tenía enormes cuadros de pinturas de personas y la mayoría de ellas tenía el rostro borrado como si fuera una foto de la realidad con la cara pixelada, Clarisa prefirió no preguntar, llegaron a la habitación con la puerta color roja, cada puerta llevaba un color diferente, al abrir la puerta, se encontraron con una enorme habitacion, tenía una cama matrimonial, un armario y un pequeño baño, las cortinas eran color roja, lo que le sorprendió ya que al llegar las ventanas parecían estar cubiertas por cortinas blancas, decidió no pensar mucho y acomodarse para pasar la noche y ya con la claridad del día volver a su camino hacia e complejo hotelero donde tenían reservación, solo que Clarisa nunca imagino que esa noche seria eterna y la peor de sus vidas.

-¡no se hubiera molestado!- Samuel las invito a cenar, había un enorme banquete frente a sus ojos, la mesa era gigantes y toda la casa estaba alumbrada por candelabros.

-mis invitados siempre son bien atendidos- les sirvió carne asada y jugo de cerezas, comieron hasta que se llenaron y volvieron a su habitación, tanto Emma como Clarisa se pusieron sus pijamas color blanco.

-mami despierta ¡Mami por favor!- la niña sintió un suspiro en su oreja que le hizo erizar cada bello de su pálida piel.

-cariño ¿qué sucede?- Clarisa se sienta en la cama y abraza a su pequeña niña la cual veía por la luz de la luna que ingresaba por la ventana.

-mami ¡están aquí!- su voz salió temblorosa al igual que todo su cuerpo.

-¿quién Emma?... seguro fue un sueño cariño- siente una suave briza en su cuello haciendola poner en alerta.

-¡volteate!...- se quedó estática al escuchar aquello pero prefirió no hacer caso a esa voz, seguramente era producto de su imaginación.

-¡mami mira!- Emma le señala la puerta, y se ve la sombra de alguien pasar 

-cariño debe ser Simón, no temas mamá está aquí- de pronto se sintió el chirrido de los escalones, alguien estaba subiendo o bajando, de pronto el sonido seso sintiéndose las paredes siendo arañadas, acompañadas de un fuerte grito de mujer.

-vamos cariño al auto- tomo a su niña en brazos, pero un fuerte tirón en su cabello la hizo caer al piso, luego vio una sombra negra atravesar las paredes, y ser arrastrada hacia una luz blanca que atravezaba aquella ventana misteriosa, se agarró de donde pudo, arañaba el piso intentando no ser llevada, el grito de Emma la puso en alerta y peleó con toda su fuerza para poder soltarse, cuando por fin logro hacerlo, abrió la puerta y sin mirar atrás tomo a su hija en brazos, sintió varias presencias, hasta que llegó a la sala cuando intento abrir la puerta estaba asegurada, se volvió intentando huir por otro lado, pero estaba todo oscuro, llegó a la cocina ahí si había luz, vio todo lleno de sangre, había ratas mutiladas, una jarra llena de lo que parecía sangre, noto los utensilios que habían usado un rato antes y no se parecían en nada a lo que había cenado o eso creía.




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