La Maldición Del Anillo.

Capítulo 4. En el pasado, (Parte dos).

En un rápido movimiento, Ciro se alejó de Kyle dejándose caer sentado a un costado del castaño, sus mejillas sonrojadas y el temblor de sus manos evitó que se voltease a mirar a su acompañante, por lo tanto Kyle al ya no sentir el peso del chico sobre él, se reincorporó hasta quedar sentado también y miró al azabache de perfil, notando la mejilla y orejas del chico muy rojas.

Kyle podía sentir el latir desenfrenado de su corazón pero gracias a que podía mantener su expresión seria y fría nadie podía notar lo nervioso que también se encontraba, en este caso Ciro no podía notarlo, aunque claro que este estaba evitando mirarlo. El castaño alzó la mano para tocar suavemente el hombro ajeno logrando que el contrario se pusiese rígido por unos segundos para después lentamente voltear y mirarlo con las mejillas coloreadas. Ese beso era el primero de ambos chicos, Kyle jamás había besado a nadie, una de las razones era que nunca había mostrado interés en alguien y la otra era por que en realidad no salía mucho de su casa como para encontrar a alguien quien le llamase la atención. Ciro por su parte si hubo alguien que había robado su corazón, una bella doncella del pueblo pero esta ni siquiera lo volteó a mirar, pues aquella chica era hija del hombre más rico del pueblo, obviamente no tan rico como lo eran los Tremblay. Pero la familia de la chica tenía una viña y el padre de ella era el mejor fabricando vino. Así que la familia era muy reconocida y adinerada.

Ciro siempre supo que nunca iba a tener oportunidad con aquella doncella por lo tanto hizo lo posible por olvidarla y seguir con su rutinaria vida, cultivar las tierras que heredó de sus padres para vender sus productos en los mercados donde la mayoría de las personas ni le pagaban al llevar de sus productos. Entrar en discusión con aquellas personas era tiempo perdido por lo tanto se conformaba con el poco dinero que recibía a cambio de sus vegetales.

Y la verdad jamás esperó que su primer beso se lo robaría el hijo menor de los Tremblay, el más deseado por las doncellas del pueblo. Inclusive por Annie, la doncella del que estaba enamorado.

Ciro volvió a evitar mirar al castaño aún cuando sintió como este se había reincorporado hasta ponerse de pie, mantuvo su mirada baja viendo los pies de Kyle cuando se paró frente a él.

- Ciro - llamó el castaño mirándolo.

El azabache al percatarse de que no podía escapar de la presencia del joven Tremblay se dignó en levantar la cabeza asimismo sus miradas se cruzaron. Kyle le tendió la mano derecha para ayudarlo a levantarse sin dejar de verlo directamente a los ojos, con el nervio recorriendo su cuerpo, Ciro alzó de manera lenta su mano izquierda hasta tomar la mano de Kyle y con su ayuda se levantó quedando cara a cara.

- Yo... Lo siento mucho joven amo Tremblay, por favor perdone mi imprudencia - se disculpó el azabache una vez soltó la mano de Kyle e hizo una reverencia a modo de disculpa - pero espero comprenda que ha sido un accidente, no quería atacarlo de esa manera.

Si el hijo menor de los Tremblay no lo perdonaba, su vida iba a terminar en ese mismo instante, todos estaban conscientes que la familia Tremblay eran considerados seres puros, personas que no deberían ser manchadas ni por asomo. Pero él lo había hecho, si el pueblo se llegase a enterar de lo ocurrido sería llevado directamente a la horca.

¡Y él era tan joven para morir! Apenas tenía diecisiete años cumplidos el mes pasado. Su familia falleció cuando él tan solo tenía once años en un ataque con unos hombres tigres, eran seis tigres contra dos panteras, así es, Ciro es un joven pantera. Las cosas se pusieron muy feas, esos hombres tigres querían quitarle sus tierras a sus padres, tierras que ellos ganaron con sudor y esfuerzo, si no fuera por que apareció la regente, esos malnacidos hubieran matado al pequeño Ciro en aquel entonces.

- Esta bien - dijo Kyle sacando de sus pensamientos a Ciro.

- En verdad lo siento - soltó nuevamente el joven pantera esta vez manteniendo la cabeza gacha.

Kyle no dijo más y tan solo se dispuso a observar al chico frente a él dándose cuenta de lo diferentes que eran, el joven vestía unos ropas improvisadas hechas de piel de animal, tenía el torso al descubierto y tan solo cubría su parte baja con dicha piel de animal enrollado en su cintura y atado con una cinta roja. Además de eso, estaba descalzo. El castaño luego observó sus ropas y sus sandalias, su ropa consistía en un pantalón blanco holgado que le llegaba hasta por arriba de las pantorrillas, hecha con la más fina seda, al igual que la camisa blanca manga larga que llevaba puesta, encima de esta llevaba una túnica blanca con manga bordados con hilos de oro puro que le tapaban casi los pies, un lazo blanco bordado con la imagen de un León amarraba cuidadosamente su cintura, tenía una capa blanca larga que se arrastraba por el suelo pero aún así esta ni siquiera parecía ensuciarse, sus sandalias eran hechas del mejor cuero.

Sin pensarlo mucho se quitó la capa para después ponérselo a Ciro quien miró impactado al joven Tremblay más este estaba concentrado amarrando cuidadosamente los dos lazos alrededor del cuello del chico.

- Joven...

- Kyle - interrumpió el castaño - solo Kyle.

Ciro inclinó la cabeza a un lado no entendiendo hasta por fin captar las palabras del joven frente a él quien lo miraba a los ojos, separados apenas unos centímetros Ciro dio un paso hacia atrás por acto reflejo.

- Eso sería una falta de respeto hacia su persona, joven amo Tremblay - discutió Ciro apenado por la cercanía de hace unos momentos atrás. Al no recibir respuestas y al ver como el castaño no dejaba de mirarle tan intensamente agregó de manera lenta - ... Kyle.

- Vamos - Kyle dio media vuelta sobre sus talones y comenzó a caminar pero al no sentir la presencia del otro se detuvo y volteó levemente la cabeza para verlo por sobre sus hombros.

Tragando duro, Ciro dio unos pasos cortos hasta llegar al lado del hijo de los regentes, complacido, Kyle volvió las vistas al frente, segundos después en un gran destello blanco y en una nube de humo del mismo color un gran León blanco se visualizó cuando la nube de humo se disipó, Ciro abrió los ojos por la impresión, jamás en su vida había vista a una bestia tan grande como ese León blanco que se iba acercando a ellos dando pasos cortos y delicados, la melena del enorme animal se agitaban con gracia cuando se movía pero Ciro detuvo sus vistas en la frente del León al ver una extraña corona hecha de plata ajustado delicadamente en la frente del León y que se iba perdiendo en la melena del mismo. Pero lo que más llamaba la atención era el diamante azul claro que brillaba sobre la frente del gran León.




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