La Maldición Del Anillo.

Capítulo 5. En el pasado, (Parte tres).

Ciro no podía salir del asombro al ver el paisaje desde lo alto y cada vez el gran León espiritual iba volando más y más alto hasta que por fin pudo rebasar las nubes, ¿Acaso era eso posible? Se preguntaba el chico. El pelinegro se soltó de Kyle al sentir que el felino comenzó a volar de manera recta asimismo extendió los brazos para sentir el viento, sus cabellos se agitaban gracias a las caricias del aire, Ciro no podría estar más feliz con lo que estaba viviendo, jamás había llegado a pensar que un día iba a estar volando por sobre las nubes, los rayos solares le daban un aspecto mágico a todo su alrededor al acariciar con su brillo las nubes pintando las de color amarillo.

- ¡Esto es increíble! - no se abstuvo en soltar con gran emoción, una sonrisa se podía apreciar en su rostro.

- Lo es - asintió Kyle sintiendo como el viento golpeaba ligeramente su rostro - casa.

- ¿Eh? - soltó confundido el pelinegro.

- Donde está tu casa - volvió a repetir Kyle al mismo tiempo que su guardián comenzaba a descender lentamente.

Ciro miró hacia abajo notando así que iban pasando por sobre el pequeño pueblo, buscando con la mirada su humilde casa señaló dicho lugar al encontrarlo con la mirada.

- Es ahí - dijo, el castaño guió las vistas al lugar señalado viendo una casa un tanto alejado del pueblo, hecha de madera y pajas, sin perder más tiempo le ordenó a su guardián ir hasta el lugar indicado.

Ciro al sentir que iban bajando de nueva cuenta se aferró a Kyle para no caer, los habitantes del pueblo que estaban en la plaza tan solo pudieron apreciar una sombra pasar por encima de ellos de manera rápida. Al llegar a la casa de Ciro el gran León blanco descendió por completo dejando que sus patas tocaran tierra, el hijo menor del regente se bajó del lomo de su guardián espiritual con gran elegancia cuando este se acostó asimismo ayudó a su acompañante a bajar ofreciéndole la mano.

Una vez los dos estuvieron en tierra firme, el León desapareció de las vistas de ambos jóvenes, Ciro no pudo evitar exclamar por la impresión cuando el León desapareció en un gran humo de nubes blancas.

- ¿Adónde se fue? - preguntó sin poder contenerse.

- Descansar - fue lo único que dijo su invitado.

- Oh, ya veo - musitó un tanto desilusionado, había querido jugar un poco con el felino, él al ser un felino también pudo sentir una gran conexión con el León blanco, Kyle no tardó en darse cuenta de eso y cuando estaba a punto de volver a llamar a su guardián de manera telepática Ciro se le adelantó - y bueno... Esta es mi casa - susurró avergonzado dándose la vuelta para mirar su humilde hogar.

Kyle hizo lo mismo y se quedó observando la fachada de la casa del pelinegro, con las manos entrelazadas detrás de su espalda dio unos pasos hacia adelante sin dejar de ver a detalle el hogar de su futuro esposo, por que eso era el chico para Kyle, su futuro esposo. Y eso nada ni nadie podía contradecirlo.

La casa de Ciro era muy diferente a la casa donde él vivía, mientras que el hogar del pelinegro en gran parte estaba hecha de paja, su propio hogar estaba construido con la mejor madera de roble en su totalidad, Ciro detrás de él sintió que sus mejillas iban a explotar por lo rojas que se habían puesto de la vergüenza, pero lo que su acompañante dijo a continuación lo dejó perplejo.

- Cálido - si, esa fue la palabra que dijo con seriedad y sinceridad el hijo menor de los regentes, Kyle siempre había sentido que le faltaba algo a pesar de vivir con muchas riquezas, le faltaba sentir calidez en su propia casa, no es que sus padres fuesen personas frías o malas, su familia de hecho era muy unida y siempre habitaba la paz en su hogar, pero aún así siempre sintió que a pesar de todo eso le faltaba calidez y estando frente a la humilde morada del pelinegro pudo sentir esa calidez que buscaba, el hogar del chico no era nada extravagante y eso lo hacía único.

- Bueno... Gracias, supongo - murmuró Ciro acariciando su cuello un tanto incómodo - aunque no es algo de lo que presumir, después de todo usted vive en un lugar mucho más hermoso que este.

Kyle giró levemente la cabeza para mirarlo por sobre su hombro.

- Esto es mejor - sentenció queriendo agregarle un; y me quedaría aquí a vivir para siempre, aunque esas últimas palabras tuvo que reprimir las.

- Si lo dices - Ciro dio unos pasos al frente ante la atenta mirada de Kyle, posicionándose a su lado - ven, sígueme - hizo un ademán antes de comenzar a caminar para ingresar al interior de su casa, Kyle comenzó a seguirlo dando pasos suaves y elegantes, cualquiera que lo viera pensaría que el chico es un angel caído del cielo pues su sola presencia y elegancia podía hacer sentir inferior a quien sea. Inclusive a sus padres.

Una vez estando dentro, el castaño se mantuvo de pie en medio de la casa al mismo tiempo que analizaba todo para grabarlo en su memoria, en una esquina había una cama hecha de paja con unas mantas algo desgastadas, unas cuantas prendas de piel de animal colgaban de un tronco delgado largo parado a un lado de la cama de paja y que tenía unas cuantas ramas. En la otra esquina cerca de la puerta había una mesa hecha por el mismo pelinegro y unos troncos gruesos cortados que usaba como silla alrededor de la mesa.

- Puedes sentarte aquí - Ciro llamó la atención de su invitado al momento de dirigirse a uno de los troncos cortados arrastrando la larga capa blanca, limpiando el tronco con sus manos incitó a Kyle para que tomase asiento.

- Mmm - con un asentimiento el castaño se encaminó al lugar donde Ciro lo esperaba y se sentó sobre el tronco dejando caer sus manos sobre su regazo para seguir observando el interior de la casa. Frente a él, en la otra parte de la pared había unas tablas amarradas que el pelinegro usaba como una estantería en donde había unas figuritas talladas de madera.

- Bueno... Prepararé algo - mencionó Ciro, caminando hacia Kyle quizo entregarle la capa que segundos atrás se había quitado pero el castaño se negó en aceptarlo.




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