La manifestación del amor | Completa

29

Josh

Podía aceptar que ir a un partido de basquetball era agradable. Había intentado de mucho más joven conocer más del tema, pero cada vez que intentaba ver los deportes, me aburría. No le veía el caso emocionarse por un equipo que solo lanzaba balones a diestra y siniestra. Tampoco conocía las reglas, no me había molestado por comprenderlas.

Supongo que lo único interesante de este partido era pasar la tarde al lado de Max. Ella me había arrastrado hasta este partido y estaba rebosando de felicidad señalando a los jugadores.

—¡Mira a ese jugador, es tan guapo!

Puse mis ojos en blanco.

—Deberías admirar más su técnica de juego en vez de su físico.

—¿Por qué haría eso? —comentó juntando sus cejas.

Se la había pasado los primeros minutos del juego gritando: "T de Troy" y "Con la mente en el juego". En definitiva éramos muy diferentes.

—¿Habías presenciado algún partido antes?

Max asintió.

—¿Conoces a Troy Bolton?

¿Troy Bolton?

—No.

—He visto todos sus partidos, la mejor parte es cuando canta con Gabriela.

Junté mis cejas.

—No sabía que hacían un número musical en el partido.

—No lo hacen, solo en High School Musical.

De verdad no tenía ni idea de lo que estaba hablando.

—Quizá algún día podamos asistir a unos de sus partidos, si tanto te gustan.

Ella estaba tomando su refresco cuando de repente lo escupió, riéndose por lo alto. Me miró como si de alguna forma le diera ternura o algo parecido. ¿Había dicho algo mal?

Su pequeña mano buscó la mía y enredó sus dedos con los míos. No estaba muy acostumbrado al contacto físico, aun así dejé que el calor de su mano llenara la mía. ¿Por qué me estaba sintiendo tan extraño últimamente?

Sentí algo diferente en el pecho, como si me costara respirar de momento. Miré nuestras manos unidas y mi primer instinto fue alejarme. Solté su mano y sin decir nada, bajé los escalones de las gradas. Escuché a Max gritar mi nombre varias veces.

Como había mucha gente, fue muy fácil perderme entre la multitud. Terminé en un pasillo donde algunas personas apenas llegaban al partido. ¿Qué había pasado? Era como si el simple toque de Max me afectara más de lo necesario. Ella solo estaba conmigo porque quería pruebas del corporativo, ¿por qué estábamos conviviendo como si nos conociéramos de toda la vida?

Me senté en una banca que había en el pasillo, tratando de ignorar mis sentimientos.

No supe si mi aspecto daba pena o llamé la atención de alguna forma porque una señora de unos sesenta años se acercó a ofrecerme amablemente un café.

—Es gratis, por si gustas —me sonrió.

—Gracias.

—No hay de qué —asintió —Pareces algo alterado, ¿seguro que estás bien?

Tomé el vaso de café caliente entre mis manos, sintiendo el calor traspasar el plástico.

—Yo...

—Déjame adivinar, ¿estás confundido?

La miré, quizá era una desconocida en aquel momento, pero parecía entenderme mucho más que algunas personas que me conocían de toda la vida. Mi mente estaba pensando en esas veces que me sentía abrumado alrededor de Max, como si al verla mi respiración espiración se cortara y no tuviera consciencia propia. O el hecho de que mis ojos la siguieran a cada lugar al que ella estuviera. Incluso cuando no estaba conmigo, ella estaba en todas partes.

Aquella amabilidad de una desconocida me recordó a esa Max que empatizaba hasta con las flores.

—Una mujer... —comencé sintiendo el latir de mi corazón en el pecho. —La conocí hace poco, pero...me abruma...a veces siento que la conozco de toda la vida.

Ella me sonrió, como si entendiera exactamente lo que me estaba pasando.

—Suele pasar cuando nos encontramos con almas afines a la nuestra. Es como un golpe contra la pared, pero se suaviza cuando te das cuenta que no duele en lo absoluto.

No sabía nada de almas o destinos. Tampoco era una persona que creyera en las energías, confiaba en los hechos, las cosas que podía comprobar. Desgraciadamente los sentimientos eran algo intangible, no podías medirlos ni comprobarlos. Misma razón por la que no me gustaba creer en cosas como el amor, ¿qué tan real podía serlo sino se podía comprobar?

Por extraño que sonara, las palabras de aquella mujer sonaban correctas. Conocer a Max había sido una especie de golpe que no dolió, solo me desconcertó. Éramos demasiado diferentes y al mismo tiempo tan afines el uno al otro.

—Me asusta —admití sintiendo el peso de los últimos meses caer de mis hombros.

Las últimas semanas, me las había pasado tratando de ocultarlo. Tratando de negar que estaba sintiendo algo cuando era lo opuesto, lo sentía todo.

—Entonces quizá sea tiempo de que lo admitas, antes de que alguno de los dos salga lastimado. y no me refiero a decírselo a ella, sino a que lo admitas para ti mismo, mientras más pronto lo aceptes, más fácil será para ti.

Le di un sorbo a mi taza de café, asintiendo con la cabeza. La sabiduría de aquella mujer me dejó con un nuevo sabor en la boca. Cuando terminé el café, busqué con la mirada a la señora para agradecer sus consejos, pero ya no estaba. Me levanté desconcertado y caminé hasta el final del pasillo, no había ni un alma cerca.

Tuve que salir para encontrar a un joven que recogía la basura de la entrada, cuando le pregunté de la señora del pasillo se puso todo palido.

—No hay ninguna señora que trabaje aquí. Dios santo, ¿por qué tienen que pasar estas cosas siempre que estoy de servicio? —respondió nervioso.

No recordaba si era trabajadora de ahi, pero parecía serlo por su forma tan servicial de actuar. Además tampoco era para que se asustara, ni que esa mujer fuera un fantasma o algo.

—Estoy seguro que fue alguna mujer que estaba en el partido y pasó cerca.



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En el texto hay: romance, enemiestolovers

Editado: 12.07.2024

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